EL TIRO POR LA CULATA
Da
la impresión de que las sanciones impuestas por la UE a Putin y a los oligarcas
rusos, como respuesta a la invasión de Ucrania, en lugar de afectar negativamente
al genocida ruso y a sus gentes, a quien están perjudicando con más intensidad
es a los ciudadanos europeos.
A
raíz de la invasión rusa de Ucrania, que comenzó hace 6 meses, los dirigentes
de la UE, especialmente Úrsula von der Leyen, presidenta de la Comisión y José
Borrell el encargado de asuntos exteriores, aseguraban que las sanciones
impuestas a Rusia iban a hundir en la miseria a este país y de paso a su
principal dirigente.
Los
efectos reales de las sanciones parece que, aunque afecten también a Rusia, a
quienes están causando problemas en mayor medida es a los ciudadanos europeos,
y a las industrias y al comercio de la vieja Europa. Da la impresión de que a
los jerarcas de la UE les ha salido el tiro por la culata, con sus optimistas
previsiones.
Los
dirigentes y burócratas de la UE, parece que no han calibrado bien la posible
respuesta de Rusia a las muy cacareadas sanciones. No han tenido en cuenta el
grado de dependencia del gas ruso que afecta a muchos países europeos.
Los
alemanes, especialmente, estarán lamentando el gran error cometido por Angela
Merkel, presionada por los Verdes, de cerrar apresuradamente sus centrales
nucleares, para pasar a depender del gas que controla Putin. Esta circunstancia
también afecta a otros países, entre ellos España que también ha dado de lado a
la energía nuclear, y ya compramos más gas a Rusia ¿dónde están las sanciones?
que a su suministrador tradicional que era Argelia. Un radical cambio de posición
de Pedro Sánchez respecto del Sáhara, llevado a cabo sin encomendarse a Dios ni
al diablo, nos ha conducido a un enfrentamiento con los argelinos, que
pagaremos antes o después.
La
respuesta de Putin a las dichosas sanciones europeas ha sido, presionar con el
suministro de gas, reduciendo cantidades y elevando precios, de modo que está
llevando a varios países europeos al desabastecimiento, y a que, con vistas al
próximo invierno, se vislumbre un escenario de restricciones y, aun siendo
verano todavía, ya se empiecen a imponer medidas de ahorro.
Los
dirigentes europeos en lugar de buscar repuestas eficaces para resolver el
problema han recurrido a lo fácil. Y lo fácil es traspasar las consecuencias de
sus graves errores a los ciudadanos, en lugar de buscar soluciones alternativas
urgentes que sería lo razonable. Así que, pagaremos los de siempre.
De
tal modo que aquellos que se equivocaron en sus previsiones, ahora aplican una
gran diligencia en imponer restricciones a los ciudadanos y a las industrias y
el comercio de la UE. Y es que, en su prepotencia, en lugar de pedir disculpas
a los contribuyentes les imponen limitaciones al uso de la energía de cara al
próximo futuro, que se avizora como duro para los europeos, sobre todo si se
presenta un invierno frío.
Así
apelando a una falsa solidaridad, y asumido por una sociedad aborregada y sin
capacidad de respuesta, habremos de limitar las temperaturas de verano a 27 ºC
y las de invierno a 19 ºC y buscar un ahorro del 15 % en el consumo de gas, en
España parece ser que será el 7 %, solo para pagar los errores de una
burocracia que no se entera de que hay sectores estratégicos de los que no se puede
depender de terceros países, o bien la dependencia hay que reducirla a la
mínima expresión. Ya que estos países suministradores, en cuanto tienen la
sartén por el mango, nos imponen condiciones abusivas de precio y se permiten
jugar con las cantidades a servir que es lo que en este caso está ocurriendo
con el gas ruso.
Y
no sólo va a suceder con el sector energético. Al sector agroalimentario con las
políticas conservacionistas, fruto de un ecologismo infantil sin fundamentos,
que propician la PAC y el Nuevo Pacto Verde Europeo, le va a ocurrir tres
cuartos de lo mismo, cuando no podamos cubrir nuestras necesidades alimentarias
al reducirse las producciones.
En
España, además recurrimos al esperpento, que es un método muy útil para
distraer la atención del personal de los graves problemas que nos afectan. Y en
lugar de explicar a los españoles cómo se las van a arreglar para reducir la
inflación galopante que nos abruma: 10,8 % en julio y 10,4 % en agosto, con una
inflación subyacente del 6,1 % en julio y 6,4 % en agosto, se nos ocurren simplezas
tales como la de que nos quitemos la corbata en verano, los que la utilicen
claro - en invierno todos habremos de ponérnosla - según nos vende el
presidente del Gobierno, o que nos pensemos lo que hay que sacar antes de abrir
el frigorífico, solución de elevada inteligencia que aporta la ministra de la
Transición Ecológica.
Esta
ministra es un ejemplo de cómo cambiar de opinión en función de cómo sople el
viento. Hace unas semanas aseguraba que en España no habría restricciones
energéticas, porque nosotros somos los mejores ya que disponemos de unas
reservas de gas de lo más elevado. Ahora con las nuevas normas europeas no las
descarta. Con lo que es altamente probable que las haya.
Y
como somos más papistas que el papa, desde el ejecutivo central, sin consensuar
con ningún sector y especialmente con las comunidades autónomas que han de
aplicarlo en sus territorios, se han sacado de la manga un decreto - ley de
restricciones que más parece un confinamiento energético y que es el más duro y
exigente de Europa. España y yo somos así, señora. Como lo redactan sin valorar
sus consecuencias, ya están reculando en algunas restricciones de las
propuestas inicialmente porque son sencillamente inviables o chocan con la
legislación vigente.
Los
españoles pasan de toda esta sarta de ocurrencias que nos proponen unos
dirigentes que están superados, y lo único en lo que han pensado los ciudadanos,
es en tomarse unas vacaciones, los que hayan podido, claro está, que en todo
caso habrán sido más cortas y mucho más caras que las de otros años. Cosas de
la inflación.
Totalmente de acuerdo
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