EL
VERTEDERO INDUSTRIAL DE SALVATIERRA DE LOS BARROS
Extremadura
es una región que ha sufrido tres colonizaciones en materia energética. La
primera fue hidráulica con la construcción de embalses encadenados para
producción de energía hidroeléctrica, especialmente en el curso del río Tajo.
La segunda colonización fue nuclear y al final nos impusieron la central de
Almaraz, pero también querían otra en Valdecaballeros que Rodríguez Ibarra
logró anular, cuando estaba casi construida. La tercera colonización es la de
las energías renovables que está cubriendo de paneles solares, miles y miles de
hectáreas de nuestra geografía.
Pues
bien, de la totalidad de la energía que se produce en Extremadura, sólo se
utiliza en la región aproximadamente una cuarta parte. El resto, tres cuartas
partes, se exporta hacia otras regiones de mucho mayor desarrollo industrial. El
índice de industrialización de Extremadura es muy reducido y, en consecuencia,
los residuos de tipo industrial que se generan en nuestra región han de serlo
también.
En
el DOE (Diario Oficial de Extremadura) de fecha 5 de octubre de 2022, se inserta
una información pública sobre un Complejo de Gestión Medioambiental promovido
por la empresa 3RS Gestión MA Extremadura, SL, que, en realidad y en lenguaje
periodístico, es un vertedero de residuos industriales, a ubicar en las
cercanías del núcleo urbano de Salvatierra de los Barros en la provincia de
Badajoz.
El
complejo que se proyecta es de gran dimensión como lo demuestra el hecho de que
ocupará una superficie de 89 ha. Tal y como se detalla en el anuncio del DOE en
la instalación se llevarán a cabo operaciones de recepción, almacenamiento
temporal, valorización de residuos, tratamiento de inertización, y eliminación
mediante depósito en vertedero.
Las
cantidades a manipular anualmente son muy importantes. De acuerdo con los datos que facilita el DOE,
el complejo industrial de tratamiento de residuos se proyecta para gestionar
68.501 t/año de residuos peligrosos y 221.195 t/año de residuos no peligrosos.
De
estas cantidades, 56.875 t/año de residuos peligrosos se destinarán a
eliminación en vertedero, tras someterlos a un tratamiento de inertización,
como residuos peligrosos no reactivos estables. También tienen como destino
final la eliminación en vertedero unas 121.145 t/año de residuos no peligrosos.
Además, para 11.626 t/año de residuos peligrosos se proyecta la trasferencia a
otros gestores; 40.700 t/año de residuos no peligrosos se pretenden valorizar
como combustible sólido recuperado, para su uso fuera del complejo industrial;
y 62.050 t/ año de residuos no peligrosos serán compostados.
Como
se ve, 289.696 t/año, casi 300.000 t anuales de residuos industriales a
manipular, de los cuáles el 23,64 % tienen la calificación de peligrosos.
Hasta
aquí los fríos datos. Y ahora surge la pregunta ¿todos los residuos
industriales peligrosos o no, a tratar o a acumular en este vertedero, proceden
de Extremadura? Si así fuese, parece lógico que exista en Extremadura, no
necesariamente en Salvatierra de los Barros, un vertedero o varios, que asuman
los residuos industriales de origen extremeño. Los extremeños reciclamos y
acumulamos los residuos que generamos. Esto sería lo razonable y a lo que en
principio no deberíamos oponernos en Extremadura.
Si
estamos ante una oportunidad de industrializar Extremadura como parece que
ahora se presenta, con diversos grandes proyectos en el horizonte: giga
factoría de Navalmoral, fábrica de diamantes sintéticos en Trujillo, fábrica de
cátodos en Badajoz, las transformaciones del litio a extraer en minas de
Cáceres o Cañaveral y otros proyectos más en ambas provincias, parecería sensato
que Extremadura dispusiese de un vertedero, o de varios, para reciclar y
acumular los residuos industriales generados por ella misma.
Sería
una solución conveniente para las industrias extremeñas que tendrían más
próximo un vertedero para llevar sus residuos, reduciendo sus costes de
transporte y además se crearían algunos puestos de trabajo especializados.
Extremadura soportaría los posibles riesgos y molestias del vertedero, no derivando
los residuos a otras comunidades autónomas.
Pero
si este vertedero es de gran dimensión como parece y buena parte de los
residuos a tratar o a acumular provienen de fuera, la cosa ya no pinta tan
bien.
Porque
entonces nos encontraríamos en una situación de una gran injusticia. Nosotros
exportamos la energía al exterior de Extremadura, y en esas regiones
industriales, utilizando este recurso producido por los extremeños, se quedan
con el valor añadido que genera el proceso industrial y como final los residuos
que nadie quiere, retornan a Extremadura para que aguantemos aquí sus posibles
riesgos. Cornudos y apaleados que escribiera Bocaccio, en su famoso Decamerón.
De
modo que habría que aceptar ese vertedero o planta de reciclado en Extremadura,
siempre que se destine al tratamiento de residuos generados en la región, e
impidiendo recibir residuos procedentes de otras comunidades autónomas o países
del extranjero como está ocurriendo, por ejemplo, en el vertedero de Nerva en
Andalucía, que está produciendo serios quebraderos de cabeza al municipio y a
la Junta andaluza.
La
ubicación de la planta o plantas extremeñas debería ser determinada tras un
concienzudo estudio de optimización de las distancias de transporte de los
residuos, tipo y características de las infraestructuras de comunicaciones
existentes, grado de afección a poblaciones, disponibilidades de agua y energía,
condiciones geológicas de impermeabilidad de los terrenos y otros aspectos
ambientales. Y ese estudio tendría que hacerlo la Junta de Extremadura con
total transparencia e independencia de criterio. Y establecer las oportunas
compensaciones a los municipios que les toque aguantar las instalaciones.
Cumpliendo
las premisas anteriores, sí que se podría justificar la construcción de uno o
varios vertederos industriales en Extremadura. Lo contrario sería un
despropósito más.
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