viernes, 16 de octubre de 2015

LA FIESTA NACIONAL DE ESPAÑA

 En España se conmemora la Fiesta Nacional el 12 de octubre, al igual que se hace en otros países civilizados. Con este motivo se celebran diversos actos y un desfile  militar que cada vez es más reducido. El presupuesto de este año ha sido de 800.000 €. Esta cantidad le parecerá elevada a algunos e insuficiente a otros. Yo creo que es una cifra ajustada, dados los tiempos que corremos, en relación al total del presupuesto nacional y teniendo en cuenta que se trata de una fiesta que es de todos los españoles y que se celebra una vez al año.

Por otra parte considero que todo ciudadano tiene derecho a su libertad de expresión y por tanto a pensar o actuar como le parezca. Pero sus opiniones o modos de actuación, para que puedan ser creíbles y dignos de consideración, han de cumplir algunas condiciones, por ejemplo: el respeto a las creencias de los demás, así como a la ley y a las instituciones y también tener como base un mínimo rigor histórico y de veracidad en sus planteamientos.

Hago esta digresión porque con motivo de nuestra fiesta nacional ha habido algunas opiniones y posturas de ciertos líderes de nuevo cuño que mueven a la conmiseración por su falta de rigor y su incoherencia.

Pasaré por alto las manifestaciones escatológicas de un indocumentado como Willy Toledo porque se descalifican por sí mismas. Este chico lo mejor que podría hacer es irse fuera de España si lo pasa tan mal. Y entretanto que adquiera en botica algún antidiarreico porque nos va a poner el país perdido. Es una pena que en el ordenamiento jurídico español no se prevea la posibilidad de privar de la nacionalidad  a personajes como este.

Lo de Ada Colau es más grave. La alcaldesa - que lo es por chiripa ya que sólo consiguió 11 ediles de los 41 del pleno - de una ciudad como Barcelona debería de ser un poco más comedida y algo menos analfabeta. Su sectarismo soberanista le impide celebrar la Fiesta Nacional española y la justificación que aporta en el sentido de que ella no celebra genocidios, es de vergüenza ajena por su falta de formación y de rigor histórico.

España en los momentos en que era imperio llevó a cabo una gesta, que ya hubieran querido para sí otras naciones, como fue el descubrimiento y la colonización de América. Esta epopeya, en la que no dudo pudieron producirse excesos, todos los imperios los han cometido y mucho más graves que los nuestros, no puede calificarse de genocidio pues si así hubiera sido hoy no habría un grupo de naciones pujantes con 400 millones de habitantes que hablan nuestra lengua, que asumieron muchas de nuestras costumbres y nuestra cultura y que son un crisol de cruce de razas. El calificar de genocidio nuestra actuación en América sólo demuestra o un analfabetismo supino o un sectarismo que la descalifica, por lo que la conclusión obvia es que esta chica no da la talla para ocupar la alcaldía de una ciudad de la categoría de Barcelona. Deberían cambiarla.

Su colega de Madrid, Manuela Carmena, que también es de izquierdas y progresista, pero con un bagaje cultural y democrático bastante más elevado, sí acudió al desfile y a la recepción real. Y lo ha hecho porque ella representa a todos los madrileños a los que la votaron y a los que no lo hicieron y el respeto institucional exige estos comportamientos.

Lo de Pablo Iglesias mueve a risa. Este hombre ya no sabe si tocar las campanas o ir a la procesión. No se sabe si sube o baja, si va o viene. Bueno bajar sí que sabemos que baja porque Podemos cada vez obtiene menos apoyos en las encuestas. Es el resultado lógico de la actuación de una persona de izquierda radical en sus ideas que se pone la piel de cordero para parecer que es de centro, dejando a la izquierda la socialdemocracia, en busca de votos a toda costa. Pero como se le ha ido la mano hacia la derecha, en ocasiones como la del Fiesta Nacional da golpes de efecto para congraciarse con sus correligionarios de origen. Y con estos vaivenes y la prepotencia que le caracteriza pues va perdiendo votos a chorros de un lado y de otro.

¿Se imaginan ustedes el número que hubiera montado el joven si a la Casa Real se le ocurre no invitarlo a la recepción oficial? Como le ganaron por la mano y sí lo hicieron,  justificó su ausencia con argumentos llenos de demagogia barata, con el fin de hacerse notar una vez más. Y lo único que ha conseguido es hacer el ridículo.

Y mientras tanto en Nueva York los hispanos descendientes de las víctimas del “genocidio” celebrando por todo lo alto la fiesta de España y proyectando la imagen de nuestra bandera sobre el Empire State. ¡Qué cosas¡



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