viernes, 2 de marzo de 2018


MICROMACHISMO

Este palabro “micromachismo” lo descubrí hace unos días en un programa de entrevistas televisivas de cuyo nombre no quiero acordarme. Al escuchar su significado no pude menos de sorprenderme además de preocuparme.

Los dos estrambóticos personajes participantes en la entrevista, la cual se convirtió en un cúmulo de sandeces y lugares comunes apuntados ambos al carro de lo políticamente correcto según dicta la moda al uso, me hicieron ver que yo era micromachista. ¡Qué cosas ¡ Después de tantos años, dada mi ya edad provecta, estos dos me han abierto los ojos y ahora caigo en la cuenta de que soy micromachista. ¡Qué desastre¡

Al parecer somos calificados de esta guisa, antes se nos calificaba como caballeros, todos aquellos, supongo que varones, que tenemos por costumbre ceder el paso ante una puerta o el asiento en un autobús a una mujer, sea bella o menos guapa - ¿decir esto será machismo pero sin micro?-  joven o madura, alta o baja y esté grávida o no lo esté. Parece ser que, según estos artistas, esta actitud antes caballerosa se define hoy como micromachismo o sea machismo “ma non troppo”.

Mis abuelos y mis padres que eran personas de bien y honestas aunque por lo visto un poco antiguas, preocupados de que yo llegara a convertirme en un hombre educado y de provecho, me inculcaron una serie de actitudes  de  respeto no sólo a la mujer sino también a las personas mayores de todo sexo y condición fueran varones o hembras. Por supuesto y en mayor medida este comportamiento era extensivo a todos aquellos seres a los que la naturaleza les proporcionó alguna minusvalía o discapacidad.

Estas muestras de respeto a la mujer, que es por donde estos dos iban, - a los hombres ni los mentaron - no nace de un concepto de tipo caritativo o de la consideración de que la mujer sea un ente inferior al hombre y necesite su ayuda, comprensión y protección. Muy al contrario nace del reconocimiento de la superioridad de la hembra en muchos aspectos de la vida. Y en el caso de los hombres mayores es simplemente una muestra de respeto para con ellos con la intención de hacerles más fácil la existencia.

Por tanto y a pesar de que se haya convertido en lo políticamente correcto hacer lo contrario, voy a seguir siendo micromachista por la gracia de Dios, de mis abuelos y de mis padres. Continuaré haciéndolo aunque muchas veces algunos micromachistas como yo, se levanten para cederme el paso o el asiento a mí que ya tengo mis años y me imagino que lo harán porque notarán los destrozos que ya se van produciendo en mi carrocería.

La liberación de la mujer tendrá lugar cuando obtenga en todos los ámbitos de la vida  la igualdad de derechos con los hombres, que desafortunadamente no ha logrado tener durante amplios períodos de la historia. Eso conlleva que a los puestos se acceda por méritos y no por razón de género o sexo. Y que se les de las mismas oportunidades que a los hombres.  

La mujer no necesita ventajas y sé de lo que hablo. Ellas valen igual que los hombres o más en algunos casos.

He tenido oportunidad de trabajar en la empresa privada y en la administración con mujeres. Y la práctica totalidad de ellas ha desarrollado su trabajo con gran eficacia y dedicación. Tan bien o mejor que los hombres.

En concreto puedo traer a colación el caso de las alumnas que he tenido en los Másteres de Regadíos que durante 25 años he impartido en los Ministerios de Agricultura y de Fomento. Las mejores calificaciones en las evaluaciones las obtenían mujeres. Sencillamente porque estudiaban más y mostraban más interés.

Lo que necesita la mujer es igualdad de derechos y de deberes. Y a partir de ahí estoy seguro que ocuparán los puestos para los que son capaces y que se merecen. Seguro.

Y dicho esto yo seguiré siendo micromachista. O sea que continuaré cediendo el paso y el asiento en un autobús a toda mujer que tenga al lado sea bella o menos guapa, joven o madura, alta o baja y esté grávida o no lo esté. Y también a los hombres mayores. Y estoy seguro que como me ha ocurrido hasta ahora me darán las gracias. Lo cual me lleva a pensar que ser micromachista no debe de ser tan malo.  ¡Si encima te lo agradecen¡

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