POLÍTICA DE GESTOS
Los
electores que participaron en los pasados comicios del 24 M propiciaron con sus
votos que partidos de nuevo cuño como Podemos y sus agrupaciones o Ciudadanos
accedieran al gobierno de ayuntamientos y comunidades autónomas o bien
decidieran con sus apoyos quien gobernaba estas instituciones.
Estoy
seguro de que lo votantes de los nuevos partidos o coaliciones lo hicieron
porque buscaban una alternativa a las formaciones tradicionales que llevan
gobernando en España prácticamente desde el comienzo de la transición. Votaron
políticas nuevas cuyos objetivos habrían de ser: desterrar la corrupción que ha
anidado en España en muchos estamentos de la clase dirigente, eliminar el
envilecimiento político y el nepotismo, buscar nuevas fórmulas para salir de la
crisis y encontrar soluciones para amplias capas de la sociedad afectadas por
los recortes y reformas aplicados por los gobiernos habidos durante este
período crítico.
Pues
bien transcurridos tres meses desde que tuvieron lugar los comicios, las
actuaciones de los nuevos dirigentes ha consistido la mayor parte de las veces
en una política de gestos, que en general es un brindis al sol, porque sus
efectos sobre el bienestar de los ciudadanos son bastante reducidos por no
decir nulos.
El
que los ayuntamientos se declaren anti taurinos, eliminando las subvenciones a
la fiesta brava, aparte de afectar a un bien cultural de España, como son las
corridas de toros, no tienen ninguna consecuencia real para mejorar la vida de
los ciudadanos, que seguirán con sus problemas haya o no toros en su
demarcación. Sorprendentemente sí que se subvenciona la celebración de
determinados eventos en los que las músicas se mezclan con sustancias diversas
o en su transcurso tienen lugar botellones en los que los asistentes se ponen
de alcohol hasta las trancas.
Me
ha parecido lógico que Ada Colau, que gobierna gracias a que consiguió 11
escaños de los 41 que tiene su ayuntamiento, destrone del salón de plenos de la
institución la efigie del rey emérito porque éste ya no ocupa la jefatura del
Estado. Aunque la ley le obliga a reponer de inmediato la del nuevo rey Felipe
VI. Cosa que no ha hecho hasta el momento. Y es que la joven ya ha manifestado
que ella las leyes injustas no las aplica. Y se ha quedado tan pancha, sin
presentar su dimisión de inmediato. Claro que muchos políticos catalanes están
acostumbrados a pasarse por el arco del triunfo las leyes o sentencias cuando no
favorecen sus intereses.
A
los madrileños les da un poco lo mismo, porque no solucionará sus problemas,
que la señora Carmena, su alcaldesa, vaya al trabajo en metro, autobús, a pie o
a caballo porque el modo de hacerlo es inocuo para resolver sus cuitas. El uso
razonable del coche oficial es bueno porque permite ganar tiempo en los
desplazamientos y poder atender mejor los asuntos importantes. Lo que no es de
recibo, como han hecho hasta la fecha muchos políticos es utilizar el mismo
para asuntos particulares tales como ir a actos y fiestas privados, llevar los
niños al colegio, ir de compras o marchar de veraneo con el vehículo oficial.
La
alcaldesa de la ciudad valenciana de Bétera ha tenido una ocurrencia con la que
ha pretendido matar dos pájaros de un tiro. Ha consistido en que en la
procesión de la virgen patrona ella asiste al recorrido, pero elude entrar en
la iglesia para participar de la ceremonia religiosa. Como si la procesión no
fuera una manifestación de fervor mariano del mismo rango que los oficios que
se lleven a cabo en el interior del templo.
Hay
cientos de casos ejemplo de esta política de gestos. Algunos de ellos, dan pena
porque denotan un sectarismo y una incultura de un nivel notable. Por ejemplo
en Madrid figura una lista de calles cuyos nombres quieren cambiar por el
carácter franquista de sus titulares. Una de ellas es la dedicada a Don
Santiago Bernabéu un prócer deportivo que paseó por Europa entera con su equipo,
el Real Madrid, el nombre de España cuando estábamos en el más absoluto
aislamiento internacional. Increíble.
Así
que los nuevos gobernantes deberían dejar de lado esta política gestual que no
produce beneficio tangible a los ciudadanos y dedicar todos sus esfuerzos a
perseguir la corrupción y el nepotismo, ya se están dando nuevos casos de este
último en Madrid y Barcelona como sitios destacados, y a conseguir que se
realicen inversiones productivas que además de mejorar el desempleo y reducir
la desigualdad social, proporcionen unos salarios suficientes a los ciudadanos
que les permitan vivir dignamente, a la par que mantienen los servicios municipales
o autonómicos en un adecuado nivel de funcionamiento.
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