viernes, 21 de agosto de 2015

INCENDIO EN LA SIERRA DE GATA

Desde mi lugar de vacaciones he asistido consternado al terrible incendio forestal acontecido en la Sierra de Gata, una comarca de gran belleza ubicada en el norte de Cáceres, que ha arrasado un considerable número de hectáreas: 5.000, 6.000 u 8.000 , da igual, porque la catástrofe producida es impresionante en cualquier caso.

Estoy seguro de que las labores de extinción se han llevado a cabo con una gran profesionalidad como siempre ha sido. Los mandos, técnicos y personal del INFOEX conocen perfectamente su oficio y estoy seguro que han actuado con toda la pericia posible. Ellos tienen suficiente experiencia para atajarlo. Hoy día hay medios bastantes tanto terrestres y aéreos como de seguimiento y control para combatir este tipo de incendios. Otra cosa es que las condiciones meteorológicas lo permitan. Con vientos de 80 – 100 km/h, cambiantes y baja visibilidad resulta tremendamente difícil combatir el incendio. A pesar del denuedo y la profesionalidad de los intervinientes en su extinción.

Lo más trágico de todo este episodio, es que el incendio tiene el cariz de que ha sido provocado por la mano de uno o varios insensatos, que desconocen las consecuencias de sus actos y que, en su paranoia, son incapaces de evaluar el desastre que causan con su criminal actuación.

En todo caso es conveniente extraer conclusiones de estos graves incidentes para tratar de mejorar la explotación del monte y evitar en todo lo posible que se produzcan incendios futuros o que si tiene lugar sus consecuencias negativas se minimicen al máximo.
En este sentido me permito expresar en voz alta algunas ideas que nacen más del sentido común y de la observación de lo que hacen en otros países, que de mi conocimiento del monte que es limitado.

La primera cuestión radica en impedir legalmente que los dueños del monte que se quema puedan sacar ventajas especulativas del incendio. Quizás en la nueva ley de Montes no se cumple este principio. Habría que revisarla con urgencia.

Es importante que los ruedos de los núcleos urbanos o urbanizaciones estén exentos de arbolado y material forestal combustible y dedicarlos a otras actividades. No sé evaluar la anchura de esta banda pero 100 o 200 metros deberían estar libres de material forestal con riesgo de ignición. Si no se hace así el incendio podrá afectar a  viviendas, negocios y a sus habitantes.

Además de que estén formados por especies autóctonas más resistentes al fuego, los bosques no deberían constituir una masa continua, sino que habrían de estar separados por zonas exentas de árboles o sotobosque y dedicados a otros aprovechamientos de modo que se constituyeran en cortafuegos naturales que habría que mantener limpios. Esta forma de proceder la he observado en algunos países con grandes masas boscosas y con climas menos proclives que el nuestro al incendio forestal: Polonia y los Países Bálticos adoptan este tipo de defensa y alternan zonas boscosas con otras libres dedicadas a la agricultura o a la ganadería.

Hay un dicho muy conocido que reza que los incendios se apagan en invierno. Aunque ya se hace, pero creo que no lo suficiente, el sotobosque hay que mantenerlo lo más limpio posible de malas hierbas y arbustos para impedir la ignición primera. Incluso en el caso de que el incendio se produjese por causas naturales: rayos por ejemplo. Un bosque limpio arde peor que uno sucio de maleza, la cual, además, compite en su alimentación con el bosque principal.

 Los residuos obtenidos de la limpieza pueden aprovecharse en instalaciones de biomasa para producción de energía.

Hay un refrán que dice que en los pueblos chicos nos conocemos todos. Y es verdad. Tal vez procesos de seguimiento e investigación de la actividad de personas que habitan los pueblos de montaña que puedan ser proclives a su actuación como pirómanos sería conveniente. Y concienciar a la población para que denuncie cualquier atisbo de posibles comportamientos anormales de estas personas.

Y por último animar a los serragatinos. A pesar de la tragedia el fuego solamente ha afectado a un 6 % de su territorio y aunque el paisaje de la parte quemada pueda haber quedado muy afectado, se han salvado el clima, la gastronomía, el patrimonio cultural y permanece la calidad humana de sus gentes. La Sierra de Gata sigue siendo una comarca de gran belleza que merece ser visitada pues mantiene atractivo suficiente en su clima, en sus paisajes y en sus pueblos para que así sea. Y el aspecto de las zonas afectadas, en un período de tiempo no tan largo como pudiera parecer, volverá a su esplendor.

Finalizadas mis vacaciones vuelvo a las andadas. Espero seguir contando con su amabilidad al dedicar parte de su tiempo a la lectura de mi blog. Gracias.

1 comentario:

  1. Yo no quiero poner en duda, que los "salvadores del mundo" ( como concepto), tengan buenas intenciones, pero antiguamente se limpiaba el monte, había grandes vias de separación prar evitar que todo el monte ardíera y todo eso ha desaparecido durante años, aunque creo que ahora se les está encendiendo otra vez la lucecita, pero poco a poco, no sea que moleste demasiado

    ResponderEliminar