MARINA ISLA DE VALDECAÑAS: ES URGENTE REVISAR LAS
ZONAS PROTEGIDAS EN EXTREMADURA
La sentencia del Tribunal Supremo en la que se
ordena derribar la totalidad del complejo Marina Isla de Valdecañas, debe
hacernos reflexionar a los extremeños sobre si es conveniente para la región
mantener la totalidad de zonas protegidas que existen en nuestra comunidad
autónoma y que dificultan seriamente su desarrollo, o es urgente llevar a cabo
una revisión de las mismas.
La
primera consecuencia de esta sentencia, de la que debería tomar buena nota el
ejecutivo autonómico, es que no se pueden declarar zonas protegidas a troche y
moche, sin que existan unos rigurosos estudios justificativos, llevados a cabo
por equipos de expertos multidisciplinares e independientes (por ejemplo,
docentes e investigadores de la Universidad de Extremadura y otros especialistas
destacados) y no por asociaciones o funcionarios de convicciones ecologistas y
conservacionistas.
En
dichos estudios han de quedar descritos minuciosamente y acreditados de modo
indubitable los valores ambientales existentes, estableciendo la figura de
protección más adecuada a cada caso. En las zonas protegidas hasta ahora ¿se
han llevado a cabo estudios rigurosos sobre los valores ambientales a proteger?
Me temo que no.
Con
datos de la Junta de Extremadura, nuestra región acoge actualmente las
siguientes superficies protegidas: Zonas de Especial Protección de Aves (ZEPAs)
= 1.089.232,9 ha; Lugares de Interés Comunitario (LICs) = 828.949,17 ha;
Espacios Naturales Protegidos (ENPs) = 314.110,89 ha. Total: 2.232.292,96 ha.
El 53,5 % del territorio. ¿Les parece poco? Por arte de birlibirloque la Junta
asegura que sólo hay 1.276.288,09 ha de superficie protegida, el 30,6 % de la
superficie regional. Supongo que la
diferencia puede deberse a que hay zonas que tienen doble o triple figura de
protección.
Si
nos vamos a datos comparativos con el resto de España, hay que destacar que
la superficie protegida por habitante resulta ser en España de 0,29 ha y en
Extremadura de 1,2 ha en los datos referidos a la red Natura 2000 que es la más
representativa. En la provincia de Cáceres, al norte del río Tajo esta cifra
llega a elevarse hasta 1,72 ha.
Ha
de tenerse en cuenta que cuando se protege un territorio, se desencadenan una
serie de cortapisas y prohibiciones ante posibles inversiones a acometer que
son un freno para el desarrollo del mismo y esto debería tenerse muy en cuenta
antes de declarar una zona como protegida. Porque una vez que se decide la
protección ya no hay vuelta atrás, salvo que se incoe un expediente de desafectación
de la figura protectora con los inconvenientes y tediosos trámites que ello
conllevaría. Y los jueces se ven abocados a sentenciar aplicando unas normas de
protección que ellos no han dictado.
El
caso de la ZEPA de Valdecañas es el paradigma de cómo no se deben hacer las
cosas. Un territorio con más de 7.000 ha dentro de las cuáles estaba la
península sobre la que se asienta la urbanización Marina Isla de Valdecañas con
una superficie de unas 153 ha (el 2% de la ZEPA). Esta península no tenía
valores ambientales dignos de protección como se ha puesto de manifiesto en diversos
informes y, sin embargo, fue incluida dentro de la ZEPA. En consecuencia, no
podía construirse sobre ella lo que posteriormente un PIR autonómico autorizó y
que las sentencias de los tribunales españoles anularon.
Este
desgraciado caso nos va a costar el dinero a los extremeños tanto por el importe
de la demolición y acondicionamiento posterior, como por las sustanciosas
indemnizaciones que habrá que pagar a los propietarios – puesto que son
adquirentes de buena fe - salvo que a algún tribunal de apelación se le
encienda la luz de la racionalidad y considerando que la restitución de la zona
a su estado anterior es de imposible consecución, evite el escandaloso estropicio
del derribo. Difícil.
Toda
esta situación ha de urgir a la Junta de Extremadura para que lleve a cabo una
revisión en profundidad de todas las zonas protegidas existentes en la
comunidad autónoma, a fin de que sólo aquellas que sustenten valores
ambientales destacados puedan continuar protegidas, liberando al resto de la
protección de que injustificadamente gozan y que se convierte en un corsé para el
desarrollo extremeño.
Y
esto ha de defenderlo con uñas y dientes ante el gobierno de España y ante la
Comisión Europea, digan lo que digan los ecologistas, poniendo de manifiesto la
situación de pobreza a la que una política ambientalista, radical y fuera de
lugar, ha conducido a Extremadura al dificultar o impedir su desarrollo
agrario, industrial y turístico y la ejecución de infraestructuras adecuadas.
Visto
todo lo ocurrido con Marina Isla de Valdecañas parece que ha llegado la hora de
que la Junta de Extremadura, en base a los estudios de un equipo
multidisciplinar experto e independiente, lleve a cabo un Plan de Ordenación
del Territorio Extremeño.
Habrán
de determinarse en el mismo el tipo de uso de cada zona: zonas protegidas, urbanas
y urbanizables, forestales, agrícolas de secano y dehesa, agrícolas de regadío,
suelo industrial, llevando a cabo una revisión profunda de todo el territorio
protegido hasta la fecha, desafectando de la declaración de protección todas
aquellas áreas que no reúnan valores ambientales dignos de ser protegidos y
supongan un impedimento para el desarrollo regional.
Sería
la lección más importante a extraer de un episodio tan complejo como ha sido el
de la Marina Isla de Valdecañas. Tengo serias dudas de que se vaya a hacer nada
al respecto. Pero le otorgaré a la Junta de Extremadura el beneficio de la
duda. A ver si esta vez hay suerte.
No hay comentarios:
Publicar un comentario