viernes, 26 de mayo de 2023

 

ARDEN DE NUEVO LAS HURDES Y SIERRA DE GATA

Un incendio forestal, al parecer intencionado ha calcinado, hace unos días, extensas superficies de las Hurdes y de la Sierra de Gata. Dos comarcas extremeñas del norte de la provincia de Cáceres de extraordinaria belleza por su fragosidad y verdor.

No es la primera vez que acontecen incendios forestales en estas comarcas ni en el norte de Extremadura. Sin ir más lejos, el año pasado tuvieron lugar importantes incendios en Santa Cruz de Paniagua y sierra de Gata, en Las Hurdes saltando de la provincia de Cáceres a la de Salamanca, en Casas de Miravete afectando al Parque Nacional de Monfragüe y en el valle del Jerte.

Los expertos en incendios forestales hacen uso de la regla 30 – 30 – 30 (más de 30 km/h de velocidad del viento; más de 30 º C de temperatura ambiente y una humedad relativa menor del 30 %) como límites de las condiciones idóneas para que se produzcan incendios forestales y se haga complicada su extinción. En este reciente incendio hurdano y serragatino, ha sido la persistencia del fuerte viento la causa meteorológica que ha impedido poder extinguir el fuego con prontitud, a pesar del despliegue de medios aéreos, terrestres y personales que se ha hecho. Comenzado un miércoles por la tarde, había destrozado entre 10.000 y 12.000 hectáreas hasta el domingo en el que los mandos consideraban el incendio como estabilizado, que no extinguido. La junta de Extremadura había declarado el nivel 2 de peligrosidad por su cercanía a cascos urbanos y viviendas.

Los pinos en combustión, han hecho el incendio más virulento todavía si cabe, con sus piñas incandescentes volando para propagar las llamas y aumentar el desastre. Tal vez un cambio de especies forestales repoblando con castaños, robles y otras especies autóctonas, en sustitución de los pinos, podría aminorar las consecuencias de los incendios.

Existe un dicho en el argot forestal que reza: los incendios del verano, se apagan en invierno. Y aquí parece que estamos fallando una vez más en aplicar esta máxima avalada por la experiencia. Por razones que no acabo de entender, de unos años a esta parte se ha dejado de lado la gestión del monte y las actuaciones que, hace un tiempo, en las épocas fuera del verano, se llevaban a cabo en el mismo.

El sotobosque proporciona una buena parte del material inflamable que condiciona la mayor o menor facilidad de combustión cuando se produce un incendio forestal. El pastoreo del monte con ganado vacuno u ovino, pero especialmente con la especie caprina, aseguraba que la materia inflamable del sotobosque quedaba reducida a su mínima expresión, ya que estos animales tienen una gran facilidad para alimentarse de las plantas y arbustos que forman el piso inferior de nuestro bosque, con lo cual el nivel de gravedad de los incendios se reducía sensiblemente.

La acción del ganado se completaba con labores de limpieza y mantenimiento llevadas a cabo por personal desempleado que antiguamente era dirigido por el ICONA, hoy desparecido, y que prácticamente no se llevan a cabo en la actualidad. El despoblamiento masivo del mundo rural puede ser otra de las causas del abandono de las labores de limpieza, junto a la disminución del número de ganaderos.

En muchas zonas forestales protegidas declaradas como ZEPAS, LICS, o Parques naturales o nacionales, una presión ecologista absurda está llevando a la prohibición de las labores que tradicionalmente se hacían en nuestros montes: caza para control de las especies cinegéticas; pastoreo que limpiaba la maleza y reducía la carga combustible y la realización de cortafuegos que servían para dividir el territorio y manteniéndolos limpios, limitaban la propagación de los incendios.

Todas estas prácticas están casi en su totalidad en desuso, porque la presión de los lobbies ecologistas, que disponen de una fuerza desmesurada, subvencionada por la propia administración, están imponiendo a los poderes legislativo y ejecutivo unas ideas falsas, de las que no se han analizado sus consecuencias, ni se saben sus efectos. Y los políticos que tienen pánico a los ecologistas han cedido a estas presiones. Y estamos pagando las consecuencias.

El sector forestal es una parte del sector agrario y forma parte del medio rural. Tradicionalmente su gestión y los medios de extinción de incendios han estado encomendados al departamento de agricultura. El ICONA, ente especialista en la extinción de incendios forestales, fue un organismo autónomo adscrito al ministerio de Agricultura.

En Extremadura se mantiene este acertado principio, pero no así a nivel central en donde todo el sector forestal ha sido desgajado del sector agrario y encomendado al Ministerio de Transición Ecológica y Reto Demográfico, probablemente para inflarle de competencias y poder darle una vicepresidencia a una señora cuya gestión está siendo de lo más deficiente por calificarla de una manera benévola. Tanto el sector forestal que no puede desligarse de la agricultura y la ganadería, como el reto demográfico deberían estar adscritos al ministerio que se ocupa del medio rural que es el de Agricultura.

Incendios forestales los ha habido siempre. Ciclos de temperaturas elevadas en verano y de sequedad ambiental, también. Tal vez ahora lo sean más frecuentes, pero eso no justifica los importantes incendios forestales que estamos teniendo en Extremadura, pero también en otras partes de España. Y echar las culpas de los incendios forestales al cambio climático, mueve a risa.

El hecho de que muchos incendios forestales sean intencionados complica las cosas. Es incomprensible que el ser humano pueda quemar el monte. Pero pirados y locos de atar los hay en todos los estratos sociales. Y los pirómanos forestales están ahí. Y lo que debe hacerse es controlarlos, en los núcleos rurales se conoce todo el mundo, y perseguirlos con la ley en la mano hasta conseguir que dejen de actuar.

 

 

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