SECTORES
ESTRATÉGICOS: LOS EXPERIMENTOS CON GASEOSA
Los
países más desarrollados suelen mantener pujantes y poderosos, una serie de
sectores de su economía que se consideran estratégicos e imprescindibles para
asegurar las condiciones de vida de sus habitantes.
Las
naciones más prósperas a pesar de la globalización que ha liberado de aranceles
gran parte del comercio mundial, no han dejado de reforzar una serie de sectores
de la economía que, por su importancia estratégica, es recomendable que se evite,
en lo posible, la dependencia de países terceros. La aparición repentina de
acontecimientos geopolíticos que se producen en el mundo es casi siempre
imprevisible y escapa al control de los distintos países e instituciones, y sus
consecuencias demuestran que la globalización no ha sido la panacea universal
precisamente.
Algunas
naciones han tomado decisiones muy a la ligera, que afectan a determinadas
áreas vitales y la génesis de acontecimientos posteriores les han hecho quedar dependientes
de países terceros que han de suministrarles bienes básicos.
En
una Europa inmersa en el estado del bienestar y abducida por un ecologismo pueril
que animado desde la burocracia de Bruselas ha calado profundamente en la
sociedad, se han tomado algunas medidas apresuradas, basadas en la ideología
ecologista, las cuales están siendo muy perjudiciales para la vieja Europa sumida
en un ambientalismo ingenuo, infantil e irreal.
Países
como Alemania, error clamoroso de Merkel, o España, optaron por cerrar
centrales nucleares o poner en marcha programas de cierre, de una producción
energética que no afecta al cambio climático - recientemente la UE ha declarado
como verde a la energía nuclear - sin valorar las consecuencias ni tener soluciones
alternativas a su clausura. Porque las energías renovables sustitutivas son
además de caras, problemáticas, al no estar bien resuelta la acumulación de
energía. Por lo que se hace necesario mantener un “mix” energético en el que la
energía nuclear es hoy por hoy imprescindible. Al menos durante un tiempo.
En
Francia, muy al contrario, mantienen e incluso aumentan el número de sus
centrales nucleares de mayor o menor potencia y energéticamente son
prácticamente autosuficientes. Y además venden energía procedente de estas
centrales. A España entre otros países.
Alemanes
y españoles en lugar de apostar por la energía nuclear hemos pasado a depender
del gas ruso en un caso y del argelino en el otro. Dos acontecimientos
geopolíticos, como el conflicto entre Argelia y Marruecos que ha anulado los
envíos por el gasoducto marroquí, el de mayor capacidad, o la invasión de Rusia
a Ucrania ha puesto en gravísimo peligro el abastecimiento de gas a españoles y
alemanes, elevando los costes hasta límites inimaginables para asegurar el
suministro.
No
hace falta ser ecologista para comprender que las nucleares también tienen sus
riesgos. Los residuos radiactivos pueden ser un problema por su persistencia,
pero hay soluciones tecnológicas para evitar el peligro. La energía nuclear es
bastante segura puesto que exceptuando los accidentes de Chernóbil (chapuza de
los rusos) y Fukushima (tsunami imprevisto) prácticamente no se han producido
problemas.
Otro
sector con el que se debiera andar con pies de plomo en la dependencia con
países terceros es el sector agrario y agroalimentario. Es un sector
estratégico porque asegura la alimentación de la población. En España la de 47
millones de habitantes y de los más de 80 millones de turistas que en las
épocas de bonanza nos visitan. Y ese sector es decisivo para nuestro país, como
se ha demostrado en la pandemia.
Los
países importantes como Estados Unidos, Alemania o Francia mantienen sectores
agrarios muy potentes por la razón anterior. Y en España aplicando un
ecologismo radical desde algunos ministerios se está atacando al sector
agrario, un día sí y otro también. Y debían andarse con tiento. Tenemos un
sector agrario poderoso que nos permite exportar y no podemos atacarlo y
debilitarlo. Por el contrario, hay que reforzarlo y ayudarlo.
Una
serie de disposiciones principalmente de los Ministerios de Transición Ecológica
y de Consumo – es asombroso que los ministros titulares sigan en sus puestos -
así como la nueva PAC y el Pacto Verde Europeo, han optado por una deriva
ambientalista y animalista absurda que perjudica al sector agrario que pasa por
momentos complicados por la estabilidad de precios percibidos frente a
escandalosos incrementos de los costes de los insumos. Y este tipo de políticas
conservacionistas puede llevar al desabastecimiento de alimentos en Europa y en
España.
Se
trata de equilibrar desarrollo y sostenibilidad. Aunque sean muy bucólicos, los
sistemas extensivos o ecológicos son de baja producción y necesitan superficies
de tierras de las que ya no hay o la disponibilidad es muy reducida. Además,
dan lugar a precios de los productos más elevados para los consumidores, por lo
que han de coexistir con sistemas intensivos de producción para asegurar
alimentos a buen precio. Hay muchas capas de la sociedad que no van a poder
resistir los incrementos de la cesta de la compra si continúa la deriva alcista
que ya existía, agravada por la invasión de Rusia a Ucrania, que traerá consigo
una previsible escasez de determinadas materias primas agrarias.
Los
países desarrollados han de mantener unas reservas estratégicas de
alimentación, energía, combustibles, minerales vitales, productos sanitarios o
farmacéuticos, componentes electrónicos -recuerden los parones de producción de
la industria automovilística española por falta de microchips - para poder
hacer frente a situaciones imprevistas e incontrolables. De ahí el titular de
esta entrada: en los sectores estratégicos los experimentos hay que hacerlos
con gaseosa. Y la ideología y el ecologismo radical reservarlos para los
mítines. Y aplicar el sabio principio de ¡Primum vivere, deinde philosophari¡
(Primero vivir, luego filosofar)
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