viernes, 21 de febrero de 2014

LOBBIES Y LOBBISTAS

Un lobby podíamos definirlo como un grupo de personas físicas o jurídicas que presiona y trata de influir en los políticos o en las instituciones y organismos nacionales o internacionales, con el objetivo de que las disposiciones legales que se dictan y en las que estos participan o las decisiones que se adoptan, favorezcan los intereses de aquellas personas, grupos o empresas para quienes el lobby trabaja.

Estos grupos de presión iniciaron su andadura en Inglaterra pero toman carta de naturaleza en USA y  desde allí se han extendido al resto del mundo desarrollado con inusitada velocidad. En la UE hay lobbies especialmente poderosos, que pululan a diario por las instituciones comunitarias para tratar de llevar el agua a su molino.

Hablando en roman paladino, el lobby es una versión civilizada del cohecho y del tráfico de influencias, todo ello bajo una apariencia de legalidad, provocada y consentida por aquellos que participan en el juego. Los lobbies consiguen sus fines y de ello no ha de caber la menor duda, con presiones basadas en una contraprestación al o a los presionados. El pago puede adoptar diversas variantes: dinero contante y sonante, probablemente no sería esta la vía más frecuente por su peligrosidad, generación de relaciones que posteriormente se traducen en poder e influencia, donaciones “legales” a partidos políticos u organizaciones de diverso tipo, ascensos y puestos de trabajo mejor remunerados…En fin una panoplia de posibles contraprestaciones. Do ut des en definitiva.

Este juego perverso, está bien visto e incluso legalizado y hoy día quien no tiene a su servicio uno de estos grupos de presión, podemos considerar que es un don nadie. Por eso valerse de un lobby o formar parte de él es cosa de personas y organizaciones poderosas y potentes que tienen la capacidad de presionar, incluso generando miedo en los sometidos a presión a causa del poder que tienen el propio lobby o aquellos para quien trabaja.
Una presión del lobby, revestida de legalidad, puede cambiar un informe o una resolución a tiempo, lo que a su vez se traduce en la adopción de normativas o decisiones que favorecen al cliente o al propio lobby.

Y de  esta manera, basadas en la presión y revestidas de la correspondiente dosis de hipocresía y cinismo, es como hoy se adoptan normas y providencias que pueden afectar a millones de ciudadanos, sin que estos tengan la menor participación en ellas, sino que son las víctimas propiciatorias de los poderosos que dirigen el mundo.

  

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