viernes, 4 de septiembre de 2015

POLÍTICA DE GESTOS

Los electores que participaron en los pasados comicios del 24 M propiciaron con sus votos que partidos de nuevo cuño como Podemos y sus agrupaciones o Ciudadanos accedieran al gobierno de ayuntamientos y comunidades autónomas o bien decidieran con sus apoyos quien gobernaba estas instituciones.

Estoy seguro de que lo votantes de los nuevos partidos o coaliciones lo hicieron porque buscaban una alternativa a las formaciones tradicionales que llevan gobernando en España prácticamente desde el comienzo de la transición. Votaron políticas nuevas cuyos objetivos habrían de ser: desterrar la corrupción que ha anidado en España en muchos estamentos de la clase dirigente, eliminar el envilecimiento político y el nepotismo, buscar nuevas fórmulas para salir de la crisis y encontrar soluciones para amplias capas de la sociedad afectadas por los recortes y reformas aplicados por los gobiernos habidos durante este período crítico.

Pues bien transcurridos tres meses desde que tuvieron lugar los comicios, las actuaciones de los nuevos dirigentes ha consistido la mayor parte de las veces en una política de gestos, que en general es un brindis al sol, porque sus efectos sobre el bienestar de los ciudadanos son bastante reducidos por no decir nulos.

El que los ayuntamientos se declaren anti taurinos, eliminando las subvenciones a la fiesta brava, aparte de afectar a un bien cultural de España, como son las corridas de toros, no tienen ninguna consecuencia real para mejorar la vida de los ciudadanos, que seguirán con sus problemas haya o no toros en su demarcación. Sorprendentemente sí que se subvenciona la celebración de determinados eventos en los que las músicas se mezclan con sustancias diversas o en su transcurso tienen lugar botellones en los que los asistentes se ponen de alcohol hasta las trancas.

Me ha parecido lógico que Ada Colau, que gobierna gracias a que consiguió 11 escaños de los 41 que tiene su ayuntamiento, destrone del salón de plenos de la institución la efigie del rey emérito porque éste ya no ocupa la jefatura del Estado. Aunque la ley le obliga a reponer de inmediato la del nuevo rey Felipe VI. Cosa que no ha hecho hasta el momento. Y es que la joven ya ha manifestado que ella las leyes injustas no las aplica. Y se ha quedado tan pancha, sin presentar su dimisión de inmediato. Claro que muchos políticos catalanes están acostumbrados a pasarse por el arco del triunfo las leyes o sentencias cuando no favorecen sus intereses.

A los madrileños les da un poco lo mismo, porque no solucionará sus problemas, que la señora Carmena, su alcaldesa, vaya al trabajo en metro, autobús, a pie o a caballo porque el modo de hacerlo es inocuo para resolver sus cuitas. El uso razonable del coche oficial es bueno porque permite ganar tiempo en los desplazamientos y poder atender mejor los asuntos importantes. Lo que no es de recibo, como han hecho hasta la fecha muchos políticos es utilizar el mismo para asuntos particulares tales como ir a actos y fiestas privados, llevar los niños al colegio, ir de compras o marchar de veraneo con el vehículo oficial.

La alcaldesa de la ciudad valenciana de Bétera ha tenido una ocurrencia con la que ha pretendido matar dos pájaros de un tiro. Ha consistido en que en la procesión de la virgen patrona ella asiste al recorrido, pero elude entrar en la iglesia para participar de la ceremonia religiosa. Como si la procesión no fuera una manifestación de fervor mariano del mismo rango que los oficios que se lleven a cabo en el interior del templo.

Hay cientos de casos ejemplo de esta política de gestos. Algunos de ellos, dan pena porque denotan un sectarismo y una incultura de un nivel notable. Por ejemplo en Madrid figura una lista de calles cuyos nombres quieren cambiar por el carácter franquista de sus titulares. Una de ellas es la dedicada a Don Santiago Bernabéu un prócer deportivo que paseó por Europa entera con su equipo, el Real Madrid, el nombre de España cuando estábamos en el más absoluto aislamiento internacional. Increíble.

Así que los nuevos gobernantes deberían dejar de lado esta política gestual que no produce beneficio tangible a los ciudadanos y dedicar todos sus esfuerzos a perseguir la corrupción y el nepotismo, ya se están dando nuevos casos de este último en Madrid y Barcelona como sitios destacados, y a conseguir que se realicen inversiones productivas que además de mejorar el desempleo y reducir la desigualdad social, proporcionen unos salarios suficientes a los ciudadanos que les permitan vivir dignamente, a la par que mantienen los servicios municipales o autonómicos en un adecuado nivel de funcionamiento.

 Lo demás son fuegos artificiales y brindis al sol de efectos efímeros.

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