viernes, 2 de octubre de 2015

¡QUÉ COÑAZO, SEÑOR, QUÉ COÑAZO¡

Pensaba que la palabra coñazo no estaba recogida en el DRAE, pero me he llevado la grata sorpresa de que sí lo está. La primera acepción que contempla este diccionario es la de “persona o cosa latosa, insoportable”.

Solventada esta duda semántica pasaré a describir las razones por las que voy a utilizarla.

España tiene unos 46,5 millones de habitantes de los cuales alrededor de 7,5 millones viven en Cataluña. Es decir, en números redondos, los catalanes representan el 16 % de la población española. Por tanto como la aritmética dispone el resto de españoles supone el 84 % del censo.

Pues bien desde hace tres años da la impresión de que para los medios de comunicación y para muchos de los políticos que pululan por la piel de toro diciendo estupideces, los únicos problemas dignos de consideración son los relativos a Cataluña, mientras que los del resto de España son minucias o fruslerías que no merecen atención alguna.

En los últimos meses la cuestión ha alcanzado límites insoportables. No hay medio, tertulia o político de todo signo que no hable de Cataluña y de las consecuencias que la secesión de este territorio traerá consigo. Los asuntos catalanes se han convertido en una cansina cantinela que inmisericordemente golpea el cerebro del resto de los españoles, a los que en realidad les preocupa relativamente lo que ocurra en esa bella tierra, sobre todo si la mayoría de sus habitantes quieren que suceda. Aunque estén manipulados por unos políticos que utilizan todos los medios públicos y privados para engañar a sus compatriotas.

En territorio catalán ocurren cosas que son dignas de reflexión. La región más favorecida por los poderes públicos a lo largo de la historia -  incluso Franco se equivocó al provocar una masiva emigración interior hacia Cataluña de extremeños, andaluces, murcianos y castellanos, ya que destinó la mayoría de los recursos públicos a proteger y expandir los sectores industriales catalanes: textil, químico, farmacéutico o a introducir otros como el automovilístico en lugar de dedicarlos a desarrollar las regiones pobres  - resulta que es una víctima del resto de España que les roba. Y bastantes catalanes asumen inmutables este discurso.

Resulta que España roba a los catalanes, cuyas empresas exportan el 70 % de su producción a territorio hispano, llevándose a Cataluña el valor añadido, puesto que encima venden a través de empresas allí radicadas productos que se obtienen en el resto de España. Ejemplo: parte de los productos derivados de los ricos tomates que se producen y transforman en las vegas del Guadiana extremeño, los comercializa Nestlé que tiene su domicilio social español en Barcelona. ¡Qué cosas¡

En el colmo de la desvergüenza algunos insensatos políticos catalanes se permiten insultar al resto de españoles. Aseguran que los agricultores extremeños están todo el día en el bar. Como si los tomates se produjeran solos. O que los andaluces son esencialmente vagos. Se sobreentiende que excepto aquellos que emigraron a Cataluña a arrimar el hombro.

Pues bien los medios de comunicación dan cobertura a todo este tinglado y el resto de españolitos hemos de soportar este cansino machaque de cerebros. Yo ya he llegado al límite y en la tele cambio de canal cuando se tratan estos temas. Lo malo es que en todos están con lo mismo. Así que he optado por ver Sálvame y que sea lo que Dios y Belén Esteban quieran.

Para terminar con este coñazo y con el daño que puede producir en los cerebros hispanos, si no fuera porque hay mayoría de catalanes que no lo quieren, tal vez lo mejor sería que salieran de España de una vez por todas. Aunque fuera con el 30 % de los votos como ocurrió en la pantomima del 9 N. O sin haber ganado el plebiscito que prepararon para el 27 S. 

Pero han de irse con todas las consecuencias. Estos listos quieren separarse pero manteniendo todas las ventajas y ningún inconveniente. Su opción secesionista tiene que llevar consigo la instalación de fronteras arancelarias así como su salida de la UE y del euro como disponen los tratados europeos además de la pérdida de la nacionalidad española. Y el Barça a jugar con el Mollerusa. Cuando sufrieran las secuelas, los que ahora aplauden la secesión, serían los primeros en correr a palos a quienes, engañándoles, les habían conducido a esa situación.

Claro que antes de irse habrían de liquidar los 160.000 Millones de euros que les corresponde del total de la deuda española. Y los 66.000 millones de la deuda autonómica propia que, como están en bono basura, los avala el estado español que tanto les roba.

De este modo, al menos hasta que volvieran, porque volverían, descansaríamos de este martirio mental que no nos merecemos. ¡Qué coñazo, Señor, qué coñazo¡

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