viernes, 16 de septiembre de 2016

LA CUESTIÓN CATALANA

Lo que está ocurriendo en Cataluña con las ansias independentistas de algunos de sus políticos y de parte de la población azuzada por estos, no es nada nuevo. Sus orígenes se remontan a varios siglos atrás y el secesionismo catalán no constituye novedad ni es sorpresa si se analiza la historia de este pueblo y de España.

Se constata que a lo largo del tiempo, los independentistas catalanes siempre han aprovechado los momentos de crisis más o menos profunda que, de cuando en cuando, acontecen en España para intentar conseguir sus propósitos.

La primera intentona seria tiene lugar en 1640 reinando Felipe IV con el Conde Duque de Olivares como valido. Aprovecharon la crisis abierta en España a causa de la Guerra de los 30 Años (1618 – 1648) para tratar de, en base a la negativa a financiar los gastos de la guerra y aprovechando la debilidad española, montar una rebelión en toda regla. Los disturbios alcanzaron su cénit en los sucesos del 7 de junio de 1640 protagonizados por “Els Segadors”. Por su parte en 1641 la diputación de Barcelona proclamó al francés Luis XIII como conde de Barcelona. Se recuperó la parte de  Cataluña rebelada en 1652.  

El siguiente intento acontece aprovechando la crisis generada por la Guerra de Sucesión en tiempos de Felipe V. Equivocadamente los secesionistas tomaron partido por el pretendiente austríaco al que entronizaron como Carlos III. Les salió mal la jugada y Felipe V en 1714 terminó su conquista. El 11 de septiembre derrotó a los sublevados y anuló los estamentos catalanes. Por eso en ese día se conmemora la “diada”. En 1716 terminó el ajuste de cuentas con los decretos de Nueva Planta, que agudizando el centralismo borbónico eliminaron muchos de los privilegios que los catalanes tenían. Pero no sólo de ellos. Se salvaron el País Vasco y Navarra que mantuvieron sus fueros.

La prolongada crisis consecuencia de nuestra guerra de la Independencia y de la pérdida de la mayoría de las colonias americanas ocurrida entre 1808 y 1825 abrió la espita de las guerras carlistas y de un nuevo intento de Cataluña para irse. Apostando otra vez por el derrotado Don Carlos María Isidro en contra de Isabel II y los liberales que al fin y a la postre resultarían los vencedores apoyados por el ejército que apostó por la legalidad. Estábamos en 1840.

Los acontecimientos de 1898 con la pérdida de nuestras últimas colonias: Cuba, Puerto Rico y Filipinas genera una crisis existencial en nuestro país. La aparición de organizaciones obreras en las zonas desarrolladas entre las que se encuentra Cataluña da lugar a graves incidentes que culminan en la Semana Trágica de Barcelona en julio de 1909 y que continuaron de diversas formas de altercados hasta la dictadura de Primo de Rivera en 1923.

La caída de la dictadura primoriverista en 1930 arrastra a la monarquía. Alfonso XIII abandona en 1931 y el 14 de abril de dicho año era proclamada la II República. Esta nueva situación procedente de una crisis institucional como es el abandono de España por parte del Rey, da lugar a otra intentona de secesión por parte de las fuerzas catalanistas. El propio 14 de abril Companys primero y Maciá después proclamaron la República Catalana. Companys repetiría en 1934 volviendo a proclamar el Estat Catalá dentro de la República Federal de España.

El denominador común de todas estas intentonas es que siempre sacan ventajas los catalanes en relación al resto de pueblos de España.

Hasta de la dictadura de Franco sacaron partido. Franco se volcó con Cataluña apoyando con recursos del resto de España a los sectores catalanes tradicionales como el textil o el químico y ubicando allí nuevas industrias de titularidad pública como la SEAT. Estas actuaciones contribuyeron a producir un vaciado de población en el resto de España, que despobló regiones enteras como Extremadura, Andalucía, Murcia o Castilla la Mancha, proporcionando a Cataluña una mano de obra numerosa y barata que se vio en la obligación de emigrar. En sus regiones no había futuro.

Y la crisis social y económica que azota España desde 2007 es la última que tratan de aprovechar los secesionistas catalanes. De paso intentan con el trampantojo del independentismo ocultar su propia crisis. Los gobiernos autonómicos catalanes desde la Transición y especialmente los últimos de la serie, han llevado a esa región, otrora próspera, a la bancarrota de modo que su solvencia es nula y su endeudamiento máximo. La debilidad del gobierno central amenazado por el separatismo catalán hace que sea el Estado Español el que esté sacando las castañas del fuego a Cataluña través del FLA (Fondo de Liquidez Autonómica).

 Al final del actual proceso independentista, Cataluña es muy probable que siga formando parte de España y a través de ella de la UE y que sacará tajada de todo este episodio que se ha montado precisamente para eso, para obtener beneficios. Como siempre ha ocurrido.





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