viernes, 7 de junio de 2024

 

A VUELTAS CON LOS RIEGOS DE TIERRA DE BARROS

El reciente cambio de gobierno acaecido en la Junta de Extremadura, parece que no le ha sentado nada bien a la ejecución de los riegos de Tierra de Barros, cuyas obras estaban a punto de licitarse cuando se produjo el relevo en el gobierno autonómico.

Esta ambiciosa transformación de secano a regadío ubicada en algo más de 15.000 ha de la comarca pacense de Tierra de Barros, es algo que se empezó a gestar en el Servicio de Ordenación de Regadíos de la Junta de Extremadura en 1998 cuando se incluyó como regadío privado en el Plan Nacional de Regadíos horizonte 2008.

El estudio previo con nivel de anteproyecto fue dado a conocer y explicado en las ciudades más importantes de Tierra de Barros afectadas por la transformación en el año 2001 propiciándose la constitución de una Comunidad de Regantes, condición indispensable para poder acometer la puesta en riego. 

Una primera crisis en el año 2008 con sus nefastas consecuencias en la economía y en las disponibilidades presupuestarias y la alternancia política en la Junta de Extremadura supusieron un frenazo en el desarrollo de estos riegos que estuvieron congelados unos cuantos años.

El regreso a la Junta de Extremadura de la administración socialista supuso un renovado impulso a estos regadíos que fueron declarados de interés de la comunidad autónoma por Decreto 232/2014 de 21 de octubre, publicado en el DOE de 27 de octubre de 2014. Esta declaración suponía el espaldarazo de la Junta a la puesta en riego de la zona y su respaldo a los regantes.

Y el último paso fundamental para los riegos de Barros ha sido la declaración de interés general de la nación que se contiene en la Ley de Presupuestos Generales del Estado para 2021 publicada en el BOE de 31 de diciembre de 2020. Este paso crucial permitirá al Estado participar en la financiación de las obras del proyecto de transformación en regadío de Tierra de Barros.

La característica principal de estos riegos es su sostenibilidad. Con una concesión de agua, aprobada por la Confederación Hidrográfica del Guadiana de 43,38 Hm3/año, se van a regar 15.170 ha. Esto nos da una dotación unitaria de unos 2.860 m3/ha.año. Como puede deducirse son regadíos de reducido consumo de agua, si se compara con otros de la cuenca cuya dotación media puede estar entre 5.500 – 6.000 m3/ha.

El proyecto va destinado a riegos de apoyo a cultivos leñosos, principalmente vid y olivar de gran implantación en la zona y a futuros cultivos leñosos de nueva introducción como el almendro, el pistacho o el nogal.

El suministro del agua para riego se efectuará desde los embalses de Alange (36,63 Hm3) y Villalba (6,75 Hm3).

En la planificación hidrológica de la Confederación Hidrográfica del Guadiana, existe una reserva de recursos de agua para estos regadíos. Por tanto, el organismo de cuenca garantiza que existe agua para estos riegos, en las condiciones medias que se dan en esta cuenca hidrográfica.

También tiene DIA positiva la ejecución de esta transformación.

En principio la ejecución de estos regadíos parece que tiene todas las bendiciones para poder ser financiados son fondos europeos en el porcentaje que se establezca en el PDR regulador y con la participación financiera de los regantes, la Junta de Extremadura y la Administración General del Estado.

El presupuesto del proyecto ha sufrido un sensible incremento en el coste de ejecución a consecuencia de la introducción de nuevas tecnologías de ahorro energético, como es la instalación de una planta fotovoltaica y otras cuestiones técnicas, además de una revisión de precios por la elevación del coste de los materiales, consecuencia de la crisis de la pandemia.

Antes de la revisión al alza de los precios, el coste del proyecto estaba en el entorno de los 250 Millones de euros. De esta cifra 65 M de euros los aportarían los regantes y el resto 185 Millones de euros las administraciones, supongo que, parcialmente, con fondos del FEADER dentro del programa operativo.

La revisión de precios ha elevado el coste en 100 millones de euros, resultando una cifra final de 350 millones de euros. Y el problema supongo radica en que hay que buscar financiación para el incremento de inversión que se ha producido.

Como en Bruselas no les gustan nada los regadíos, supongo que habrán puestas las correspondientes pegas para su ejecución y la nueva Junta de Extremadura ha reculado en su intención inicial de continuar con estos regadíos y cambiando el destino de los fondos del PDR destinados a este fin, más de 100 Millones de euros, que irán destinados a otras actividades rurales financiables con el PDR.

Como ejemplo de lo contrario, los riegos de Monterrubio de la Serena (1.200 ha), concebidos con igual criterio que los de Barros, en cuanto a dotaciones de agua y cultivos están en su fase final de ejecución y podrán funcionar en la campaña de riegos de 2025.

¿Cómo es posible que se abandonen los riegos de Barros y no se luche por ellos en su ejecución pidiendo las prórrogas que hagan falta ante Bruselas?

Y qué decir de la administración española, que se le llena la boca de que tenemos que hacer regadíos sostenibles. Y estos lo son. Pues debieran apoyarlos sin fisuras ante Bruselas. Y no lo hacen.

Hay más. El acuífero subterráneo de Tierra de Barros está prácticamente sobreexplotado y con algún problema de nitratos. Pues bien, estos regadíos que utilizan agua superficial serían un modo de descargar la presión sobre los recursos hídricos del acuífero. Y además se reducirían las pérdidas de nitratos por lixiviación y consiguiente contaminación de las aguas subterráneas, al poder aplicar en el riego por goteo técnicas de fertirrigación que conllevan un mejor uso de la fertilización nitrogenada.

Veremos en qué terminan estos regadíos. Pero sería importante para Extremadura continuar con su transformación.

De no hacerlo sería una burla para 1.200 regantes que han puesto su ilusión en ellos y una decepción para varios municipios de la Tierra de Barros, que llevan años esperando que este proyecto se haga realidad. Y para Extremadura sería también decepcionante

 

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