OLEADA
ANTITAURINA
Una
buena parte del territorio español está ocupado por un ecosistema típico del
clima mediterráneo: la dehesa. Se trata de una degeneración del bosque
mediterráneo que se ha convertido por acción antrópica en un sistema
agroforestal, el cuál ocupa parte del oeste y del centro y sur de España.
Cientos
de miles de hectáreas de esta dehesa son albergue natural de una raza única en
el mundo perteneciente a la especie bovina: el toro de lidia (Bos Taurus). Un
toro totémico con unas características únicas dentro de su especie y que a lo
largo de siglos se ha conservado como raza exclusiva ocupando buena parte de
este ecosistema natural en el que obtiene su alimentación básica.
Desde
tiempo inmemorial la característica fundamental del toro de lidia: su capacidad
de embestida, su bravura, ha sido aprovechada en tradicionales fiestas taurinas
de todo tipo y especialmente en las corridas de toros de modo que este
espectáculo, único en el mundo, ha conseguido llegar a ser considerado como la
fiesta nacional de España.
Infinidad
de figuras de la literatura, la pintura, la escultura o la música, personas
dotadas de una gran sensibilidad, han dedicado al toro de lidia y a su fiesta muchas
de sus mejores creaciones pues la pugna del toro y del torero en el ruedo es de
una belleza plástica incuestionable.
El
desarrollo de la corrida de toros, espectáculo que está regulado legalmente,
con vistas a proteger al máximo la dignidad del astado y evitar suplicios
innecesarios, no puede decirse en puridad, salvo para espíritus extremadamente
delicados, que constituya un acto de barbarie ni de ensañamiento con el toro, al
que en todo momento se le respeta la posibilidad de defenderse y de expresar lo
que genéticamente lleva dentro: la bravura y la nobleza de la embestida.
El
espectáculo taurino tiene un desarrollo muy complejo que comienza en el campo
con la cría y cuidados que los ganaderos proporcionan al ganado bravo objeto de
una selección genética continuada. Este manejo contribuye al equilibrio de la
dehesa ya que el aprovechamiento de los pastos facilita que el sotobosque de
encina, alcornoque y roble, quede controlado y limpio disminuyendo el riesgo de
incendios forestales.
La
actividad que rodea al toro de lidia genera una buena cantidad de puestos de
trabajo: mayorales, vaqueros, veterinarios, transportistas, industrias de piensos
y otros puestos indirectos, La propias corridas también originan un considerable
número de empleos: toreros, banderilleros, picadores, monosabios, mozos de
espadas, transportistas, cronistas y apoderados además de los que crea en
sectores relacionados con la fiesta brava.
Pues
bien todo este entramado de la fiesta nacional, una tradición española de
siglos, pretende ser destruido de un plumazo con métodos inquisitoriales y sin
alternativa posible, por unos cuantos radicales de izquierdas que ahora están
tocando poder, el cual les ha sido otorgado por los electores para que resuelvan
la crisis y los problemas de paro, desahucios, desigualdad y no para perder el
tiempo en estos fuegos artificiales que lo único que conseguirán es
precisamente más desempleo y una peor condición medioambiental en parte de la
dehesa, además de la desaparición de una raza bovina irrepetible.
Para
evitar esta injerencia injustificable, los poderes del Estado habrían de
habilitar normativa legal que impida que unos cuántos, para darse un capricho,
puedan tirar por tierra una tradición secular. Si la fiesta de los toros tiene
que desaparecer lo ha de hacer de forma natural, es decir por renuncia de los
españoles a asistir a estos espectáculos y no por imposiciones dictatoriales de
unos cuantos. Hace unos días en Pontevedra había una manifestación de 300 anti taurinos
y 8.000 espectadores abarrotando la plaza de toros.
Para
proteger la fiesta habría de otorgarse mediante una ley básica el grado de Bien
Cultural protegido a las corridas de toros, de modo que solamente una norma emanada
del Congreso pudiera intervenir sobre ellas, modificar su status o suprimirlas.
Y evitar así lo acontecido en Cataluña en donde los políticos catalanes, por
razones de tipo soberanista, ya han conseguido eliminar la celebración de
corridas de toros en su territorio, para tratar de borrar una tradición
española, pero muy a su pesar también catalana.
Otra
cosa es que si se dan todavía espectáculos populares en los que el toro es
maltratado, se regulen los mismos de modo que se proteja al animal y se le
eviten sufrimientos innecesarios, manteniendo el resto del espectáculo. Pero
eso es otra cosa muy distinta.
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