viernes, 17 de junio de 2016

DEBATE FRUSTRADO

Con el tipo de formato que se pactó, en el que se adivinaba la larga mano de Moragas el jefe de campaña de Rajoy que lo transformó en algo parecido a una sesión de control del Congreso, el debate electoral devino en un fiasco notable. Si debatir consiste en eso que presenciamos por la televisión, sobran todos los debates posteriores a éste, participen cuatro, tres o dos líderes porque no lo soportarán más que los “hooligans” de los diferentes partidos.

El esperado enfrentamiento resultó ser un muermo que me temo debió enviar a la cama antes de tiempo a la mayor parte del personal. Y es que la discusión brilló por su ausencia y lo que tuvo lugar fueron una serie de monólogos, en los que cada uno vendió su burra y prometió el oro y el moro, sin decir de dónde y cómo iba a sacar los fondos necesarios para sufragarlo. Aunque nos tememos que será de los estrujados bolsillos de los espectadores.

Después de lo visto, lo preocupante es que aún existe la posibilidad de vernos abocados a unos terceros comicios. Si Sánchez no apoya a Rajoy, Rivera no apoya a Iglesias ni tampoco a Rajoy si éste no hace mutis por el foro, Sánchez se suicida si pacta con Podemos y si los resultados en las urnas, siempre según las encuestas, van a ser bastante parecidos a los del 20 D, me temo que o aquí hay un notable cambio de posturas o vamos a por la tercera entrega. Aunque si se diera esta circunstancia entraríamos de lleno en lo que los clásicos denominan el “acabose”.

A mí personalmente no me gustó ninguno de los cuatro participantes. Destacó algo Rivera, que tiene sus ideas claras, otra cuestión es que sean acertadas, se mostró más entusiasta e intentó repartir leña a diestra y siniestra. Pero fue un “allegro ma non troppo”.

Sánchez explicó bastante bien su programa, pero está obsesionado con la pinza que le hicieron PP y Podemos en las negociaciones posteriores al 20 D que le impidieron acceder a la presidencia del gobierno. Lo repitió siete u ocho veces, cuando con un par de ellas le hubiese bastado. Los electores saben perfectamente lo que pasó. Y lo aficionados que son a las pinzas Rajoy e Iglesias.

Estos dos últimos salieron a verlas venir, sin arriesgar lo más mínimo pues están convencidos de que serán los triunfadores de los comicios. Pero deben de tener cuidado porque muchas veces las encuestas las carga el diablo. Y al menos en la última del CIS (Centro de Investigaciones Sociológicas) hay una serie de incongruencias que revelan que ha habido mucha cocina en favor de la polarización entre PP y Unidos Podemos, los cuales salen claramente beneficiados.

Don Mariano aburre a las ovejas. Repite una y otra vez su mantra de que vamos mejorando, de que creamos empleo, de que vamos a generar otros dos millones de puestos de trabajo en la nueva legislatura y de que no hemos sido rescatados. Deja de lado los problemas reales de las familias a las que no llegan los efectos de ese pretendido crecimiento, la desigualdad galopante que se pasea por España y el tipo de empleo precario que se está generando. Y si no hemos sido rescatados, qué pinta la “troika” vigilando nuestro devenir económico. O es que lo de los bancos y cajas no fue un rescate que nos va a costar 40.000 Millones de Euros. También se dejó en el tintero la situación del crecimiento incesante de la deuda pública y del déficit incontrolado. Ni pío.

Reconozco que Pablo Iglesias no es santo de mi devoción. A un debate tiene que ir uno presentable, porque se va a dirigir al pueblo español y eso merece un respeto. Pero como es nada más que un aspecto estético de la cuestión no me preocupa en exceso.

Lo que sí me intranquiliza de este líder es su capacidad de adaptación ideológica. Puede ser, según interese en cada momento: profesor de universidad en libertad de cátedra, populista, comunista o socialdemócrata. De centro se hará si lo exige el guión. Lo que haga falta. Y así no hay debate que valga. No sabes que registro tocará. Aplica los principios de Groucho Marx y también se sabe lo de los dos (él dijo tres) huevos duros.

Se pasó el tiempo diciéndole a Sánchez que él no es su enemigo, que le tiende la mano, será para ahogarlo porque su pretensión es destruir al PSOE y ocupar su sitio, como ya ha hecho con IU a la que se ha llevado al huerto con la bendición de Anguita. Como los socialistas de aquí a final de campaña no se unan y saquen a relucir sus 137 años de historia, su arraigo social, su experiencia y pongan a Alfonso Guerra en acción pueden terminar mal. Pedro Sánchez, no debiera dejarse engañar por los cantos de sirena de este caudillo en ciernes que ahora está verde pero que puede “madurar”.

En fin que por una u otras causas, el debate fue un bodrio insoportable. Creo que los españoles no nos merecemos esto. Van a terminar alejándonos de la política. El CIS ya lo detecta en sus encuestas.


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