jueves, 27 de agosto de 2015

LAS TRAMPAS DE PABLO IGLESIAS

En su retorno a la vida política tras el descanso veraniego, durante el cual no se le ha visto el pelo por los medios de comunicación con lo que a él le gustan, ha irrumpido  con fuerza Pablo Iglesias para intentar, haciendo trampas una vez más, que los ciudadanos comulguemos con ruedas de molino.

El hecho de que el líder de Podemos sea docente de universidad no lo autoriza a tratar a los españoles como si fuésemos tontos del haba. Su discurso de tinte profesoral, despachado como si estuviera dando una clase, es un conjunto de medias verdades, ambigüedades y mentiras como puños. De este modo va consiguiendo que cada vez menos españoles, que al principio recibieron su presencia con alborozo, crean en sus posiciones políticas acomodaticias a situaciones cambiantes aunque sean antitéticas.

En su desmedida devoción por Tsipras y su partido, a los que apoyó incondicionalmente en la campaña electoral que le dio el triunfo -  hoy ya no puede alentar a Syriza porque esta formación es una auténtica jaula de grillos -  ha tratado de justificar algo que no tiene justificación, como es la política contradictoria y mendaz para su pueblo que ha  utilizado su amigo el  líder heleno.

La verdad es que resulta muy difícil explicar la actuación de Tsipras, incluso a un manipulador de masas de la talla de Iglesias.

En un principio Tsipras y la totalidad de su partido Syriza se oponían a un tercer rescate para Grecia, ya que ellos sabían que las condiciones que les iban a imponer desde Europa eran todas contrarias a aquello que prometieron en su programa, con el que obtuvieron la mayoría absoluta en las elecciones griegas.

Cuando en el transcurso de las negociaciones con la UE Merkel y los suyos les apretaron las clavijas, se les ocurrió convocar un referéndum con la esperanza de que una victoria amplia de los griegos que comulgaban con  las tesis de Syriza  ablandaría a los europeos. El triunfo rotundo del No al rescate (casi el 62 %) dio un respiro a Tsipras y el resultado se vendió como un triunfo político del líder heleno al que se apuntaron de inmediato Pablo Iglesias y sus huestes.

Pero como en materia de “pelas” a los europeos les importa un rábano el resultado de un referéndum más o menos, le pusieron a Tsipras ante el dilema de rescate o Grexit. Y aquí se acabó la historia. Tsipras hizo todo lo contrario de lo que había decidido su pueblo y tragó con el tercer rescate y las condiciones inherentes al mismo. O sea que le temblaron las piernas  porque consideró, y aquí sí que estuvo acertado, que el Grexit era mucho peor que el rescate.

Una buena parte de Syriza se rebeló ante el cambio de postura y votó en su contra en la convalidación que hubo que llevar a cabo en el parlamento griego. De modo que la propuesta de rescate de Tsipras venció gracias a los votos de la oposición. Como ven todo un despropósito manifiesto. El corolario ha sido la ruptura del partido y nuevas elecciones adelantadas en Grecia.

Después de todos estos episodios, Iglesias ha calificado a su amigo Tsipras como un héroe, desdiciendo a su conmilitona y jefa en Andalucía, Teresa Rodríguez que horas antes opinaba todo lo contrario. Después, al parecer, la andaluza, que es muy lista, ha rectificado: disciplina de partido o a la calle. Todo muy democrático como puede verse.

En el colmo de la estulticia política, con su apoyo a Tsipras el líder de Podemos ha conseguido justificar a Zapatero y Rajoy sobre decisiones muy controvertidas adoptadas en su día por ellos: corrección del artículo 135 de la Constitución durante el mandato del primero y petición de un rescate financiero para el sistema bancario español supervisado por la “troika” por el segundo, así como las reformas y recortes correspondientes llevadas a cabo por ambos y que tanto daño han causado a una gran parte de los españoles. El argumento que Iglesias ha esgrimido para apoyar a Tsipras es el de que no había otra alternativa,  que es exactamente el mismo que utilizan los líderes socialista y popular  para respaldar sus actuaciones.

Así que Pablo Iglesias acaba de entrar en la “casta” con todos los honores, por la puerta grande y él solito sin que nadie se lo pidiera.

Ahora trata en vano de tomarnos por tontos para tratar de explicar lo inexplicable. Con lo que muchos indignados españolitos, antes creyentes en sus tesis, ya empiezan a atisbar lo que puede ocurrir en España si llegara a gobernar Podemos. Algo parecido a Grecia, solo que peor.


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