viernes, 8 de noviembre de 2019


RECTORES CÓMPLICES DE LOS CDR

De acuerdo con el diccionario de la Real Academia Española de la Lengua (RAE), el vocablo Universidad deriva del latín Universitas,-atis, que hace referencia al carácter universal de la institución en donde se cursan los más altos estudios académicos.

Este diccionario define universal en su acepción 4 como adjetivo: Que pertenece o se extiende a todo el mundo, a todos los países, a todos los tiempos.

La esencia de la Universidad de acuerdo con estas definiciones, es la de ser un ente abierto a todas las ideas, a todas las posibilidades que el saber contiene y a todos los puntos de vista. Todo lo contrario a lo que significa la endogamia, la prepotencia, la intolerancia, el sectarismo o la radicalidad. Una entidad libre abierta al mundo y a las ideas. En ella no debieran tener cabida ni el dogmatismo ni el pensamiento único. Tiene que ser el paraíso de la libertad. De ahí la libertad de cátedra que se revela como un principio básico de la universidad.

En Cataluña están ubicadas siete universidades públicas del sistema español: cuatro de ellas tienen sede en Barcelona y las otras tres en cada una de las otras capitales de provincia catalanas: Lérida, Gerona y Tarragona.

Son los recintos académicos en los que se imparte la instrucción superior en la comunidad autónoma y de acuerdo con la definición de lo que es la universidad deberían ser templos de la libertad, del saber y de la concordia, acogiendo las ideas de toda procedencia, siempre dentro de los límites de la ley y de la ética.

Pues bien en los últimos tiempos estas universidades catalanas se han convertido en recintos independentistas, manejados por unos grupos de personas en cuyas mentes anida el pensamiento único: conseguir la independencia de Cataluña al precio que sea. Incluido el precio de la indignidad y de la prostitución de lo que debe ser una universidad abierta y plural. Castigando, incluso con la violencia, a los que no piensan como ellos.

Los rectores de estas universidades - probablemente porque dependen en su nombramiento y en su gestión de órdenes de la Generalidad, la cual está dirigida por un contingente de separatistas acérrimos - unos por cobardía manifiesta y otros por convicción ya que militan en el independentismo que los ha colocado en sus puestos, están entrando en el juego soberanista y consintiendo que una institución que debía ser ejemplar se convierta en un ente sectario y degenerado.

Desde hace un tiempo estas universidades públicas se encuentran controladas por los CDR (Comités de Defensa de la República) los cuales con la anuencia de los equipos rectorales están impidiendo que la Universidad funcione como lo que es: un centro del saber y del conocimiento universal. La han convertido en un conjunto de centros sectarios dominados por el ansia independentista que habita en unas mentes calenturientas que desde hace unos 30 años más o menos, han recibido desde su más tierna infancia un adoctrinamiento sobre el supremacismo catalán y el odio al resto de España y a los catalanes que no piensan como ellos. Todo el conjunto impregnado de unas ansias desaforadas de independencia, pues sueñan que, si la consiguen, Cataluña se convertirá en el país de las maravillas.

Los rectores por las causas apuntadas antes son cómplices de los CDR, que manejan los recintos universitarios a su antojo, decidiendo cuando hay que impartir clases o cuando hay huelga, y cómo han de ser las evaluaciones académicas hechas a medida de los revoltosos para favorecer sus espurios intereses.

Estos últimos no dudan en acudir a métodos violentos de enfrentamiento con los que discrepan de ellos, así como a la construcción de barricadas y otros obstáculos para impedir el acceso a las aulas de aquellos que no comulgan con sus principios y quieren proseguir con su formación universitaria, así como el de los profesores que quieren impartir sus clases.

Afortunadamente parece que un buen número de estudiantes universitarios catalanes no está de acuerdo con las tesis soberanistas y mucho menos de acuerdo en que los CDR manejen la universidad y por ello están haciendo frente a estos descerebrados. Se rebelan porque este estado de cosas es lesivo para su formación académica que se ve perjudicada puesto que ellos van a la universidad a aprender. Este escenario de agitación solo les conviene a aquellos que van a la universidad a hacer política de vía estrecha para colocarse después en el “establishment” y chupar de la ubre independentista.

Es indignante que la mayoría de los rectores haga el juego a unos radicales a los que su formación universitaria les importa un rábano y lo que quieren es mantener una agitación continua en la sociedad catalana, pensando que por este camino aplaudido y apoyado desde la Generalidad y desde Bélgica por Puigdemont, conseguirán algo más que terminar con sus huesos en la cárcel antes o después.

Y a todo esto ¿qué hace el gobierno central en funciones ante esta gravísima situación? Nada. Lo dispuesto al respecto en el artículo 27.8 de la Constitución ¿sirve para algo? Parece que no. Y con este panorama desolador ¿hasta cuándo durará la anarquía reinante en la universidad catalana?



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