viernes, 23 de septiembre de 2022

 

LOS REGADÍOS ANTE LA SEQUÍA Y EL CAMBIO CLIMÁTICO.

Nos encontramos en un grave episodio de sequía, el cual está causando graves perjuicios económicos principalmente al regadío, el uso que más agua utiliza, al ver sensiblemente disminuida la superficie regada en la campaña 2022 por falta de recursos hídricos en diversas cuencas hidrográficas. Pero también está afectando a otros usos como es el abastecimiento urbano o industrial, ya que diferentes núcleos de población tienen dificultades para el suministro de agua.

Voy a utilizar datos referentes a Extremadura, pero la situación que se da en la región extremeña puede ser extrapolable a otras regiones de la España seca.

Veamos qué puede hacer el regadío extremeño y, en consecuencia, también el español para adaptarse mejor a las posibles situaciones de sequía que, según los expertos del cambio climático, serán más frecuentes, al igual que ocurrirá con los episodios de lluvias torrenciales.

El regadío ha de continuar en la línea de modernización de sus estructuras para utilizar el agua con una mayor eficiencia. En esta acertada dirección se viene actuando desde 1998. Los regantes han hecho un considerable esfuerzo, para con ayuda de las administraciones, proceder a la modernización de muchas zonas regables.

Según datos de (Encuesta sobre Superficies y Rendimientos de Cultivos, ESYRCE 2021), el resultado de la modernización, es que en Extremadura ya se riegan por métodos eficientes (aspersión, automotriz o localizado) el 74,3 % de la superficie total de riego (el 60,6 % se riega por goteo). En España el riego eficiente asciende al 77,3 % con un 53,7 % regado por goteo.

Hay que continuar con la modernización de las 74.614 ha (25,7 % del total)) que se siguen regando por gravedad en Extremadura y las 864.136 ha (22,7 % del total) que aún quedan en España.

Otra línea de actuación complementaria de la anterior, es la de calcular con la mayor exactitud las dosis de riego a aplicar a las plantas. Para ello han de utilizarse los datos de las estaciones agrometeorológicas (programa REDAREX en Extremadura y SIAR en España) y usar imágenes satelitales para determinar el estado de desarrollo de los cultivos y los Kc correspondientes para determinar la evapotranspiración del cultivo y, en consecuencia, las dosis de riego.

Todo lo anterior, que forma parte del uso de nuevas tecnologías y de la digitalización en el regadío, ha de completarse con la introducción de sensores de humedad que servirán para determinar con la mayor exactitud el momento más apropiado para el riego y, también, utilizar el telecontrol en las zonas regables para un mejor aprovechamiento hidráulico y energético del mismo.

En momentos de sequía hay que reducir los cultivos de elevado consumo de agua, optando por otros de menos necesidades hídricas. En el caso de Extremadura habría que reducir drásticamente la superficie de riego de arroz por inundación, relegándola a los suelos más impermeables, u optar por métodos de riego en seco de dicho cereal.

En este sentido, es muy importante también la aplicación de riegos deficitarios en determinados cultivos, que ahorran agua sin que la producción se vea disminuida o lo haga en una proporción que no afecte a los beneficios de la explotación.

Si se acometen nuevos regadíos estos han de ser de la más alta eficiencia. Como ejemplo los nuevos regadíos extremeños de Monterrubio de la Serena (1.200 ha, ampliables a 2.400 ha) o el de Barros (15.170 ha). En ambos casos son riegos de apoyo a cultivos leñosos. En Barros sólo se necesitarán 43,75 Hm3 para regar la superficie antedicha. Si hay nuevos regadíos la línea de actuación ha de ser ésta. Riegos altamente eficientes con bajos consumos unitarios de agua.

También ha de mejorarse el uso de fertilizantes y fitosanitarios, para evitar la contaminación difusa de los acuíferos subterráneos y la emisión de gases de efecto invernadero, como el óxido nitroso, a la atmósfera. En este sentido la investigación de nuevos tipos de fertilizantes y biofertilizantes, se revela como prioritaria, para conseguir los efectos deseados, junto con nuevas técnicas de fertirrigación, que sin duda mejorarán la sostenibilidad del regadío.

Pero las administraciones han de tener en cuenta las nuevas circunstancias si como aseguran los expertos en cambio climático, los episodios de sequía y lluvias torrenciales serán más frecuentes y el hecho de que hay que liberar caudales ecológicos para conseguir el buen estado de las masas de agua.  

Estas nuevas situaciones aconsejan actuar en diferentes direcciones.

Incrementar la capacidad de regulación de aguas superficiales mediante la construcción de nuevos embalses. Se aprovecharían mejor los excesos de agua de las épocas de lluvias torrenciales que serán más frecuentes, acumulándolas, para utilizarlas en épocas de sequía. De igual modo, los nuevos embalses facilitarían la laminación de avenidas y la reducción de daños por inundaciones. Y servirían para asegurar la disponibilidad de caudales ecológicos, sin afectar a la garantía de los usos socioeconómicos.

En los diferentes planes hidrológicos hay diseñadas nuevas obras de regulación, cuya construcción se encuentra congelada, debido a presiones de organizaciones ecologistas a las que el Ministerio de Transición Ecológica hace caso de manera preferente.

De igual modo habría de actuarse en el acondicionamiento de los cauces, para evitar que los sedimentos y los árboles y arbustos que crecen en sus álveos, disminuyan su sección hidráulica efectiva y por tanto su capacidad para evacuar avenidas.

Con estas medidas de gestión y nuevas infraestructuras es muy probable que podamos defendernos mejor ante situaciones de sequía como la que estamos padeciendo.

Y hay que habilitar líneas de ayuda y de exenciones fiscales para aquellos agricultores que se vean afectados por la sequía, para reducir el impacto negativo sobre las economías de las explotaciones de los regantes.

Aunque lo importante es que llueva.

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