viernes, 1 de marzo de 2024

 

SEQUÍA: HAY QUE ADOPTAR MEDIDAS URGENTES

Estamos inmersos en un período de grave sequía que está afectando a buena parte de España. Las cuencas internas de Cataluña, la del Guadalquivir y algunas internas de Andalucía y la del Segura, presentan niveles muy bajos de acumulación de agua en los embalses. En otras cuencas, como la del Guadiana, las últimas lluvias han resuelto el problema de la próxima campaña.

Los períodos de sequía son frecuentes en climas mediterráneos como el español. He conocido episodios de grave sequía en los años 1978, 1982 – 83, 1992 – 95, la de 2004 – 2005 y la actual. Por tanto, la sequía es algo consuetudinario, especialmente en la denominada España seca.

Los expertos en el análisis de la variabilidad climática aseguran, que habrá un incremento en la frecuencia en los períodos de sequía y también un mayor número de etapas de lluvias torrenciales, con el consiguiente riesgo de producirse inundaciones graves.

Dado el escenario climático en el que nos movemos, la sequía hay que tratarla con miras de largo plazo en el tiempo. Y en España solemos actuar a corto plazo.

Se me ocurren unas cuantas actuaciones ineludibles. Examinémoslas.

En relación con las infraestructuras hidráulicas básicas podrían ser las siguientes:

·        Si habrá períodos de lluvia abundante y períodos secos, lo racional es aumentar la capacidad de regulación mediante la construcción de nuevos embalses, que acumulen los excesos de agua en los períodos húmedos, para utilizarla en los períodos secos. Estos embalses a su vez cumplirían la importante función de laminación de avenidas, en los casos de lluvias torrenciales para evitar daños en personas y bienes. El incremento de regulación a su vez serviría para asegurar los caudales ecológicos sin merma de la garantía de otros usos.

·        Diseñar un nuevo Plan Hidrológico Nacional, proyectando aquellos trasvases que sean imprescindibles, dejando a salvo las necesidades de la cuenca cedente.

·        Fomentar las investigaciones en los procesos de desalación para utilizar el agua de mar en abastecimientos urbanos o en regadíos próximos al mar, solucionando los problemas del retorno de la salmuera y su posible afección a los ecosistemas marinos.

·        Mejorar las actuaciones de depuración, de modo que el agua depurada pueda ser reutilizada en usos urbanos o en regadíos, consiguiendo la calidad pertinente en los efluentes depurados.

·        Llevar a cabo una explotación de los acuíferos acorde con su capacidad de renovación de agua, impidiendo la existencia de acuíferos sobreexplotados. Aquí habría mucho que hablar sobre los cientos de miles de aprovechamientos ilegales que, según diversas fuentes, siguen activos.

Respecto a los diferentes usos del agua, habría que actuar sobre los siguientes aspectos.

·        Mejora de la estanqueidad de las conducciones de abastecimiento urbano, tanto de aducción como de distribución, para evitar pérdidas en las mismas.

·        Campañas de concienciación a la población para hacer un consumo responsable del agua en los hogares, tanto en primeras como en segundas residencias. Hay que hacer ver que el agua es un bien escaso y no puede despilfarrarse.

·        Aunque sea muy duro para el usuario, revisar los precios del agua según los estados de la sequía, estableciendo unos mínimos exentos, para penalizar los altos consumos en momentos de falta de recursos hídricos.

·        Continuar los procesos de modernización de regadíos, para introducir en las zonas regables métodos de riego de alta eficiencia. Esta es una de las pocas políticas que se vienen haciendo con éxito desde el año 1998. Hay que seguir insistiendo en ellas puesto que todavía tenemos más de un 21 % de los regadíos españoles que se riegan por gravedad con un alto consumo de agua. Si se autorizan nuevos regadíos, estos sólo podrán llevarse a cabo mediante métodos de riego de alta eficiencia, no autorizando, salvo casos muy excepcionales, los regadíos por gravedad.

·        Y digitalizar los riegos de modo que controlemos tanto las dosis de riego a aplicar mediante el uso de datos agroclimáticos e imágenes satelitales o de drones, como el grado de humedad del suelo para dar los riegos en el momento más adecuado.

·        En cuanto a los caudales ecológicos a los que se da la categoría de ser una restricción previa a los sistemas de explotación, habría que actuar en varios frentes. El primero homologar métodos de cálculo que estén contrastados y que contribuyan a alcanzar el buen estado de las masas de agua. Esto exige programas de investigación y estudio sobre el particular. Y también se deberían aplicar reducciones de su cuantía en épocas de sequía en proporción a los diferentes estados: prealerta, alerta o emergencia en que se encuentren las distintas demarcaciones hidrográficas.

En España no se ha actuado con acierto en la previsión de las sequías y sus consecuencias para los diferentes usos del agua.

Prácticamente desde principios del siglo XXI no se han construido nuevas infraestructuras de regulación de agua en España. Parece que como a los ecologistas no les gustan, en el Ministerio siguen la corriente de ir aguantando y que llueva. Es más, se ha seguido una política de eliminación de embalses, totalmente errónea en nuestro clima.

Sí es de destacar lo logrado en modernización de regadíos. En España ya se riegan por goteo 2.025.928 ha, el 54,8 % de la superficie total de riego que alcanza 3.694.507 ha (ESYRCE, 2022), quedando solamente 793.402 ha en riego por gravedad. Se ha conseguido un importante avance en este aspecto. Pero hay que seguir modernizando.

Es necesario fomentar la investigación en aspectos tales como la desalación y la reutilización de las aguas depuradas para defendernos mejor de la sequía.

Y concienciarnos todos del valor del agua, como un bien escaso. Aunque cuando abramos el grifo o reguemos el agua salga sin problemas.

Pero sobre todo es imprescindible, que llueva. Sin agua la vida será más difícil para todos.

 

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