viernes, 5 de junio de 2020


REGANTES DE EUROPA  ANTE EL NUEVO ACUERDO VERDE EUROPEO

El Nuevo Acuerdo Verde Europeo (Green New Deal Europe = GNDE) es un instrumento de la UE que regulará las políticas productivas y medioambientales en los próximos años en Europa. Su objetivo es conseguir que en el año 2050 Europa sea el primer continente climáticamente neutro.

Para intentar conseguirlo desarrollará 50 acciones en diferentes ámbitos: energía, transporte, industria, agricultura, movilidad, ciudades y biodiversidad entre otros. Pretende que el 25 % del presupuesto de la UE en los próximos años vaya destinado a acciones de lucha contra el cambio climático. Pero el GNDE, sin duda, se verá afectado por la catástrofe social y económica derivada de la pandemia provocada por el virus SARS – CoV – 2, que no estaba prevista.

Irrigants d’Europe es una federación de regantes europeos a la que pertenecen: FENAREG de Portugal, ANBI de Italia, Irrigants de France y FENACORE de España. Agrupa a un importante número de regantes, ubicados en la zona mediterránea del sur de Europa. Esta es el área europea en la que en razón del clima existente, clima de tipo mediterráneo, caracterizado por inviernos suaves y veranos secos y cálidos, es necesario el regadío para poder producir cultivos en el período que va aproximadamente de mayo a octubre.

Irrigants d’Europe ha publicado una declaración sobre el GNDE y sus efectos en el escenario posterior a la pandemia COVID 19.

En el contexto del GNDE, parece olvidarse el hecho de que el sector agrario, que en sentido amplio comprende la agricultura, la ganadería, el sector forestal y las industrias agroalimentarias, ha desempeñado un papel esencial y estratégico en la lucha que las sociedades han llevado a cabo contra la pandemia de la coronavirus, asegurando el suministro de alimentos a las poblaciones. Ni en los momentos más duros y álgidos de la pandemia ha habido problemas de abastecimiento de alimentos a los ciudadanos europeos gracias al buen funcionamiento de la cadena agroalimentaria de la que el sector agrario es principal componente.

Y en este sentido se constata que la estrategia de la granja a la mesa (Farm to Fork) que es el aspecto agrario a que hace referencia el GNDE, se dirige más a temas medioambientales con el objetivo de reducir la contaminación difusa por fertilizantes y pesticidas con el fin de asegurar el buen estado de las masas de agua, que a conseguir una seguridad alimentaria eficiente, a través de mejorar el nexo agua/agricultura que es la base del regadío europeo y éste a su vez elemento indispensable para asegurar la alimentación a un precio razonable.

Europa no debe desarmar el sector agrario y hacer depender de países terceros el abastecimiento alimentario, pues ya se han experimentado las consecuencias de haber llevado a cabo esta política como ha sido el caso del sector sanitario, desabastecido de elementos de protección y de fármacos en muchos países de Europa y especialmente en España. 

Y por eso los regantes expresan su preocupación por el poco peso que se da en el GNDE a aspectos tales como la modernización de las infraestructuras de riego, la construcción de nuevas estructuras de regulación o incrementos razonables de las superficies regables con los recursos ahorrados en la modernización. El GNDE centra su objetivo en aspectos exclusivamente ambientales y también en el encarecimiento del coste del agua, para disuadir de su utilización, mediante la introducción de nuevos cánones ambientales tal y como establece la Directiva Marco del Agua (DMA).

Los regantes europeos apuestan por la sostenibilidad de sus regadíos y la tecnificación de la agricultura de riego. La introducción de la Agricultura 4.0 (uso de big data e inteligencia artificial, drones, robótica, sensores) la utilización de las nuevas tecnologías (Internet of Things, teledetección por satélite) y de la agricultura de precisión, traerá consigo un manejo y un uso más eficiente y racional de los insumos agrarios: agua, fertilizantes o pesticidas en relación con sus efectos sobre el medio ambiente.

Por cierto el sector agrario en relación con el cambio climático, se comporta en su conjunto como un sumidero de CO2 a través de la fijación del mismo que llevan a cabo las superficies forestales y las de cultivos al realizar la fotosíntesis.

Pero cualquier incremento del coste del agua de riego ha de hacerse teniendo en cuenta la situación del binomio ingresos de los productos agrarios, coste de los insumos actualmente muy desfavorable para los intereses de los agricultores. En definitiva conocer antes de aplicarlos si la capacidad de pago de las explotaciones de regadío puede absorber nuevos costes del agua de riego.
          
Los burócratas de Bruselas no deberían perder de vista en sus actuaciones que no se puede desarmar el sector agrario europeo que es un sector esencial y estratégico para asegurar el abastecimiento alimentario de la UE y también para fijar la población en el territorio. Y este son aspectos de gran importancia para las sociedades europeas.

Si no se cuida el sector agrario, del que los regadíos son principal componente, y nuestros alimentos terminan siendo suministrados por países terceros, podemos correr un doble riesgo: que los precios de la alimentación se encarezcan y que se produzcan además posibles desabastecimientos de alimentos de primera necesidad para las poblaciones europeas. Y esto es un asunto de extrema gravedad.

Por eso las instituciones europeas especialmente la Comisión y el Parlamento Europeo deberían prestar más atención al sector agrario en general y a los regadíos en particular tal y como solicita Irrigants d’Europe en su declaración sobre los efectos del GNDE en el escenario económico y social que se dará después de la pandemia de la COVID 19.


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