jueves, 26 de mayo de 2016

FISURAS DE LA DEMOCRACIA

La democracia a la que sir Winston Churchill calificó como “el peor de los sistemas políticos si se exceptúan todos los demás” dentro de sus bondades, de las que la más importante es “un hombre (o mujer), un voto” presenta algunas fisuras que son aprovechadas por algunos para tratar de imponer sus ideas, llevar el agua a su molino o justificar algunos comportamientos.

Como es sabido se ha desatado en España un movimiento anti taurino que, alegando el sufrimiento que se puede infligir a los animales en determinados espectáculos, tratan por todos los medios de eliminar festejos tradicionales que llevan celebrándose muchos años en nuestro país.

Por descontado que su postura es respetable. Pero también es igualmente digna de respeto la contraria que pretende mantener unas tradiciones ancestrales. Aunque en ellas pueda subyacer cierta crueldad, que debería ser atenuada en lo posible para evitar al máximo el sufrimiento de los animales.

Como la mayoría de los políticos que nos gobiernan son bastante ineptos y de visión cortoplacista, además de proclives a inclinarse por lo que ellos consideran lo políticamente correcto aunque se trate de auténticos despropósitos, entran en el juego y están llevando a cabo de forma compulsiva una serie de consultas a la población, las cuales al carecer de regulación legal, lo único que pueden conducir es a enfrentamientos entre los propios vecinos o entre parte de estos y las asociaciones defensoras de los animales.

El alcalde de Canals en Valencia, del partido Compromís, ha consultado a su pueblo sobre la continuidad en la celebración de las fiestas tradicionales de toros “bous al carrer” que tienen lugar en la localidad desde hace varios siglos. Canals tiene una población de 10.000 habitantes aproximadamente. Pues bien han votado en la consulta 1.155 habitantes. Los votos se ha repartido del siguiente modo: 473 a favor de que se mantenga la fiesta,  680 partidarios de la supresión, un voto en blanco y otro nulo. El corolario de la consulta ha sido “que se suprima la fiesta” ya que ha vencido el no.

Examinemos los hechos. Ha votado menos del 12 % de los habitantes. De los votos emitidos el 40,95 % están a favor de la fiesta y el resto 58,73 % en contra. Es decir pretenden cargarse los “bous al carrer” con el voto afirmativo del 6,78 % de la población. El resto o sea el 93,22 % o no se ha pronunciado o lo ha hecho negativamente. Pero aunque el resultado de la consulta no es vinculante parece que no habrá “bous” en Canals este año.

Y yo me pregunto. ¿Dónde está regulado el porcentaje de participación mínimo necesario para que una votación pueda considerarse representativa de la voluntad de un pueblo? ¿Puede darse como aceptable y causante de efectos el resultado de una votación en la que participa menos del 12 % del censo?

Muchos de los habitantes de Canals no han emitido su voto por considerar que esta pantomima de referéndum no tiene bases legales para llevarse a efecto y por eso no han participado en ella. La abstención ha subido hasta el 88,45 % lo que confirma la tesis de que el pueblo ha dado la espalda a la consulta.

Parecería sensato establecer un principio democrático inapelable: si la abstención supera a la participación la consulta no debería surtir efectos y considerarse como nula. Si más del 50 % del censo electoral no acude a votar es que algo no está claro en la consulta y alguien quiere manipular la voluntad de los electores.

Por eso lo acontecido en Canals podría ser un punto de partida para reflexionar sobre las condiciones que un proceso electoral o un referéndum han de cumplir para que puedan considerarse válidos. Y después establecer un “quórum” de participación e incluirlo en la normativa legal reguladora de los procesos electorales.

El alcalde de Canals, si tuviera un ápice de decencia política anularía de inmediato esta consulta. Pero me temo que no va a hacerlo, pues aprovechará para dar rienda suelta  a su capricho de cargarse los toros en Canals.

Pero es posible que esta chapuza electoral lo que dé lugar sea a enfrentamientos no deseados en el seno de la población, cuestión que es de tanta gravedad que el edil principal debería pensárselo dos veces antes de continuar con el esperpento.

También Churchill sentenció en su día que: “Un fanático es alguien que no puede cambiar de opinión y no quiere cambiar de tema”. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario