HA
LLEGADO SANTIAGO
Va
a llamarse Santiago y ya está entre nosotros. Ha sido un niño muy deseado por
sus padres y esperado con impaciencia por toda la familia. Ha tardado algún
tiempo en llegar, pero ya está aquí. Ha nacido ayer.
Santiago
ha traído consigo mi ingreso y el de mi mujer en el selecto club de los
abuelos. Una agrupación que cuenta con un amplio número de afiliados. Los
integrantes que conozco pertenecientes a ese círculo, están todos felices de su
condición. Tal vez se deba a que reviven su paternidad de hace años a través de
sus hijos. Y ahora son padres otra vez de un modo indirecto, pero padres de
nuevo. Y con menos responsabilidades sobre los nietos que las que adquieren los
padres de las criaturas.
Espero
que mi primer nieto pueda disfrutar de un mundo mejor del que sufrimos en estos
momentos tan duros. Que en poco tiempo y para cuando él tenga uso de razón esta
crisis pandémica, sanitaria y económica que nos aflige haya sido superada y
pueda integrarse en una sociedad con mayor bienestar del que disfrutamos ahora.
En donde hayan desaparecido todos los males que en este momento nos afligen.
Nuestros hijos deberían vivir mejor que nosotros y nuestros nietos mejor que
sus padres. Eso sería un signo de que la sociedad progresa y existe un reparto
equitativo de las riquezas. Aunque ahora con interrogantes tan importantes como
el cambio climático, veremos si no tenemos que frenar algo el devenir tan
consumista de las sociedades.
Una
buena parte del embarazo en el seno de su madre ha transcurrido en plena
pandemia. El patrón de España, Santiago, estoy seguro que lo protegerá y hará
buena la promesa de mi hija al santo de Galicia de bautizarle con su nombre.
La
llegada de Santiago me ha hecho recordar a mis abuelos. Conocí a los cuatro más
o menos tiempo. Los quise a todos por igual. Pero por circunstancias, con el
que más contacto tuve fue con mi abuelo paterno que se llamaba Ignacio. Vivíamos
los dos en Plasencia. Él fue mi mentor y guía en mi infancia y parte de mi
adolescencia y completó la educación que me dieron mis padres. Me enseñó muchas
cosas, me descubrió lo que era mi ciudad natal: sus calles, sus monumentos
históricos y sus jardines y parques, me explicó lo que era bueno y lo que era
malo y me inculcó sus valores que eran la bonhomía, la honestidad, el trabajo y
el principio de no querer para los demás lo que no quieres para ti.
No
sé si tendré la oportunidad de poder llevar a cabo con Santiago, lo que mi
abuelo Ignacio hizo conmigo. Lo tendré más difícil dada la distancia que nos
separa. Él en Madrid y yo en Cáceres. Pero lo voy a intentar. Si lo consigo,
Santiago se acordará de mi toda su vida. Igual que yo recuerdo con todo cariño
a mi abuelo Ignacio. Y así cuando yo muera mi figura permanecerá siempre en su
recuerdo. Y de este modo seguiré viviendo.
Tendré
que aumentar el número de valores a inculcarle. Además de los que me enseñó mi
abuelo Ignacio completando la educación de mis padres, habrá que hacerle ver
que hemos de respetar el medio ambiente y propiciar un desarrollo sostenible
para que la Tierra no sufra. Aunque de esto último se encargarán también sus
padres que defienden con denuedo el respeto por el planeta en el que habitamos.
Ahora
para Santiago vendrá un tiempo en el que sus principales funciones serán comer
y dormir y supongo que también llorar, aunque espero que no sea muy cantarín
para que sus padres Juan y Marivi puedan descansar mejor. Su madre fue un
prodigio de niña tranquila que lloraba más bien poco con gran contento de sus
padres hoy abuelos novatos.
En
el País Vasco y en Extremadura hay dos familias que están desbordantes de
alegría. La familia vasca ya tiene experiencia de más nietos, pero para los
abuelos extremeños Santiago es el primero. Y esto nos llena de contento porque
es la primera vez y no estamos acostumbrados.
Así
que su abuela María Victoria y yo nos disponemos a ejercer nuestra nueva misión
lo mejor que sepamos y podamos. Espero que acertemos para contribuir a que
Santiago sea lo más feliz posible. Que en definitiva es lo importante.
Con
esta entrada extraordinaria me despido de mis amables lectores, hasta mediados
de agosto más o menos, en que reanudaré las publicaciones de este blog. Mis
deseos de unas felices vacaciones, sin rebrotes del virus, para todos.
José Ignacio, estoy segura que mejorarás lo que tu abuelo Ignacio hizo contigo. Y que Santiago,siempre te recordará con el mismo cariño, o más si cabe, que tú lo haces de tu abuelo.
ResponderEliminarOs deseo lo mejor en vuestra nueva misión, a Mariví y a tí.
Felices vacaciones!!
Bienvenidos al club. Estas criaturas nos hacen recuperar la fe en el futuro. Ellos serán los encargados de transmitir los valores que nuestros abuelos y padres nos inculcaron con tanto amor.
ResponderEliminarEnhorabuena
Enhorabuena JIgnacio. Bienvenido al club.Con los mejores deseos de que tus aspiraciones se cumplan.
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