PAC:
HAY QUE CAMBIAR DE PARADIGMA
Durante
los últimos meses se han sucedido a lo largo y ancho del territorio de la Unión
Europea (UE) y también en España, numerosas manifestaciones de agricultores y
ganaderos en contra de la nueva PAC (Política Agraria Común), normativa que
regulará las ayudas al sector agrario europeo en el período 23 – 27.
La
nueva PAC ha supuesto una vuelta de tuerca más en los requerimientos para que
agricultores y ganaderos puedan percibir las ayudas correspondientes. El
resumen es que hay más exigencias especialmente de tipo medioambiental, más
complejidad administrativa y menos dinero a percibir por los productores.
A
la vista de que las manifestaciones de agricultores y ganaderos a lo largo de
la vieja Europa iban en serio, los burócratas de Bruselas, tratando al sector
agrario como menor de edad, buscan contentar a los productores en sus
peticiones, maquillando ciertas condiciones de la PAC actual. En resumen, hacer
varios cambios en las formas para que todo continúe más o menos igual.
Y
es que la PAC ha sufrido desde sus orígenes cambios radicales, pasando de ser
un elemento de ayuda a las rentas de las explotaciones agrarias, a constituirse
en un elemento de agresión a las mismas.
En
sus inicios la PAC tenía como objetivo asegurar la soberanía alimentaria de los
países miembros de Comunidad Económica Europea, de modo que los consumidores
pudieran disponer de alimentos a precios asequibles y los productores viesen
compensados estos precios y sus rentas de las explotaciones mediante las ayudas
de la PAC.
A
lo largo del tiempo los burócratas de la UE han ido rediseñando una PAC cada
vez más verde, cambiando de paradigma, de modo y manera que las exigencias
ambientales se han ido imponiendo sobre otras consideraciones económicas y
sociales de las explotaciones agrarias y de los productores.
La
ideología ecologista y la catastrofista del cambio climático parecen imponerse
en la UE, fruto de las presiones de potentes lobbies ecologistas que pululan
por Bruselas y que tratan de imponer a toda costa su ideología en disposiciones
como el Pacto Verde Europeo o la Nueva Ley de Restauración de la Naturaleza,
que está al caer y que se inspiran en la Agenda 2030 de la ONU.
El
paradigma actual de la PAC, consiste en que se da prioridad a las cuestiones
ambientales sobre los intereses económicos y sociales de las explotaciones
agrarias. Y esta disfunción perjudica al sector agrario que se encuentra cada
vez con mayores dificultades para conseguir unan rentabilidad adecuada en sus
explotaciones de modo que pueda proporcionar un nivel de vida digno a sus
titulares y asegurar el relevo generacional de estos.
Y
de ahí sus protestas, que se han hecho patentes estos últimos meses cada vez
con más virulencia dada la desesperación que agobia a los agricultores y
ganaderos europeos.
La
solución radica en que los burócratas abducidos por el ecologismo reinante,
cambien el paradigma y la filosofía de las normas y especialmente de la PAC, de
modo que se trate de poner de acuerdo las protecciones medioambientales y las
condiciones económicas y sociales de las explotaciones, buscando un equilibrio
equitativo entre ambas.
Si
no se modifica radicalmente la filosofía de base que inspira la normativa PAC,
no se conseguirá que las explotaciones agrarias sean viables.
Los
cambios cosméticos que hasta ahora se están haciendo, no solucionan el problema
de base que hace que la PAC actual se convierta en una normativa que traerá
consigo la disminución de la producción agraria europea. Expertos evalúan esta
caída de producción en al menos un 15 %, en las condiciones actuales.
En
esta situación Europa verá en peligro su soberanía y seguridad alimentarias. La
disminución de producciones por la ley de oferta y demanda que regula el
mercado, tenderá a incrementar los precios que ha de pagar el consumidor, ya de
por sí elevados en los últimos tiempos.
Y
habrá que recurrir a importaciones cada vez mayores de países terceros. Países
que no cumplen las normas laborales, agronómicas, sanitarias y ambientales que
se ven obligados a cumplir los productores europeos. Y eso se llama competencia
desleal. Es un dislate que lo que se exige a los productores europeos no se
haga con los productos foráneos.
Un
reducido número de controles por muestreo, permiten la entrada en Europa de
todo tipo de productos procedentes del extranjero, que compiten con ventaja con
los productos europeos al no cumplir las normas que se exigen a los
agricultores y ganaderos locales.
Y
esto es un disparate que no debiera consentirse.
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