viernes, 5 de abril de 2024

 

PAC: HAY QUE CAMBIAR DE PARADIGMA

Durante los últimos meses se han sucedido a lo largo y ancho del territorio de la Unión Europea (UE) y también en España, numerosas manifestaciones de agricultores y ganaderos en contra de la nueva PAC (Política Agraria Común), normativa que regulará las ayudas al sector agrario europeo en el período 23 – 27.

La nueva PAC ha supuesto una vuelta de tuerca más en los requerimientos para que agricultores y ganaderos puedan percibir las ayudas correspondientes. El resumen es que hay más exigencias especialmente de tipo medioambiental, más complejidad administrativa y menos dinero a percibir por los productores.

A la vista de que las manifestaciones de agricultores y ganaderos a lo largo de la vieja Europa iban en serio, los burócratas de Bruselas, tratando al sector agrario como menor de edad, buscan contentar a los productores en sus peticiones, maquillando ciertas condiciones de la PAC actual. En resumen, hacer varios cambios en las formas para que todo continúe más o menos igual.

Y es que la PAC ha sufrido desde sus orígenes cambios radicales, pasando de ser un elemento de ayuda a las rentas de las explotaciones agrarias, a constituirse en un elemento de agresión a las mismas.

En sus inicios la PAC tenía como objetivo asegurar la soberanía alimentaria de los países miembros de Comunidad Económica Europea, de modo que los consumidores pudieran disponer de alimentos a precios asequibles y los productores viesen compensados estos precios y sus rentas de las explotaciones mediante las ayudas de la PAC.

A lo largo del tiempo los burócratas de la UE han ido rediseñando una PAC cada vez más verde, cambiando de paradigma, de modo y manera que las exigencias ambientales se han ido imponiendo sobre otras consideraciones económicas y sociales de las explotaciones agrarias y de los productores.

La ideología ecologista y la catastrofista del cambio climático parecen imponerse en la UE, fruto de las presiones de potentes lobbies ecologistas que pululan por Bruselas y que tratan de imponer a toda costa su ideología en disposiciones como el Pacto Verde Europeo o la Nueva Ley de Restauración de la Naturaleza, que está al caer y que se inspiran en la Agenda 2030 de la ONU.

El paradigma actual de la PAC, consiste en que se da prioridad a las cuestiones ambientales sobre los intereses económicos y sociales de las explotaciones agrarias. Y esta disfunción perjudica al sector agrario que se encuentra cada vez con mayores dificultades para conseguir unan rentabilidad adecuada en sus explotaciones de modo que pueda proporcionar un nivel de vida digno a sus titulares y asegurar el relevo generacional de estos.

Y de ahí sus protestas, que se han hecho patentes estos últimos meses cada vez con más virulencia dada la desesperación que agobia a los agricultores y ganaderos europeos.

La solución radica en que los burócratas abducidos por el ecologismo reinante, cambien el paradigma y la filosofía de las normas y especialmente de la PAC, de modo que se trate de poner de acuerdo las protecciones medioambientales y las condiciones económicas y sociales de las explotaciones, buscando un equilibrio equitativo entre ambas.

Si no se modifica radicalmente la filosofía de base que inspira la normativa PAC, no se conseguirá que las explotaciones agrarias sean viables.

Los cambios cosméticos que hasta ahora se están haciendo, no solucionan el problema de base que hace que la PAC actual se convierta en una normativa que traerá consigo la disminución de la producción agraria europea. Expertos evalúan esta caída de producción en al menos un 15 %, en las condiciones actuales.

En esta situación Europa verá en peligro su soberanía y seguridad alimentarias. La disminución de producciones por la ley de oferta y demanda que regula el mercado, tenderá a incrementar los precios que ha de pagar el consumidor, ya de por sí elevados en los últimos tiempos.

Y habrá que recurrir a importaciones cada vez mayores de países terceros. Países que no cumplen las normas laborales, agronómicas, sanitarias y ambientales que se ven obligados a cumplir los productores europeos. Y eso se llama competencia desleal. Es un dislate que lo que se exige a los productores europeos no se haga con los productos foráneos.

Un reducido número de controles por muestreo, permiten la entrada en Europa de todo tipo de productos procedentes del extranjero, que compiten con ventaja con los productos europeos al no cumplir las normas que se exigen a los agricultores y ganaderos locales.

Y esto es un disparate que no debiera consentirse.

 

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