viernes, 8 de marzo de 2024

 

LEY DE RESTAURACION DE LA NATURALEZA DE LA UE: OTRO DESPROPÓSITO EN CIERNES

El Parlamento Europeo ha aprobado con 329 votos a favor, 275 en contra y 24 abstenciones la ley de Restauración de la Naturaleza en la UE. Todavía está pendiente de su paso por el Consejo antes de su promulgación como normativa comunitaria.

Respecto a los partidos españoles, PP, PNV y Vox votaron en contra; PSOE, Podemos, Anticapitalistas, Junts y ERC lo hicieron a favor. De los parlamentarios de Ciudadanos uno votó a favor, cuatro en contra y dos se abstuvieron y BNG se abstuvo.

Los socialistas españoles, han estado en primera línea de la ponencia de la Ley, a pesar del previsible daño que la misma va a causar a algunos sectores de la economía española y especialmente al sector agrario. Inconcebible.

Esta nueva ley está apoyada fundamentalmente por socialistas y otros partidos de izquierda ideológica, y por la patulea de ecologistas y verdes que pululan en Bruselas y sorprendentemente por una parte de los conservadores, ninguno español, que en su mayoría se han opuesto a ella.

A la vista del contenido de esta ley que parece poco pensada, creo que antes de que los parlamentarios electos accedieran al Parlamento Europeo, debieran recibir un curso intensivo de lo que es la Unión Europea y, en su transcurso, explicarles las diferencias, climáticas, territoriales y sociales que se dan en el territorio comunitario, a fin de que cuando voten sepan lo que están votando y sean conscientes de la imposibilidad de aplicar medidas uniformes a territorios diferentes.

Esta nueva ley, basada en la asunción del catastrofismo climático como dogma de fe y de principios de un ecologismo con tintes infantiles, en los que lo verde y la biodiversidad prevalecen sobre las necesidades de desarrollo económico de los territorios, vuelve a dar una nueva vuelta de tuerca y a afectar negativamente a algunos sectores especialmente al sector agrario al que haré referencia en lo que sigue.

La ley parte de la premisa, de que el 80 % de los ecosistemas de la UE están degradados. Y de que los países miembros de la UE en 2030 han de actuar en el 30 % de estos ecosistemas, sobre el 60 % en 2040 y sobre el 90 % en 2050.

Como se ve ya que no había bastante con presionar al sector agrario con la PAC, el Pacto Verde Europeo y la Agenda 2030, se sacan de la chistera esta nueva Ley de Restauración de la Naturaleza, que supondrá más limitaciones ambientales y burocráticas para nuestros agricultores y ganaderos. Los van a transformar en lugar de en entes productores de alimentos en cantidad y calidad para asegurar la alimentación a los ciudadanos europeos, en agentes del medio natural.

El texto inicialmente aprobado en el Parlamento Europeo respecto a los ecosistemas agrícolas, con vistas a mejorar la biodiversidad de los agroecosistemas, indica que los países de la UE habrán de avanzar en dos de los tres indicadores siguientes: el índice de mariposas de los pastizales, la proporción de tierras agrícolas con características paisajísticas muy diversas y las reservas de carbono orgánico en suelos minerales con tierras de cultivo. Además, deberán de tomarse medidas para aumentar el índice de aves comunes ligadas a medios agrarios ya que estos animales son buenos indicadores del estado general de la biodiversidad.

Dado que la restauración de las turberas drenadas es una de las formas más rentables de reducir las emisiones en el sector agrícola, los países de la UE deben reparar al menos el 30 % de las mismas (como mínimo deberá rehumedecerse una cuarta parte), el 40 % de aquí a 2040 y el 50 % para 2050 (donde habrá que rehumedecer al menos una tercera parte).

En roman paladino, estas condiciones se traducirán en unos mayores costes y dificultad para agricultores y ganaderos de llevar a buen término sus producciones y una mayor burocracia para implementar todas estas medidas adicionales. Las consecuencias serán una reducción de la producción agraria y encarecimiento de costes para los productores, pérdida de la soberanía alimentaria para la UE y, por consiguiente, una mayor dependencia de terceros países, favorecidos porque a ellos no les es de aplicación toda esta farragosa normativa.

Por otro lado, la ley exige una evolución positiva de varios indicadores en los ecosistemas forestales y que se planten 3 000 millones de árboles más. Los Estados miembros también tendrán que convertir al menos 25 000 km de ríos en cauces libres y garantizar que no se produzca una pérdida neta de la superficie nacional total de espacios verdes urbanos y de cubierta arbórea urbana.

La brillante idea de convertir 25.000 km de ríos en cauces libres, es muy bonita y bucólica, cuando se aplica a la Europa central y norteña donde llueve en cantidades suficientes, para evitar o reducir la construcción de obras de regulación en los cursos de agua.

Pero es inaplicable a los climas mediterráneos del sur europeo. Porque en estos climas con una distribución irregular de las lluvias en el espacio y en el tiempo es imprescindible la construcción de embalses para poder atender con garantía suficiente a los usos hídricos. Sin embalses en España sólo se regularía de modo natural el 9 % de la aportación por lluvia. Gracias a los embalses construidos la regulación llega al 45 – 50 % de la aportación por lluvia y permite la vida en España de los 48 millones de españoles y de los turistas que nos visitan, más de 80 millones. Y es que aplicar el modelo hidrológico de ríos centroeuropeos como el Rin, a ríos mediterráneos, como el caso del río Guadalquivir, por ejemplo, es un error descomunal.

Por eso sugería anteriormente, la idea de impartir un curso previo a los aspirantes a europarlamentario. Para que sepan al menos lo que tienen entre manos. Pues da la impresión de que no lo saben.

No hay comentarios:

Publicar un comentario