LA SENTENCIA SOBRE LA
MARINA DE VALDECAÑAS Y LOS ESPACIOS PROTEGIDOS.
Hace
pocos años los terrenos sobre los que hoy se asienta la urbanización de alto
standing denominada Marina de Valdecañas, que tiene una superficie de 114 ha,
estaban ocupados por eucaliptos y matorrales de dudoso valor ambiental.
En
el año 2003 esta área y toda la limítrofe al embalse de Valdecañas, con una
superficie de 7.459 ha fue declarada por la Junta de Extremadura como ZEPA
(Zona de Especial Protección de Aves) denominada “Embalse de Valdecañas” e
incluida en la Red Europea Natura 2000.
En
abril de 2007 la propia Junta de Extremadura declara a la zona objeto de la
urbanización como PIR (Proyecto de Interés Regional) con objeto de legalizar su
ejecución. Se construye una primera fase con 185 villas de lujo, hotel, campo
de golf e instalaciones complementarias: piscinas, playa artificial, jardines,
embarcadero…etc. Esta actuación supone la generación de alrededor de 300
puestos de trabajo, que es la solución del paro en los municipios aledaños de
El Gordo y Berrocalejo, y una fuente de apreciables ingresos para la comarca.
Asociaciones
ecologistas recurren la legalidad de que se autorice un PIR dentro de una ZEPA
de la Red Natura 2000. Ganan el pleito en el Tribunal Superior de Justicia de
Extremadura y pese a que en el paréntesis entre sentencias el ejecutivo
autonómico trató de legalizar la situación modificando la Ley del Suelo, el
Tribunal Supremo ha ratificado hace unos días la sentencia del tribunal
extremeño. Y eso que la superficie afectada representa nada más que el 1,52 %
del total de la ZEPA. Pero la ley es la ley: Dura lex, sed lex, como reza el
latinajo.
Ante
lo ocurrido habría que reflexionar sobre la conveniencia para Extremadura, de continuar
con la política de declarar zonas protegidas a troche y moche, y con escaso rigor
científico, como ha hecho hasta ahora la Junta Autonómica. Ya tenemos protegido
del orden del 33 % del territorio de la región. Y esta circunstancia será, muy
probablemente, un corsé para nuestro desarrollo, puesto que en las áreas
protegidas sólo pueden llevarse a cabo actividades económicas muy suaves, que
no generan prácticamente empleo, ni tienen consecuencias económicas relevantes.
Parece
que Extremadura que ocupa el furgón de cola del desarrollo español, con la
menor renta y PIB per cápita de España, debería evitar recorrer ese camino si
no quiere que la emigración, que ya se está produciendo, alcance límites
insostenibles y convierta a la región en un desierto.
Una
cosa es proteger las áreas de alto valor ambiental, a lo que nadie debería
oponerse, y otra es convertir Extremadura en un parque natural, sin desarrollo
posible. Eso tiene un precio y habría que ver si los extremeños estamos
dispuestos a pagarlo. Y no sólo los ecologistas.
Por
eso tal vez sería conveniente revisar las zonas protegidas actuales liberando
de esta protección aquellas que no tengan un valor ecológico destacado. De lo
contrario el desarrollo extremeño continuará siendo muy precario. Y como
consecuencia Extremadura será difícil que levente cabeza.
No hay comentarios:
Publicar un comentario