martes, 25 de agosto de 2015

OLEADA ANTITAURINA

Una buena parte del territorio español está ocupado por un ecosistema típico del clima mediterráneo: la dehesa. Se trata de una degeneración del bosque mediterráneo que se ha convertido por acción antrópica en un sistema agroforestal, el cuál ocupa parte del oeste y del centro y sur de España.

Cientos de miles de hectáreas de esta dehesa son albergue natural de una raza única en el mundo perteneciente a la especie bovina: el toro de lidia (Bos Taurus). Un toro totémico con unas características únicas dentro de su especie y que a lo largo de siglos se ha conservado como raza exclusiva ocupando buena parte de este ecosistema natural en el que obtiene su alimentación básica.

Desde tiempo inmemorial la característica fundamental del toro de lidia: su capacidad de embestida, su bravura, ha sido aprovechada en tradicionales fiestas taurinas de todo tipo y especialmente en las corridas de toros de modo que este espectáculo, único en el mundo, ha conseguido llegar a ser considerado como la fiesta nacional de España.

Infinidad de figuras de la literatura, la pintura, la escultura o la música, personas dotadas de una gran sensibilidad, han dedicado al toro de lidia y a su fiesta muchas de sus mejores creaciones pues la pugna del toro y del torero en el ruedo es de una belleza plástica incuestionable.

El desarrollo de la corrida de toros, espectáculo que está regulado legalmente, con vistas a proteger al máximo la dignidad del astado y evitar suplicios innecesarios, no puede decirse en puridad, salvo para espíritus extremadamente delicados, que constituya un acto de barbarie ni de ensañamiento con el toro, al que en todo momento se le respeta la posibilidad de defenderse y de expresar lo que genéticamente lleva dentro: la bravura y la nobleza de la embestida.

El espectáculo taurino tiene un desarrollo muy complejo que comienza en el campo con la cría y cuidados que los ganaderos proporcionan al ganado bravo objeto de una selección genética continuada. Este manejo contribuye al equilibrio de la dehesa ya que el aprovechamiento de los pastos facilita que el sotobosque de encina, alcornoque y roble, quede controlado y limpio disminuyendo el riesgo de incendios forestales.

La actividad que rodea al toro de lidia genera una buena cantidad de puestos de trabajo: mayorales, vaqueros, veterinarios, transportistas, industrias de piensos y otros puestos indirectos, La propias corridas también originan un considerable número de empleos: toreros, banderilleros, picadores, monosabios, mozos de espadas, transportistas, cronistas y apoderados además de los que crea en sectores relacionados con la fiesta brava.  

Pues bien todo este entramado de la fiesta nacional, una tradición española de siglos, pretende ser destruido de un plumazo con métodos inquisitoriales y sin alternativa posible, por unos cuantos radicales de izquierdas que ahora están tocando poder, el cual les ha sido otorgado por los electores para que resuelvan la crisis y los problemas de paro, desahucios, desigualdad y no para perder el tiempo en estos fuegos artificiales que lo único que conseguirán es precisamente más desempleo y una peor condición medioambiental en parte de la dehesa, además de la desaparición de una raza bovina irrepetible.

Para evitar esta injerencia injustificable, los poderes del Estado habrían de habilitar normativa legal que impida que unos cuántos, para darse un capricho, puedan tirar por tierra una tradición secular. Si la fiesta de los toros tiene que desaparecer lo ha de hacer de forma natural, es decir por renuncia de los españoles a asistir a estos espectáculos y no por imposiciones dictatoriales de unos cuantos. Hace unos días en Pontevedra había una manifestación de 300 anti taurinos y 8.000 espectadores abarrotando la plaza de toros.

Para proteger la fiesta habría de otorgarse mediante una ley básica el grado de Bien Cultural protegido a las corridas de toros, de modo que solamente una norma emanada del Congreso pudiera intervenir sobre ellas, modificar su status o suprimirlas. Y evitar así lo acontecido en Cataluña en donde los políticos catalanes, por razones de tipo soberanista, ya han conseguido eliminar la celebración de corridas de toros en su territorio, para tratar de borrar una tradición española, pero muy a su pesar también catalana.

Otra cosa es que si se dan todavía espectáculos populares en los que el toro es maltratado, se regulen los mismos de modo que se proteja al animal y se le eviten sufrimientos innecesarios, manteniendo el resto del espectáculo. Pero eso es otra cosa muy distinta.




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