CATÁSTROFE CERECERA
En
el valle del Jerte, en el norte de la provincia de Cáceres, el cultivo del
cerezo (Prunus Avium) se remonta al siglo XVIII, en el que una enfermedad, la
tinta, atacó el cultivo del castaño que era el más importante de la zona, lo
que propició la introducción del cultivo del cerezo. Posteriormente se ha ido
ampliando el área de cultivo de este frutal de hueso a otras comarcas próximas
como la Vera, el valle del Ambroz, la sierra de Gata y Hurdes.
Hoy
día se cultivan en la provincia de Cáceres unas 7.500 ha, en plena producción,
con una cosecha de alrededor de 42.000 t en explotaciones predominantemente de
tipo familiar. Una explotación media de cerezo tiene 1,6 ha de superficie y
está distribuida en 4,5 parcelas. Los rendimientos medios están en unos 4.100
kg/ha en secano y 6.000 kg/ha en regadío. Las plantaciones se ubican en
altitudes comprendidas entre 450 m y 1.000 m aproximadamente.
La
distribución en altura y orientación típica del valle del Jerte, un valle en V,
con gradación en altura en ambas laderas y a lo largo del eje central del mismo
recorrido por el río Jerte, y la orientación solana – umbría, permite una
recolección escalonada del fruto y una distribución de variedades tempranas, de
media estación y tardías. En estas últimas se integra el grupo de las
principales picotas.
Esta
maduración escalonada hace que la campaña de recolección se extienda entre
abril y agosto y permite defenderse de ciertos fenómenos meteorológicos
negativos (helada, granizo o lluvia excesiva), al no coincidir en el tiempo la
maduración y posterior recolección de las distintas variedades.
Entre
las variedades tempranas destaca la Burlat, en las de media estación Bing, Van,
Summit, Sumburst o Navalinda y en tardías las picotas o Sweet Heart.
En
1945 se inició en el valle del Jerte un movimiento cooperativo, que posteriormente
alcanzaría una gran importancia, consolidándose en los años 60 y 70 gracias a
una excelente labor promotora del Servicio de Extensión Agraria. En 1974 se
puso el embrión de lo que hoy es la Agrupación de Cooperativas del Valle del
Jerte una potente cooperativa de segundo grado que agrupa 15 cooperativas y
unos 3.500 agricultores principalmente del valle del Jerte y de la Vera.
Dispone de unas instalaciones modélicas para acondicionamiento y
comercialización de las cerezas y fabrica licores y aguardiente Kirsch o
picotinas y también comercializa castañas, higos, ciruelas y algunos berries
(frutos rojos).
Existe
una denominación de origen protegida DOP, denominada Cereza del Jerte, que
acoge a 4 variedades de picotas: Ambrunés, la más conocida y con mayor superficie
de cultivo, Pico Negro, Pico Limón Negro y Pico Colorado, más otra variedad que
no es picota: Navalinda.
La
cereza es una fruta muy sensible a la lluvia cuando está en fase de terminación
de la formación del fruto. Se produce su rajado por exceso de aporte de agua al
fruto y su posterior podredumbre por el ataque de hongos. Todo esto hace que la
cosecha se vuelva inservible para su comercialización en fresco.
La
climatología en la campaña de este año 2023, ha sido especialmente dañina para
la cereza. Lluvias continuadas en el mes de mayo y primeros de junio han
causado una verdadera catástrofe en el cultivo. Estimaciones de organizaciones
agrarias fijan las pérdidas en un 70 – 80 % de la producción y en un montante
de unos 70 millones de euros. Una auténtica desgracia tanto para los
productores, como para los jornales de las familias que recogen las cerezas y
para las cooperativas que las comercializan.
Siempre
ha habido una línea de seguro del cerezo y hace unos años se suscribían
bastantes pólizas porque éstas cubrían moderadamente bien los siniestros. Pero
cambios habidos en las coberturas y las franquicias y el incremento de las
primas, han hecho los seguros poco atractivos para los agricultores, de modo
que según estimaciones sólo se han suscrito en torno a las 200 pólizas en la
presente campaña. En consecuencia, la mayor parte de las pérdidas que van a
soportar los cultivadores de cereza no están cubiertas por los seguros
agrarios. Y esto es una tragedia para las zonas de cultivo del cerezo.
Ante
esta difícil situación las autoridades locales y las organizaciones agrarias
están solicitando de la Junta de Extremadura y del Gobierno Central la
declaración de zona catastrófica y la concesión de ayudas directas a los
agricultores con vistas a paliar la ruina causada por las lluvias en las
plantaciones de cerezo. Esperemos que las autoridades sean sensibles a estas
peticiones, y se activen líneas de subvenciones tanto directas como fiscales, a
fin de que se palien los graves daños económicos acontecidos.
Pero
la solución coyuntural hay que completarla con un estudio de la línea de seguro
a fin de hacerla más atractiva y poder aumentar el número de pólizas suscritas
por los cultivadores, como ocurría unos años atrás, para que les pueda servir
de colchón protector ante estas adversidades climáticas, pues además de la
lluvia están el pedrisco y la helada y si me apuran períodos de sequía, que
pueden reducir drásticamente las producciones y producir episodios
catastróficos como el de la presente campaña.
Y
continuar la labor de investigación para encontrar variedades resistentes al
exceso de lluvia en la terminación del fruto o tratamientos adecuados para
evitar este problema.
El
cerezo es un recurso productivo muy importante para todo el norte de Cáceres y
debe ser protegido. Su mantenimiento servirá para fijar la población en el
territorio y evitar el despoblamiento de zonas que pueden vaciarse si el
cultivo y la cultura del cerezo desaparecen.
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