viernes, 18 de marzo de 2022

 

SECTORES ESTRATÉGICOS: LOS EXPERIMENTOS CON GASEOSA

Los países más desarrollados suelen mantener pujantes y poderosos, una serie de sectores de su economía que se consideran estratégicos e imprescindibles para asegurar las condiciones de vida de sus habitantes.

Las naciones más prósperas a pesar de la globalización que ha liberado de aranceles gran parte del comercio mundial, no han dejado de reforzar una serie de sectores de la economía que, por su importancia estratégica, es recomendable que se evite, en lo posible, la dependencia de países terceros. La aparición repentina de acontecimientos geopolíticos que se producen en el mundo es casi siempre imprevisible y escapa al control de los distintos países e instituciones, y sus consecuencias demuestran que la globalización no ha sido la panacea universal precisamente.

Algunas naciones han tomado decisiones muy a la ligera, que afectan a determinadas áreas vitales y la génesis de acontecimientos posteriores les han hecho quedar dependientes de países terceros que han de suministrarles bienes básicos.

En una Europa inmersa en el estado del bienestar y abducida por un ecologismo pueril que animado desde la burocracia de Bruselas ha calado profundamente en la sociedad, se han tomado algunas medidas apresuradas, basadas en la ideología ecologista, las cuales están siendo muy perjudiciales para la vieja Europa sumida en un ambientalismo ingenuo, infantil e irreal.

Países como Alemania, error clamoroso de Merkel, o España, optaron por cerrar centrales nucleares o poner en marcha programas de cierre, de una producción energética que no afecta al cambio climático - recientemente la UE ha declarado como verde a la energía nuclear - sin valorar las consecuencias ni tener soluciones alternativas a su clausura. Porque las energías renovables sustitutivas son además de caras, problemáticas, al no estar bien resuelta la acumulación de energía. Por lo que se hace necesario mantener un “mix” energético en el que la energía nuclear es hoy por hoy imprescindible. Al menos durante un tiempo.

En Francia, muy al contrario, mantienen e incluso aumentan el número de sus centrales nucleares de mayor o menor potencia y energéticamente son prácticamente autosuficientes. Y además venden energía procedente de estas centrales. A España entre otros países.

Alemanes y españoles en lugar de apostar por la energía nuclear hemos pasado a depender del gas ruso en un caso y del argelino en el otro. Dos acontecimientos geopolíticos, como el conflicto entre Argelia y Marruecos que ha anulado los envíos por el gasoducto marroquí, el de mayor capacidad, o la invasión de Rusia a Ucrania ha puesto en gravísimo peligro el abastecimiento de gas a españoles y alemanes, elevando los costes hasta límites inimaginables para asegurar el suministro.

No hace falta ser ecologista para comprender que las nucleares también tienen sus riesgos. Los residuos radiactivos pueden ser un problema por su persistencia, pero hay soluciones tecnológicas para evitar el peligro. La energía nuclear es bastante segura puesto que exceptuando los accidentes de Chernóbil (chapuza de los rusos) y Fukushima (tsunami imprevisto) prácticamente no se han producido problemas.

Otro sector con el que se debiera andar con pies de plomo en la dependencia con países terceros es el sector agrario y agroalimentario. Es un sector estratégico porque asegura la alimentación de la población. En España la de 47 millones de habitantes y de los más de 80 millones de turistas que en las épocas de bonanza nos visitan. Y ese sector es decisivo para nuestro país, como se ha demostrado en la pandemia.

Los países importantes como Estados Unidos, Alemania o Francia mantienen sectores agrarios muy potentes por la razón anterior. Y en España aplicando un ecologismo radical desde algunos ministerios se está atacando al sector agrario, un día sí y otro también. Y debían andarse con tiento. Tenemos un sector agrario poderoso que nos permite exportar y no podemos atacarlo y debilitarlo. Por el contrario, hay que reforzarlo y ayudarlo.

Una serie de disposiciones principalmente de los Ministerios de Transición Ecológica y de Consumo – es asombroso que los ministros titulares sigan en sus puestos - así como la nueva PAC y el Pacto Verde Europeo, han optado por una deriva ambientalista y animalista absurda que perjudica al sector agrario que pasa por momentos complicados por la estabilidad de precios percibidos frente a escandalosos incrementos de los costes de los insumos. Y este tipo de políticas conservacionistas puede llevar al desabastecimiento de alimentos en Europa y en España.

Se trata de equilibrar desarrollo y sostenibilidad. Aunque sean muy bucólicos, los sistemas extensivos o ecológicos son de baja producción y necesitan superficies de tierras de las que ya no hay o la disponibilidad es muy reducida. Además, dan lugar a precios de los productos más elevados para los consumidores, por lo que han de coexistir con sistemas intensivos de producción para asegurar alimentos a buen precio. Hay muchas capas de la sociedad que no van a poder resistir los incrementos de la cesta de la compra si continúa la deriva alcista que ya existía, agravada por la invasión de Rusia a Ucrania, que traerá consigo una previsible escasez de determinadas materias primas agrarias.

Los países desarrollados han de mantener unas reservas estratégicas de alimentación, energía, combustibles, minerales vitales, productos sanitarios o farmacéuticos, componentes electrónicos -recuerden los parones de producción de la industria automovilística española por falta de microchips - para poder hacer frente a situaciones imprevistas e incontrolables. De ahí el titular de esta entrada: en los sectores estratégicos los experimentos hay que hacerlos con gaseosa. Y la ideología y el ecologismo radical reservarlos para los mítines. Y aplicar el sabio principio de ¡Primum vivere, deinde philosophari¡ (Primero vivir, luego filosofar)

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