EL CAMBIO
CLIMÁTICO Y LOS REGADÍOS
Hace
unos días fui invitado a participar como ponente en una Jornada Técnica en el
marco de Agroexpo una feria agrícola que se celebra anualmente en la ciudad de
Don Benito. Traté un tema de bastante actualidad: El cambio climático y los
costes energéticos en los regadíos de Extremadura.
Como
creo que su contenido es interesante, me propongo con este post hacer partícipe
a los lectores que no han podido estar presentes en la charla, de su contenido
en lo que se refiere a la influencia del cambio climático sobre nuestros
regadíos. Un sistema de producción de gran importancia en España donde se
riegan más de 3,4 Millones de ha cuyos productos son la base de una potente
industria agroalimentaria y de la alimentación de nuestra población autóctona y
visitante.
El
cambio climático pese a que tiene algunos componentes de incertidumbre, a lo
largo del tiempo ha habido períodos de bastante variabilidad climática, parece
que está, en buena medida, generado por actuaciones antrópicas relativas a la
emisión creciente a la atmósfera de Gases de Efecto Invernadero (GEIs).
El
Intergovernmental Panel on Climate Change (IPCC) que es el organismo internacional
que estudia y vigila el cambio climático, en su V y hasta ahora último informe
nos da cuenta del incremento continuado de esta emisiones de GEIs que han
pasado de 27 Gt de CO2 equivalente/año en 1970 a 49 Gt en 2010, es
decir un aumento del 81,5 %.
Este
incremento de la concentración de GEIs en la atmósfera produce el denominado
“efecto invernadero” que da lugar a un calentamiento progresivo de la misma y a otra serie de consecuencias climáticas que se traducen en la zona
mediterránea en: incrementos continuados de la temperatura, disminución de las
precipitaciones e incrementos de episodios de fenómenos climáticos extremos
como lluvias torrenciales junto a períodos de sequía.
Las
consecuencias para nuestros regadíos habrán de ser tenidas en cuenta para
adaptarlos a las nuevas condiciones que se avecinan y que se están produciendo
de forma paulatina pero implacable.
La
reducción en las precipitaciones hará que dispongamos de menos recursos
hidráulicos para nuestros regadíos. Estimaciones del Ministerio de Medio
Ambiente evaluaban esta reducción en las cuencas del Tajo y Guadiana, las que
más afectan a Extremadura, entre un 4 % y un 6,5 % en un escenario favorable y
entre un 9,5 % y 13,5 % en uno desfavorable. En los planes hidrológicos de esta
cuencas recientemente aprobados, se valora esta reducción en un 7% en la cuenca
del Tajo y en un 11 % en la del Guadiana en el horizonte de planificación del
año 2027.
Los
incrementos de temperatura junto con el previsible aumento en el régimen de
vientos (velocidad) y en la radiación darán lugar a subidas importantes en los
valores de la ETo (Evapotranspiración de Referencia) y por tanto en el consumo
de agua por parte de los cultivos. Incrementos de temperatura de 1 ºC, y de un
10 % de la velocidad del viento y
radiación, junto a una disminución de la humedad relativa en un 5 %, dan lugar
a aumentos de la ETo cercanos al 20 %.
En
resumen tendremos menos recursos hídricos disponibles y además nuestros
cultivos necesitarán más agua para su desarrollo.
Para
hacer frente a esta situación sólo se nos ocurren dos maneras adecuadas de
actuación.
La
primera es aumentar nuestra capacidad de regulación de agua de modo que podamos
regular y tener disponibles más recursos hidráulicos. Esto exigirá la
construcción de nuevas infraestructuras si queremos mantener o incrementar nuestra
superficie regada con las adecuadas garantías de suministro.
La
segunda línea de actuación consistiría en la utilización de métodos de riego de
alta eficiencia que minoren todo lo posible las pérdidas de agua. La introducción
de riegos más eficientes como la
aspersión, microaspersión o el riego por goteo, deberá continuar su marcha
ascendente, ya emprendida hace algunos años para modernizar nuestras zonas
regables, de modo que haya un control exhaustivo de la aplicación de un agua
que será cada vez más escasa.
La
mejora de la eficiencia del riego casi siempre se consigue incrementando el
consumo de energía. Y esto produce un mayor coste para el regante. Sobre todo
después de la injustificable subida del coste de la energía eléctrica en los
riegos acontecida en julio de 2008. Pero este asunto será objeto de otro post.
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