lunes, 31 de agosto de 2015

REFUGIADOS

En Siria, Irak o Afganistán países afectados por guerras internas,  un ingente número de hombres, mujeres y niños se ven compelidos a abandonar sus lugares de residencia como único medio de salvar sus vidas, aunque en su huida den por perdidas sus haciendas.

Su objetivo es llegar a Europa, especialmente a los países más desarrollados dentro de ella: Alemania, Francia, Países Nórdicos, Reino Unido en donde esperan poder rehacer sus vidas y encontrar una estabilidad personal y familiar de la que ahora carecen. Huyen desesperadamente porque la alternativa que les espera si permanecen en sus territorios es una muerte casi segura.

Abandonados a su suerte, desamparados, recibiendo atenciones muy precarias del ACNUR y de algunas ONGs como Médicos sin Fronteras, deambulan por las divisorias de países europeos como Macedonia, Serbia o Hungría, al acecho de un medio de transporte, que nunca llega, que les lleve a unas naciones de la vieja Europa, con costumbres muy distintas de las suyas, en las que esperan alcanzar una vida mejor.  

Su sufrimiento es patente y la sola visión de las caras de angustia y temor de los menores da idea de las penurias por las que están pasando en su obligada diáspora en búsqueda de una estabilidad de la que ahora carecen. No han elegido ellos esta situación, estaban en sus lares bien tranquilos, pero guerras fratricidas les obligan al exilio.

En esta época del año padecen cansancio, hambre, sed y calor pero no quiero pensar lo que puede suceder cuando el invierno riguroso aparezca en estos territorios por los que ahora se mueven. No aguantarán las bajas temperaturas que en poco tiempo se instalarán en Centroeuropa.

En todo este maremágnum las mafias, que campan a sus anchas, se aprovechan de estas pobres gentes, haciendo realidad la frase acuñada por Plauto e incardinada en las teorías filosóficas por Hobbes de que “lupus est homo homini” “el hombre es un lobo para el hombre” En una autopista austríaca, encerrados en un camión frigorífico, han encontrado setenta y un cadáveres de personas refugiadas fallecidas por asfixia en su hacinamiento y abandonadas por estos delincuentes que comercian con la necesidad y las vidas ajenas.

Los países de Europa se muestran renuentes a acoger este elevado número de personas, pero los principios democráticos y el nivel de desarrollo que disfrutamos nos obligan a tomar posición y a tratar de mejorar las condiciones de vida de estos refugiados. Para eso hemos suscrito la Declaración Universal de Derechos Humanos, que además de para hacerse la foto los políticos, exige unos deberes a las naciones firmantes que hay que cumplir.

Por eso los europeos hemos de dar ejemplo y proceder a la acogida de estos seres desvalidos, de modo que se haga un reparto equitativo entre las diferentes naciones, para tratar de paliar en todo lo posible el sufrimiento y las penurias que soportan y procurarles un nuevo hogar, en el que ellos darán lo mejor de sí mismos para contribuir a mejorar con su trabajo esos países receptores.

Contra estos éxodos masivos no vale poner vallas con concertinas porque al final siempre las superan aunque les cueste la vida a muchos de ellos.  La vida no vale nada, si en tu país de origen te espera la muerte.

Por eso es mejor tomar conciencia del problema, intentar atajarlo en los países afectados evitando los conflictos armados y  como complemento facilitar inversiones en ellos que fijen allí las poblaciones y eviten las huidas masivas.

Pero en la situación actual no parece que existan soluciones mágicas para evitar estos exilios de guerra. Sólo la solidaridad podrá solucionar este gravísimo problema. Si tratamos de aplicar criterios exclusivamente economicistas estaremos equivocados. El marear la perdiz como estamos haciendo los europeos sólo conduce al descrédito de nuestros países que no se están mostrando a la altura de las circunstancias como sería lo exigible.

1 comentario:

  1. Mucho me temo que la "solución" al problema ya está tomada. Cuando otro asunto cualquiera elimine de las portadas de los informativos este conflicto; poquito a poquito, sin hacer ruido, se les irá devolviendo a sus orígenes, o sitios parecidos. Se les comprará con unos pocos euros, un billete de avión y a otra cosa mariposa.
    Fdo. Angel Sánchez Sánchez-Mora

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