RECTORES
CÓMPLICES DE LOS CDR
De
acuerdo con el diccionario de la Real Academia Española de la Lengua (RAE), el
vocablo Universidad deriva del latín Universitas,-atis, que hace referencia al
carácter universal de la institución en donde se cursan los más altos estudios
académicos.
Este
diccionario define universal en su acepción 4 como adjetivo: Que pertenece o se
extiende a todo el mundo, a todos los países, a todos los tiempos.
La
esencia de la Universidad de acuerdo con estas definiciones, es la de ser un
ente abierto a todas las ideas, a todas las posibilidades que el saber contiene
y a todos los puntos de vista. Todo lo contrario a lo que significa la
endogamia, la prepotencia, la intolerancia, el sectarismo o la radicalidad. Una
entidad libre abierta al mundo y a las ideas. En ella no debieran tener cabida
ni el dogmatismo ni el pensamiento único. Tiene que ser el paraíso de la
libertad. De ahí la libertad de cátedra que se revela como un principio básico
de la universidad.
En
Cataluña están ubicadas siete universidades públicas del sistema español:
cuatro de ellas tienen sede en Barcelona y las otras tres en cada una de las
otras capitales de provincia catalanas: Lérida, Gerona y Tarragona.
Son
los recintos académicos en los que se imparte la instrucción superior en la
comunidad autónoma y de acuerdo con la definición de lo que es la universidad
deberían ser templos de la libertad, del saber y de la concordia, acogiendo las
ideas de toda procedencia, siempre dentro de los límites de la ley y de la ética.
Pues
bien en los últimos tiempos estas universidades catalanas se han convertido en
recintos independentistas, manejados por unos grupos de personas en cuyas
mentes anida el pensamiento único: conseguir la independencia de Cataluña al
precio que sea. Incluido el precio de la indignidad y de la prostitución de lo
que debe ser una universidad abierta y plural. Castigando, incluso con la
violencia, a los que no piensan como ellos.
Los
rectores de estas universidades - probablemente porque dependen en su nombramiento
y en su gestión de órdenes de la Generalidad, la cual está dirigida por un
contingente de separatistas acérrimos - unos por cobardía manifiesta y otros
por convicción ya que militan en el independentismo que los ha colocado en sus
puestos, están entrando en el juego soberanista y consintiendo que una
institución que debía ser ejemplar se convierta en un ente sectario y
degenerado.
Desde
hace un tiempo estas universidades públicas se encuentran controladas por los
CDR (Comités de Defensa de la República) los cuales con la anuencia de los
equipos rectorales están impidiendo que la Universidad funcione como lo que es:
un centro del saber y del conocimiento universal. La han convertido en un
conjunto de centros sectarios dominados por el ansia independentista que habita
en unas mentes calenturientas que desde hace unos 30 años más o menos, han
recibido desde su más tierna infancia un adoctrinamiento sobre el supremacismo
catalán y el odio al resto de España y a los catalanes que no piensan como
ellos. Todo el conjunto impregnado de unas ansias desaforadas de independencia,
pues sueñan que, si la consiguen, Cataluña se convertirá en el país de las
maravillas.
Los
rectores por las causas apuntadas antes son cómplices de los CDR, que manejan
los recintos universitarios a su antojo, decidiendo cuando hay que impartir
clases o cuando hay huelga, y cómo han de ser las evaluaciones académicas hechas
a medida de los revoltosos para favorecer sus espurios intereses.
Estos
últimos no dudan en acudir a métodos violentos de enfrentamiento con los que
discrepan de ellos, así como a la construcción de barricadas y otros obstáculos
para impedir el acceso a las aulas de aquellos que no comulgan con sus
principios y quieren proseguir con su formación universitaria, así como el de
los profesores que quieren impartir sus clases.
Afortunadamente
parece que un buen número de estudiantes universitarios catalanes no está de
acuerdo con las tesis soberanistas y mucho menos de acuerdo en que los CDR
manejen la universidad y por ello están haciendo frente a estos descerebrados.
Se rebelan porque este estado de cosas es lesivo para su formación académica
que se ve perjudicada puesto que ellos van a la universidad a aprender. Este
escenario de agitación solo les conviene a aquellos que van a la universidad a
hacer política de vía estrecha para colocarse después en el “establishment” y
chupar de la ubre independentista.
Es
indignante que la mayoría de los rectores haga el juego a unos radicales a los
que su formación universitaria les importa un rábano y lo que quieren es
mantener una agitación continua en la sociedad catalana, pensando que por este
camino aplaudido y apoyado desde la Generalidad y desde Bélgica por Puigdemont,
conseguirán algo más que terminar con sus huesos en la cárcel antes o después.
Y
a todo esto ¿qué hace el gobierno central en funciones ante esta gravísima
situación? Nada. Lo dispuesto al respecto en el artículo 27.8 de la
Constitución ¿sirve para algo? Parece que no. Y con este panorama desolador
¿hasta cuándo durará la anarquía reinante en la universidad catalana?
No hay comentarios:
Publicar un comentario