miércoles, 13 de enero de 2016

OPERACIONES ARITMÉTICAS PARA PEDRO SÁNCHEZ

La idea de Pedro Sánchez de intentar formar un gobierno al que él denomina “progresista” en el caso muy probable de que Rajoy sea incapaz de constituir uno a partir del PP, choca en mi opinión con la aritmética, además de con otras cuestiones definitorias del carácter progresista de la agrupación.

Para conseguir formar ese gobierno se necesita integrar a 176 diputados para obtener la mayoría absoluta del Congreso en una primera votación o bien que en una segunda vuelta se obtengan más votos a favor que en contra.

Sumemos: El PSOE dispone de 90 diputados.

Supongamos, lo que es mucho suponer, que pudiera integrar a los 42 diputados de Podemos. Tendríamos 132. Más adelante hablaremos de Podemos.

De las coaliciones de Podemos una, la denominada En Comú, apoya incondicionalmente un referéndum de autodeterminación catalana lo cual de salida impediría contar con ella. Agrupa a 12 diputados.

Estimemos que tanto  En – Marea como Pod – Com, las otras dos sucursales de Podemos, con 9 y 6 diputados respectivamente pudieran integrarse dado su carácter presumiblemente menos independentista. Serían 15 diputados más. Sumarían 147.

De IU – UP se podría contar con otros 2 diputados lo que darían 149 escaños en la agrupación “progresista”.

Entiendo que sería metafísicamente imposible que el PSOE pacte con ERC que tiene 9 diputados y con Democracia y Libertad que dispone de 8, dado que estos dos partidos están dirigiendo y participando activamente en el proceso de secesión catalana que pretende conseguir unilateralmente la independencia de España.

Tampoco podría contar con los 2 de EH – Bildu por razones obvias.

Le quedarían 6 diputados del PNV y 1 de Coalición Canaria. Sumarían un total de 156.

Como puede deducirse no se alcanza la mayoría absoluta. Es pura aritmética.  

Tampoco se alcanzaría el quorum necesario en segunda vuelta. 156 escaños son menos que 194 pues entiendo que Ciudadanos, los catalanes y por supuesto el PP no se abstendrían y votarían en contra.

En todo caso si se abstuvieran algunos de ellos y permitieran el gobierno “progresista” éste estaría apoyado por: PSOE + Podemos + En Marea + Pod – Com + IU-IP + PNV + CC. Es decir un batiburrillo de siete partidos de los cuáles solamente el PSOE representa a una izquierda progresista, moderada y claramente constitucionalista. El resto son dudosos compañeros de viaje.

IU es una formación conocida de izquierda clásica de base comunista moderna que no engaña a nadie y siempre ha mantenido una posición coherente y totalmente respetable. Se podría contar con ellos que exigirán el conocido programa, programa del inefable Anguita. Podrían ser unos socios válidos.

Con Podemos la cosa ya no se presenta tan clara. Por una razón muy simple: dicho partido pretende ocupar el espacio del PSOE, que es el interesante. Y llevarse por delante 136 años de historia socialista. Procedimientos a utilizar para conseguirlo: los que hagan falta,  porque no tienen escrúpulos. Los “números” montados en la constitución del Congreso, con niño y todo, y la prepotencia de Iglesias en sus declaraciones van en la línea de que aspiran a nuevas elecciones de inmediato buscando el “sorpasso” a los socialistas.

Además de usar métodos maquiavélicos para dividir internamente al PSOE - la distinción hecha por Pablo Iglesias entre socialistas “sensatos” e “insensatos” es de párvulos - los dirigentes de Podemos están dispueston a apostatar y abjurar ante los electores de sus principios básicos de izquierda radical, chavista y syriziana. Son éticamente reprobables. De progresistas no tienen nada, son radicales de extrema izquierda disfrazados. Y no digamos cuando se juntan con fuerzas autonómicas que en muchos casos mantienen perspectivas separatistas encubiertas o claramente expresadas.

Creo que no serían unos recomendables compañeros de viaje para Pedro Sánchez, si es que éste mantiene los principios socialdemócratas que hemos conocido en la transición. Si se radicaliza el líder socialista, eso ya es otra cuestión. Pero si se da esa circunstancia el PSOE dejaría de ser el partido al que millones de españoles han dado su confianza en el período posfranquista.

Así que Pedro Sánchez lo tiene crudo. Tal vez lo más sensato sería mantenerse en la oposición que es donde los electores han decidido que el PSOE, de momento, se sitúe. Es mi opinión personal basada en un análisis lógico. Pero muchas veces la lógica y la política no casan bien. Esperemos acontecimientos.



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