viernes, 29 de junio de 2018


YA LLEGÓ EL VERANO

Tradicionalmente en Extremadura la climatología de la parte final de la primavera suele asemejarse mucho a la que se da en el verano. Este año que ha sido algo anómalo durante la primera de dichas estaciones, nos estaba haciendo añorar el calor estival, pues se ha cumplido con creces el famoso dicho de “hasta el cuarenta de mayo, no te quites el sayo”.

Y es que marzo, abril y mayo han sido meses muy anómalos en cuanto a su comportamiento climático y han estado fuera del rango medio de datos meteorológicos que se dan en esos meses. Aunque no todo haya sido malo como veremos.

A principios de marzo una sequía meteorológica de un año de duración asolaba las tierras de Extremadura. Pérdidas económicas muy importantes en el sector agrario, sobre todo en la ganadería extensiva que ocupa una buena parte de nuestro territorio.  Los ganaderos estaban sumidos en la desesperación debido a los elevados desembolsos que tenían que realizar para alimentar su ganado. Por los campos extremeños no se veía una brizna de hierba. Las tierras resquebrajadas por la sequía auguraban lo peor.

Paralelamente se entraba en una sequía hidrológica. Algunos embalses que regulan agua para el riego, especialmente en la cuenca del Tajo, estaban bajo mínimos. De modo que no se aseguraban los riegos en algunas de las zonas regables. Restricciones previstas entre el 35 % y el 65 % en los regadíos del norte de Extremadura auguraban una campaña de riegos desoladora. En la cuenca del Guadiana, algo más afortunada, había agua por los pelos para el riego de la campaña. Eso sí, ahorrando al máximo.

Pero todo cambió con las abundantes lluvias de marzo y abril. Del pesimismo más absoluto empezó a pasarse a un moderado optimismo a medida que el agua hacía acto de presencia en las resecas tierras de Extremadura.

Con temperaturas relativamente benignas y la humedad de las precipitaciones los pastos comenzaron a crecer y el ganado a alimentarse de estas praderas naturales. La asfixiante presión monetaria sobre los ganaderos empezaba a aflojar. Estábamos en la normalidad. Una primavera con pastos y una luz al final del túnel. De un túnel de dura y pertinaz sequía.

Paralela y lentamente los embalses, una vez saturados unos suelos extremadamente secos, empezaban a recibir aportaciones de agua y a elevar el nivel de sus reservas, alejando el fantasma de las restricciones de riego que hasta entonces se cernían amenazadoras sobre los regantes, especialmente los de la cuenca del Tajo. Se había salvado la campaña.

Las precipitaciones de marzo y abril eran de un elevado rango bastante por encima de la media que se da en estos meses. Entre marzo y abril en las estaciones agrometeorológicas de La Orden en la provincia de Badajoz y de Coria en la de Cáceres, integradas en REDAREX (Red de Asesoramiento al Regante de Extremadura) dependiente del Servicio de Regadíos de la Junta de Extremadura, se acumulaban precipitaciones de 213,8 mm y 287,8 mm respectivamente. Cantidades que representaban un 40 % de la precipitación media anual.

En sólo dos meses había llovido un 40 % de lo que cae en un año. Se habían salvado los muebles y el campo extremeño podía mirar con optimismo al futuro.

Pero la cosa se empezó a torcer a partir de primeros de mayo.  Bajas temperaturas para la época y una larga sucesión de gotas frías con tormentas acompañadas de granizo afectó a una buena parte del regadío extremeño y principalmente a las plantaciones de tomate para industria y a los frutales.

Las Vegas Altas del Guadiana fueron las más afectadas, pero también hubo daños en todo el valle de este río y en otras partes de la región. 36.000 hectáreas dañadas. En 15.000 de ellas la destrucción de los cultivo fue total. Pérdidas de unos 25 millones de euros y 675.000 jornales evaporados.

Las lluvias que habían salvado la situación, ahora se volvían en contra para hacer realidad el dicho de “nunca llueve a gusto de todos”.

Ahora habrá que remover Roma con Santiago para conseguir la declaración de zona catastrófica y que se habiliten las ayudas que palien un poco este desastre. Y además urgir a Agroseguro un rápido pago de las indemnizaciones correspondientes para aquellos que hayan asegurado la cosecha.

Y a partir del 13 de junio, ya pasado el cuarenta de mayo, ha comenzado un incremento de calor progresivo, por lo que nos hemos visto obligados a quitarnos el sayo. Y a irnos a la piscina para darnos un chapuzón.

Ojalá que el verano apunte bien para nuestros agricultores que se juegan mucho. Que venga un verano clásico son sus calores naturales. Sin golpes de calor que arruinan los cultivos. Sin fenómenos meteorológicos adversos que causen pérdidas. Su trabajo lo merece.

Las altas temperaturas también traerán beneficios para otros sectores. Para el turismo y para las tiendas de confección y calzado parados por el frío y la lluvia. El calor ya está aquí. Ya llegó el verano.



No hay comentarios:

Publicar un comentario