viernes, 6 de mayo de 2016

RED DE CARRETERAS: DEFICIENTE ESTADO DE CONSERVACIÓN

La red de carreteras española tanto nacional (25.974 km) como autonómica (75.446 km) ha sido uno de los bienes públicos más afectados por la crisis que dura ya ocho años.

Los recortes han perjudicado gravemente las inversiones a llevar a cabo en nuestra red de carreteras, restringiéndolas drásticamente, de modo que no sólo se ha reducido a la mínima expresión la construcción de nuevas vías, sino lo que es peor han disminuido de un modo alarmante las necesarias para la conservación de la red viaria existente tanto de competencia  nacional como autonómica.

Las consecuencias no se han hecho esperar. Cuando se lleva a cabo un desplazamiento, es fácil ver tramos de carreteras con un estado deplorable del firme: baches, fisuras, blandones, agrietamientos, juntas en mal estado, pérdida de la adherencia, se observan cada día con más frecuencia tanto en la red convencional como en la de autovías de gran capacidad.

De igual modo la señalización tanto horizontal como vertical está perdiendo su efectividad por disminución de la reflectancia, desaparición de algunas señales sin sustitución posterior o degeneración de la pintura lo que se traduce en merma o a veces pérdida total de la visibilidad.

Lo mismo podemos decir de los sistemas de protección o de la iluminación en los que se observa una desidia y falta de mantenimiento notables.

Por eso es frecuente ver en nuestras vías indicaciones tales como “firme en mal estado”, “firme ondulado” o “badenes” acompañadas de la correspondiente limitación de velocidad. Esta situación recuerda tiempos pretéritos, de hace bastantes años, que vuelven a reproducirse y que no debieran darse en un país desarrollado como España.

La Asociación Española de la Carretera (AEC), un ente de gran prestigio en esta materia, al que están asociados técnicos, empresas y órganos de las administraciones, acaba de hacer público un estudio sobre el estado de conservación de nuestras vías, cuyos resultados corroboran esa impresión que todos hemos sacado sobre el estado precario que presenta nuestra red de carreteras.

Evalúa en unos 6.600 Millones de Euros el déficit en conservación y estima que si se sigue en esta dinámica de retroceso de las inversiones, en 2020 buena parte de nuestra red habrá de ser reconstruida con el consiguiente coste para los contribuyentes.

Califica el estado de las carreteras como deficiente, pero aproximándose a toda velocidad al nivel de muy deficiente, grado que se alcanzará en breve plazo si no se cambia de modo radical la política de conservación aplicada por los poderes públicos estos últimos años.

La problemática se centra principalmente en los firmes en los que para recuperar nuestro estado anterior se necesitaría invertir unos 6.217 Millones de Euros, el 94 % del déficit acumulado, que iría destinado a refuerzos del pavimento y acondicionamientos de los trazados actuales.

El estudio valora el estado de las carreteras por Comunidades Autónomas ponderando el estado de las vías de competencia nacional y autonómica en cada una de ellas.

Me he llevado la agradable sorpresa de que Extremadura es la Comunidad Autónoma con mejor estado medio de los firmes de su red de carreteras, alcanzando en 2015 un valor de 221. Le sigue el País Vasco con 209. La media nacional se sitúa en 147. Las Comunidades Autónomas en peor situación son Asturias y La Rioja con valores de 98 y 94.

La razón del buen estado del pavimento de la red extremeña puede radicar en que desde 1984 año en el que se transfirieron las competencias, las carreteras han sido objeto de una especial atención por parte del gobierno autonómico al considerarlas de fundamental importancia para comunicar y desarrollar un territorio tan extenso como Extremadura. A esto se ha unido las autovías de reciente construcción auspiciadas por el Estado, especialmente la A – 66 que todavía presenta en Extremadura un estado aceptable.

La conservación de carreteras es un aspecto de importancia fundamental porque influye decisivamente en el nivel mayor o menor de la seguridad vial y por tanto en el número y gravedad de los accidentes y en la posible salvación de vidas humanas. Por esta razón y por otras de naturaleza económica las inversiones en conservación de carreteras - se estima ha de destinarse anualmente un 2 % del valor patrimonial de las mismas - son un seguro de vida para los conductores y un ahorro para los contribuyentes al dilatar en el tiempo las cuantiosas inversiones necesarias para su reconstrucción.


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