INCENDIO EN LA
SIERRA DE GATA
Desde
mi lugar de vacaciones he asistido consternado al terrible incendio forestal
acontecido en la Sierra de Gata, una comarca de gran belleza ubicada en el
norte de Cáceres, que ha arrasado un considerable número de hectáreas: 5.000,
6.000 u 8.000 , da igual, porque la catástrofe producida es impresionante en
cualquier caso.
Estoy
seguro de que las labores de extinción se han llevado a cabo con una gran
profesionalidad como siempre ha sido. Los mandos, técnicos y personal del
INFOEX conocen perfectamente su oficio y estoy seguro que han actuado con toda
la pericia posible. Ellos tienen suficiente experiencia para atajarlo. Hoy día hay
medios bastantes tanto terrestres y aéreos como de seguimiento y control para
combatir este tipo de incendios. Otra cosa es que las condiciones
meteorológicas lo permitan. Con vientos de 80 – 100 km/h, cambiantes y baja
visibilidad resulta tremendamente difícil combatir el incendio. A pesar del
denuedo y la profesionalidad de los intervinientes en su extinción.
Lo
más trágico de todo este episodio, es que el incendio tiene el cariz de que ha
sido provocado por la mano de uno o varios insensatos, que desconocen las
consecuencias de sus actos y que, en su paranoia, son incapaces de evaluar el
desastre que causan con su criminal actuación.
En
todo caso es conveniente extraer conclusiones de estos graves incidentes para
tratar de mejorar la explotación del monte y evitar en todo lo posible que se
produzcan incendios futuros o que si tiene lugar sus consecuencias negativas se
minimicen al máximo.
En
este sentido me permito expresar en voz alta algunas ideas que nacen más del
sentido común y de la observación de lo que hacen en otros países, que de mi conocimiento
del monte que es limitado.
La
primera cuestión radica en impedir legalmente que los dueños del monte que se
quema puedan sacar ventajas especulativas del incendio. Quizás en la nueva ley
de Montes no se cumple este principio. Habría que revisarla con urgencia.
Es
importante que los ruedos de los núcleos urbanos o urbanizaciones estén exentos
de arbolado y material forestal combustible y dedicarlos a otras actividades.
No sé evaluar la anchura de esta banda pero 100 o 200 metros deberían estar
libres de material forestal con riesgo de ignición. Si no se hace así el
incendio podrá afectar a viviendas,
negocios y a sus habitantes.
Además
de que estén formados por especies autóctonas más resistentes al fuego, los
bosques no deberían constituir una masa continua, sino que habrían de estar
separados por zonas exentas de árboles o sotobosque y dedicados a otros aprovechamientos
de modo que se constituyeran en cortafuegos naturales que habría que mantener
limpios. Esta forma de proceder la he observado en algunos países con grandes
masas boscosas y con climas menos proclives que el nuestro al incendio
forestal: Polonia y los Países Bálticos adoptan este tipo de defensa y alternan
zonas boscosas con otras libres dedicadas a la agricultura o a la ganadería.
Hay
un dicho muy conocido que reza que los incendios se apagan en invierno. Aunque
ya se hace, pero creo que no lo suficiente, el sotobosque hay que mantenerlo lo
más limpio posible de malas hierbas y arbustos para impedir la ignición
primera. Incluso en el caso de que el incendio se produjese por causas
naturales: rayos por ejemplo. Un bosque limpio arde peor que uno sucio de maleza,
la cual, además, compite en su alimentación con el bosque principal.
Los residuos obtenidos de la limpieza pueden
aprovecharse en instalaciones de biomasa para producción de energía.
Hay
un refrán que dice que en los pueblos chicos nos conocemos todos. Y es verdad.
Tal vez procesos de seguimiento e investigación de la actividad de personas que
habitan los pueblos de montaña que puedan ser proclives a su actuación como
pirómanos sería conveniente. Y concienciar a la población para que denuncie
cualquier atisbo de posibles comportamientos anormales de estas personas.
Y
por último animar a los serragatinos. A pesar de la tragedia el fuego solamente
ha afectado a un 6 % de su territorio y aunque el paisaje de la parte quemada
pueda haber quedado muy afectado, se han salvado el clima, la gastronomía, el
patrimonio cultural y permanece la calidad humana de sus gentes. La Sierra de
Gata sigue siendo una comarca de gran belleza que merece ser visitada pues
mantiene atractivo suficiente en su clima, en sus paisajes y en sus pueblos
para que así sea. Y el aspecto de las zonas afectadas, en un período de tiempo
no tan largo como pudiera parecer, volverá a su esplendor.
Yo no quiero poner en duda, que los "salvadores del mundo" ( como concepto), tengan buenas intenciones, pero antiguamente se limpiaba el monte, había grandes vias de separación prar evitar que todo el monte ardíera y todo eso ha desaparecido durante años, aunque creo que ahora se les está encendiendo otra vez la lucecita, pero poco a poco, no sea que moleste demasiado
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