viernes, 2 de septiembre de 2016

EN LA SOLEDAD DEL DESIERTO

Hace unos meses en la hamada argelina - el desierto pedregoso de las cercanías de Tinduf en Argelia – en los campos de refugiados saharauis, era enterrado en una casi absoluta soledad diplomática, el líder del Frente Polisario y presidente de la República Árabe Saharaui Democrática (RASD) Abdelaziz Mohamed, que durante cuarenta años llevó el timón de esta nación.

Ni un solo representante del gobierno español ni de nuestros partidos políticos asistió al sepelio. A los partidos antiguos no les interesa el tema, hace mucho que abandonaron a su suerte a los saharauis y los de nuevo cuño tienen toda la pinta de ser unos analfabetos históricos.

José Taboada Valdés que es primer mandatario de una organización civil como es la Coordinadora Estatal de Asociaciones Solidarias con el Sáhara y el presidente de la Federación Madrileña de Asociaciones Saharauis José Luis Sampedro, han sido los españoles más destacados que acudieron a las exequias. Inconcebible.

Abdelaziz Mohamed fue uno de los principales dirigentes del Frente Polisario en los momentos de la Marcha Verde en 1975, cuando España en una actitud vergonzosa y cobarde, abandonó a su suerte a los saharauis, que eran ciudadanos españoles. España los dejó a merced de las fuerzas marroquíes, las cuales por el imperio de las armas y a base de napalm les despojaron de sus territorios, que constituían una provincia española, expulsándolos al desierto sahariano.

Después de sufrir innumerables bajas y padecer tremendas dosis de sufrimiento y dolor, los saharauis terminaron trasterrados a la hamada sahariana, acogidos gracias a la buena voluntad de Argelia, que desde entonces les permite habitar un territorio inhóspito con un clima extremo y unas condiciones de vida durísimas.

El estamento político español y los sucesivos gobiernos - los intereses de ciertos potentados y empresarios en Marruecos pesan mucho - no quieren asumir la responsabilidad que España tuvo y tiene aún en la permanencia de este conflicto, ya que era la potencia colonizadora administradora del territorio cuando abandonó a los saharauis en manos de Marruecos. Ahora nuestros gobernantes y políticos miran la situación con indiferencia como si el asunto no fuera de nuestra incumbencia.

El pueblo español yo creo que tiene una opinión totalmente distinta de la de sus políticos sobre la situación del pueblo saharaui. Al menos una buena parte de él que hace lo humanamente posible para suavizar las condiciones de vida de estas gentes en el desierto argelino. Bien mediante el envío de alimentos y enseres o con el acogimiento durante el verano de los más pequeños para evitarles las temperaturas extremas del estío en los campamentos.

Abdelaziz Mohamed participó en la desigual lucha armada de los saharauis contra los marroquíes hasta 1991, cuando optó por la vía diplomática que ha mantenido hasta su muerte, con resultados poco esperanzadores. A pesar de distintas resoluciones favorables de la ONU, nunca se lleva a efecto el dichoso referéndum. A Marruecos no le interesa la consulta y en esta postura está apoyado por Francia y Estados Unidos, además de por España que mira hacia otro lado pues predominan sus intereses con los alauitas.

Conozco por propia experiencia los campos de refugiados y sé de las dificultades que pasan los saharauis en su vida cotidiana, que superan con la fe y la esperanza de que retornarán algún día a sus territorios de origen y allí podrán rehacer sus vidas como país independiente y pacífico.

Asociaciones españolas de amigos del pueblo saharaui y algunas Comunidades Autónomas - estas medio de tapadillo -  tratan de ayudar y de hacer la vida un poco más fácil a este pueblo valiente y esforzado. Para ello han puesto en marcha diversos proyectos de cooperación con el objetivo de mejorar las condiciones de vida en el desierto de unas 150.000 personas que esperan ilusionadas desde hace 40 años volver a su tierra. Allí dispondrían de recursos suficientes: minerales, petróleo, pesca y turismo para poder vivir dignamente como pueblo.

Algunos países como Cuba también han prestado ayuda muy importante tanto en materia de asistencia sanitaria como de formación de personal. Y sobre todo Argelia en donde se forman muchos cuadros y profesionales saharauis.

España y sus gobernantes tienen una deuda muy importante con este pueblo. Y deberíamos ser solidarios con él y buscar de una vez por todas algún tipo de solución a este conflicto que dura 40 años.

Abdelaziz Mohamed descansa en la soledad del incandescente desierto del Sáhara, bajo un firmamento nocturno de estrellas rutilantes. A pesar de su infatigable lucha no logró el sueño de reintegrar a su pueblo a sus tierras de origen. Que Alá le de la paz.

La vida sigue y la RASD ya tiene un nuevo presidente: Brahim Galli un histórico de la lucha del Frente Polisario. Ojalá pueda conseguir el retorno de los saharauis a sus tierras. Sería un acontecimiento de estricta justicia.



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