EL “BREXIT” UN
RIESGO PARA EUROPA Y PARA ESPAÑA
El
Reino Unido de la Gran Bretaña (Inglaterra, Escocia y Gales) e Irlanda del
Norte, aislado en el Atlántico aunque muy cercano a Europa, ha llegado a ser un
imperio a pesar de la reducida extensión de su territorio y de sus recursos
naturales limitados. Y sus conquistas y
dominaciones a lo largo y ancho del mundo, así como su tradicional alianza con
los americanos lo han convertido en una potencia a nivel mundial.
Hoy
día es la quinta economía del planeta y la segunda de Europa. No formó parte
del núcleo fundacional de la Comunidad Económica Europea creada en el Tratado
de Roma de 1957, incorporándose a ella en 1973. En 1992 suscribió el tratado de
Maastrich por el que se constituyó la Unión Europea y en la actualidad forma
parte de la UE – 28.
Actualmente
Londres, su capital, es uno de los centros más importantes de finanzas a nivel
mundial y el Reino Unido forma parte de los principales grupos que gobiernan la
economía de nuestro planeta (G 8; G 20…etc.) Fue una de las sedes de la
revolución industrial para luego ir transformando paulatinamente su economía
dirigiéndola a las finanzas, los servicios y el comercio.
En
el seno de la UE el Reino Unido siempre ha ido a su aire. No se integró en la
eurozona pues necesitaba las manos libres para poder diseñar su propia política
monetaria, lo que le permite adaptarse con mucha más facilidad a las
condiciones del mercado global, buscando favorecer con prioridad sus propios
intereses por delante de los del resto de países de la UE, que es lo que
supondría su plena integración en Europa.
Cuando
la crisis agrede sin piedad a Europa, diversos estamentos británicos plantean
que el Reino Unido abandone la Unión Europea, lo que se conoce como “Brexit”, y
para decidir la postura a adoptar se celebrará un referéndum el próximo 23 de
junio.
Evaluar
con precisión las consecuencias del posible abandono del Reino Unido es tarea
harto difícil. Al parecer ocurrirá, si se confirma el voto afirmativo que
propiciaría su exclusión, tal y como muchos expertos profetizan, un cataclismo
que afectaría no sólo al conjunto de la UE, al desgajarse de ella la segunda economía
en importancia, sino también y con mayor virulencia, a determinados países en
particular. Entre ellos está el nuestro pues sólo en banca, presenta un riesgo
que se evalúa en 478.000 millones de euros, casi la mitad del PIB anual de
España. Nada más que los bancos americanos y alemanes nos superan en nivel de
riesgo financiero.
Luego
está por ver en qué condiciones quedarán los intercambios económicos entre el
Reino Unido y la UE, pues entiendo que los británicos, si al fin se van del
club, habrán de arrostrar las consecuencias correspondientes. Especialmente
tendrán que quedar gravadas con aranceles sus exportaciones y también todas las
relaciones bancarias y financieras, así como el mercado de capitales. Hacer lo
contrario significaría que el resto de la UE asume la totalidad de los
inconvenientes sin ventaja alguna.
Cuando
se toma una decisión tan trascendental como la que tienen que adoptar los
británicos, previamente los votantes deberían estar perfectamente informados
sobre lo que van a decidir. Para poder ser conscientes de las consecuencias de
su voto. Si es que tienen capacidad de discernimiento entre el bien y el mal en
esta materia altamente compleja. Tomar decisiones de este calibre es difícil
para el común de la población y ni siquiera creo que esté al alcance de muchos
expertos dada la diversidad de opiniones que se manejan.
Lo
de andar jugando con fuego con las consultas a los ciudadanos tiene sus
riesgos. A David Cameron le salió bien lo de Escocia, aunque los nacionalistas
pronto volverán a solicitar otro referéndum, pero puede que se pille los dedos
en el caso del “Brexit”.
Las
consultas son muy saludables en democracia, pero las de este tipo que encierran
unos problemas tan complejos para poder ser comprendidos por la población, de
modo que se emita un voto con conocimiento de causa, son de más difícil puesta
en marcha.
Además
existen segundas derivadas de esta salida, principalmente en el sentido de cómo
quedaría la posición británica en el futuro TTIP (Transatlantic Trade and
Investment Partnership = Asociación Transatlántica para el Comercio y la
Inversión), pendiente de firma entre la UE y los Estados Unidos. Obama ya ha
advertido a los ingleses sobre las posibles consecuencias en la economía y en
el comercio entre los dos países.
El
Reino Unido siempre ha tratado de aprovechar las ventajas de su integración en
la UE y aunque contribuyente neto, pero no en la medida que le tocaba, siempre
ha sacado réditos comerciales y financieros a su inversión en el club europeo.
Probablemente
el sentido común lleve a sus ciudadanos a votar la continuidad, pero…
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