viernes, 24 de junio de 2016

TYPICAL SPANISH

Los movimientos pendulares que suelen darse en nuestras filias, fobias y comportamientos son típicos del modo de ser español. Pasamos del bien al mal, de ser de derechas a ser de izquierdas y del pesimismo al optimismo con pasmosa facilidad. Yo creo que este modo de comportarse es propio de pueblos con principios poco arraigados probablemente porque no los analizamos e interiorizamos con racionalidad sino solamente los tenemos prendidos con alfileres en nuestras mentes. De ahí la facilidad para desprendernos de ellos.

Como confirmación de lo anterior hay un dicho en España que asegura que aquí “siempre andamos detrás de los curas: bien con el santo en andas y con un cirio en la mano o detrás de ellos a garrotazos con un palo”.

Pues esta falta de equilibrio y equidad en el juicio alcanza su máximo esplendor cuando se trata de la selección española de fútbol. Pasamos del optimismo más desaforado a la depresión más profunda nada más producirse un resultado desfavorable a nuestros colores.

En lo que llevamos de Eurocopa cualquier español sensato hubiera analizado los resultados y nuestro juego en los dos primeros partidos en los que venció España, con algo menos de “forofismo” con el que lo han hecho muchos aficionados y la mayor parte de los medios de comunicación. Poco menos que volvíamos a ser otra vez el pasmo del mundo y campeones de Europa sin bajarnos del autobús.

Pocos aficionados repararon en que el partido ante la República Checa se resolvió casi al final, faltando menos de diez minutos y que nos costó Dios y ayuda romper la defensa checa.

El choque con Turquía se finiquitó con más facilidad de la prevista, pero pocos ponderaron que fue debido a que el tercer gol de España era un flagrante fuera de juego no apreciado por el árbitro ni por el juez de línea.

En todo caso el juego desplegado hasta entonces podría calificarse como aceptable pero no como algo extraordinario. Salvo Iniesta que jugó de forma excelente.

A todo esto nadie se acordaba del asunto De Gea, aparcado con buen sentido en el seno de la selección, ni de su entrenador que con acierto mantuvo al guardameta titular en su sitio, ya que no había pruebas concluyentes en el posible escándalo. Como ya se sabe que en asuntos sexuales somos muy mirados, hasta algunos políticos manifestaron estar incómodos con el hecho de que jugara De Gea, pero no tanto con los millones de refugiados que pululan por Grecia, Turquía, Libia o navegan a la deriva por el Mediterráneo sin nadie que les eche una mano. Eso se llama hipocresía o cinismo, como gusten.

Y llegó el partido contra Croacia. Desde el principio se adivinaba que los croatas eran un equipo mucho mejor armado que los dos anteriores a los que nos habíamos enfrentado y que con su presión nos iban a dar la lata. Como así ocurrió. Nuestros jugadores con muchos partidos en sus piernas esta temporada porque militan en equipos grandes, no eran capaces de vencer la presión croata cuyos futbolistas están bastante más frescos.

Tuvimos el acierto de nuestro gol tempranero, pero continuaron los nervios y desaciertos en el equipo hispano, un coladero en defensa, de modo que un minuto antes del descanso los croatas empataron. Aunque con este resultado éramos todavía los primeros del grupo y evitábamos a las selecciones más potentes prácticamente hasta la final.

En el segundo tiempo continuaron los errores que culminaron en dejarse marcar el segundo gol a tres minutos del final cuando no había tiempo material para rectificar. De Gea podía haber hecho algo más para evitar este gol, pero estos son lances del juego. Entre ambas situaciones Ramos en un arranque de racismo hispano, pues él no debía haber tirado ese penalti, erró una ocasión que hubiera supuesto la casi segura victoria de España.

Y a partir de la derrota comenzó el rasgamiento de vestiduras y los juicios a toro pasado. Se pontifica que De Gea que estuvo fallón no debería haber jugado. Se acusa de “viejismo” a Del Bosque que ha conseguido para la selección los mejores momentos de su historia con la conquista de un Mundial y una Eurocopa que ni los más viejos de los españoles soñábamos con ellos. Ramos es un “membrillo” que no sabe tirar penas máximas.

En fin lo de siempre. Sin darse cuenta que todavía tenemos un buen equipo, que pueden darse tardes malas y perder, que no siempre vamos a ser campeones de todo y que en el fútbol también juega la suerte. Y de que no estamos eliminados sino clasificados para octavos. Si llega a entrar el penalti de Ramos: De Gea sería un fuera de serie, Del Bosque el mejor técnico del mundo y Ramos un héroe: hoy es un villano.

Pero es que “España y yo somos así señora”. Que escribiera Don Eduardo Marquina.



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