UNA
NUEVA TRAICIÓN AL PUEBLO SAHARAUI
Una
vez más España abandona al pueblo saharaui. Un debilitado Sánchez con
nocturnidad, alevosía y premeditación acaba de abrazar las tesis de Marruecos
sobre el Sáhara Occidental. Incumpliendo una vez más lo que figura en su
programa electoral.
No
se ha informado de este giro radical al Congreso ni al Senado, ni a los partidos
de la oposición, parece que tampoco a la facción podemita del gobierno, ni se
han dado a los ciudadanos razones que expliquen este giro copernicano del
sanchismo. El socialismo - el sanchismo es otra cosa - cuando gobernó en
España, mantuvo su neutralidad apoyando el referéndum que estaba auspiciado por
la ONU y que sigue sin llevarse a efecto.
Al
parecer tampoco se ha informado previamente a Argelia que acoge en su
territorio a los refugiados saharauis. No sé si este cambio de orientación
puede traer consecuencias para España, pero no ha de olvidarse que dependemos
en gran parte del gas argelino. Aunque el negocio sea el negocio. Pero…
La
España oficial vuelva a dejar abandonados a su suerte a los saharauis y no
cuenta en absoluto con su opinión. La España real nos muestra que hay muchos
ciudadanos españoles que apoyan a este pueblo. Diversas asociaciones de Amigos
del Pueblo Saharaui ubicadas a lo largo y ancho de España, defienden su causa,
facilitando la llegada de niños desde el desierto a España a través del
programa Vacaciones en Paz y proporcionando ayuda de manera continuada a los
campos de refugiados saharauis. Allí alrededor de 200.000 personas llevan 47
años padeciendo toda clase de privaciones en la hamada argelina cercana a
Tinduf. Javier Reverte ya sentenció en una de sus obras que “la hamada es un
desierto en el que nada sobrevive, salvo la sed”.
España
comenzó su cadena de errores en 1975, cuando siendo la potencia administradora
del Sáhara Occidental, chantajeada por la Marcha Verde que dirigió el monarca
alauita Hassan II, abandonó el territorio en una cobarde huida. Dejamos inermes
e indefensos a los saharauis ante el abusivo poder militar del ejército marroquí
que los persiguió por el desierto hasta terminar, transterrados, en la hamada
pedregosa cercana a Tinduf acogidos como refugiados por el gobierno argelino.
47
años después allí sigue el pueblo saharaui padeciendo toda clase de penurias y
estrecheces, haciendo frente a un clima durísimo con elevadas temperaturas, aridez
extrema, viento siroco con sus tormentas de arena que reducen la visibilidad a
unos cuantos metros y ausencia de cualquier tipo de comodidad de las que
estamos sobrados en el primer mundo.
Tuve
el honor de colaborar con este valiente y digno pueblo en la construcción entre
los años 2001 y 2003 de un huerto para producción de hortalizas bajo riego en
el campamento o wilaya de Dajla, el asentamiento más alejado de la capital
administrativa, Rabuni. Fui coordinador de aquel proyecto que estaba apoyado
técnica y económicamente por el gobierno socialista de Rodríguez Ibarra en la
Junta de Extremadura.
Un
proyecto de muy difícil ejecución por las características de los factores del
medio natural: clima desértico con altas temperaturas, aridez extrema y vientos
muy violentos, y suelos y agua con elevada presencia de sales. Se obtuvieron
resultados alentadores en diversos cultivos hortícolas.
Con
este motivo tuve la oportunidad de conocer a varios dirigentes del pueblo
saharaui. Todo ellos eran personas de una gran valía que luchaban denodadamente
porque su pueblo obtuviera las mejores ayudas de países amigos (en el caso de
España a través de las comunidades autónomas) - siempre el miedo a Marruecos –
y que agradecieron en la medida de sus posibilidades y hospitalidad la ayuda
que les prestó la Junta de Extremadura para la construcción de este huerto.
En
tres viajes que hice a los campos de refugiados en Argelia, tuve la oportunidad
de experimentar en mi propia persona las difíciles condiciones de subsistencia
de los saharauis en pleno desierto y las carencias de todo tipo a las que tienen
que hacer frente. Pero también pude apreciar la dignidad de un pueblo que lucha
por su supervivencia esperando que le reintegren sus territorios arrebatados a
tiros y muerte por las fuerzas marroquíes.
El
pueblo saharaui es la parte más débil en todo este proceso. Ellos no son
potencia con la que haya que negociar, ni tienen bienes que intercambiar, sólo
tienen su dignidad y la razón, que es aplastada por Marruecos y por los países
que le protegen como los Estados Unidos, de modo que es imposible hacer cumplir
las resoluciones de la ONU. 47 años de incumplimientos y muy pocos países
levantan la voz por este pueblo.
Y
para rematar la faena, España chantajeada por Marruecos en Ceuta y Melilla y
también con los envíos masivos de pateras a Canarias, claudica de modo
vergonzante ante las presiones alauitas. Sostienen los medios afectos a la
causa sanchista y turiferarios del gobierno, y hasta otros que no lo son como Carlos
Herrera – qué oscuros intereses no habrá detrás de esta larga cambiada - que la
nueva posición adoptada por España es la más pragmática y realista y que es un
éxito al ponernos del lado de Estados Unidos, Francia y Alemania.
Yo
añado que también es la postura más cobarde e indigna. Nuestro papel en el
Sáhara como potencia administradora no es comparable al de esos países. Los
saharauis eran en 1975 ciudadanos españoles con carnés de identidad y cartillas
de la Seguridad Social que así lo acreditaban. He visto estos documentos pues
los saharauis los mostraban con orgullo. A pesar de que los dejamos
abandonados.
Para
justificar este desafuero el ministro de Asuntos Exteriores mezcla la invasión
de Ucrania por parte de Putin con este radical cambio de postura injustificable
salvo por el miedo que se le tiene a Marruecos. ¿Qué tendrá que ver el culo con
las témporas? España sigue deslizándose por la pendiente de la indignidad y el
deshonor.
Esta
entrada tiene carácter extraordinario dada la nueva traición que España hace al
pueblo saharaui. El viernes volveremos al ritmo ordinario.
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