RED DE
CARRETERAS: DEFICIENTE ESTADO DE CONSERVACIÓN
La
red de carreteras española tanto nacional (25.974 km) como autonómica (75.446
km) ha sido uno de los bienes públicos más afectados por la crisis que dura ya
ocho años.
Los
recortes han perjudicado gravemente las inversiones a llevar a cabo en nuestra
red de carreteras, restringiéndolas drásticamente, de modo que no sólo se ha
reducido a la mínima expresión la construcción de nuevas vías, sino lo que es
peor han disminuido de un modo alarmante las necesarias para la conservación de
la red viaria existente tanto de competencia
nacional como autonómica.
Las
consecuencias no se han hecho esperar. Cuando se lleva a cabo un desplazamiento,
es fácil ver tramos de carreteras con un estado deplorable del firme: baches,
fisuras, blandones, agrietamientos, juntas en mal estado, pérdida de la
adherencia, se observan cada día con más frecuencia tanto en la red
convencional como en la de autovías de gran capacidad.
De
igual modo la señalización tanto horizontal como vertical está perdiendo su
efectividad por disminución de la reflectancia, desaparición de algunas señales
sin sustitución posterior o degeneración de la pintura lo que se traduce en
merma o a veces pérdida total de la visibilidad.
Lo
mismo podemos decir de los sistemas de protección o de la iluminación en los
que se observa una desidia y falta de mantenimiento notables.
Por
eso es frecuente ver en nuestras vías indicaciones tales como “firme en mal
estado”, “firme ondulado” o “badenes” acompañadas de la correspondiente
limitación de velocidad. Esta situación recuerda tiempos pretéritos, de hace
bastantes años, que vuelven a reproducirse y que no debieran darse en un país
desarrollado como España.
La
Asociación Española de la Carretera (AEC), un ente de gran prestigio en esta
materia, al que están asociados técnicos, empresas y órganos de las
administraciones, acaba de hacer público un estudio sobre el estado de conservación
de nuestras vías, cuyos resultados corroboran esa impresión que todos hemos sacado
sobre el estado precario que presenta nuestra red de carreteras.
Evalúa
en unos 6.600 Millones de Euros el déficit en conservación y estima que si se
sigue en esta dinámica de retroceso de las inversiones, en 2020 buena parte de
nuestra red habrá de ser reconstruida con el consiguiente coste para los
contribuyentes.
Califica
el estado de las carreteras como deficiente, pero aproximándose a toda
velocidad al nivel de muy deficiente, grado que se alcanzará en breve plazo si no
se cambia de modo radical la política de conservación aplicada por los poderes
públicos estos últimos años.
La
problemática se centra principalmente en los firmes en los que para recuperar
nuestro estado anterior se necesitaría invertir unos 6.217 Millones de Euros,
el 94 % del déficit acumulado, que iría destinado a refuerzos del pavimento y
acondicionamientos de los trazados actuales.
El
estudio valora el estado de las carreteras por Comunidades Autónomas ponderando
el estado de las vías de competencia nacional y autonómica en cada una de
ellas.
Me
he llevado la agradable sorpresa de que Extremadura es la Comunidad Autónoma
con mejor estado medio de los firmes de su red de carreteras, alcanzando en
2015 un valor de 221. Le sigue el País Vasco con 209. La media nacional se
sitúa en 147. Las Comunidades Autónomas en peor situación son Asturias y La
Rioja con valores de 98 y 94.
La
razón del buen estado del pavimento de la red extremeña puede radicar en que
desde 1984 año en el que se transfirieron las competencias, las carreteras han
sido objeto de una especial atención por parte del gobierno autonómico al
considerarlas de fundamental importancia para comunicar y desarrollar un
territorio tan extenso como Extremadura. A esto se ha unido las autovías de
reciente construcción auspiciadas por el Estado, especialmente la A – 66 que
todavía presenta en Extremadura un estado aceptable.
La
conservación de carreteras es un aspecto de importancia fundamental porque influye
decisivamente en el nivel mayor o menor de la seguridad vial y por tanto en el
número y gravedad de los accidentes y en la posible salvación de vidas humanas.
Por esta razón y por otras de naturaleza económica las inversiones en
conservación de carreteras - se estima ha de destinarse anualmente un 2 % del
valor patrimonial de las mismas - son un seguro de vida para los conductores y
un ahorro para los contribuyentes al dilatar en el tiempo las cuantiosas inversiones
necesarias para su reconstrucción.
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