MICROMACHISMO
Este
palabro “micromachismo” lo descubrí hace unos días en un programa de entrevistas
televisivas de cuyo nombre no quiero acordarme. Al escuchar su significado no
pude menos de sorprenderme además de preocuparme.
Los
dos estrambóticos personajes participantes en la entrevista, la cual se convirtió
en un cúmulo de sandeces y lugares comunes apuntados ambos al carro de lo
políticamente correcto según dicta la moda al uso, me hicieron ver que yo era micromachista.
¡Qué cosas ¡ Después de tantos años, dada mi ya edad provecta, estos dos me han
abierto los ojos y ahora caigo en la cuenta de que soy micromachista. ¡Qué
desastre¡
Al
parecer somos calificados de esta guisa, antes se nos calificaba como
caballeros, todos aquellos, supongo que varones, que tenemos por costumbre
ceder el paso ante una puerta o el asiento en un autobús a una mujer, sea bella
o menos guapa - ¿decir esto será machismo pero sin micro?- joven o madura, alta o baja y esté grávida o
no lo esté. Parece ser que, según estos artistas, esta actitud antes
caballerosa se define hoy como micromachismo o sea machismo “ma non troppo”.
Mis
abuelos y mis padres que eran personas de bien y honestas aunque por lo visto
un poco antiguas, preocupados de que yo llegara a convertirme en un hombre
educado y de provecho, me inculcaron una serie de actitudes de
respeto no sólo a la mujer sino también a las personas mayores de todo
sexo y condición fueran varones o hembras. Por supuesto y en mayor medida este
comportamiento era extensivo a todos aquellos seres a los que la naturaleza les
proporcionó alguna minusvalía o discapacidad.
Estas
muestras de respeto a la mujer, que es por donde estos dos iban, - a los
hombres ni los mentaron - no nace de un concepto de tipo caritativo o de la
consideración de que la mujer sea un ente inferior al hombre y necesite su
ayuda, comprensión y protección. Muy al contrario nace del reconocimiento de la
superioridad de la hembra en muchos aspectos de la vida. Y en el caso de los
hombres mayores es simplemente una muestra de respeto para con ellos con la
intención de hacerles más fácil la existencia.
Por
tanto y a pesar de que se haya convertido en lo políticamente correcto hacer lo
contrario, voy a seguir siendo micromachista por la gracia de Dios, de mis
abuelos y de mis padres. Continuaré haciéndolo aunque muchas veces algunos
micromachistas como yo, se levanten para cederme el paso o el asiento a mí que
ya tengo mis años y me imagino que lo harán porque notarán los destrozos que ya
se van produciendo en mi carrocería.
La
liberación de la mujer tendrá lugar cuando obtenga en todos los ámbitos de la
vida la igualdad de derechos con los
hombres, que desafortunadamente no ha logrado tener durante amplios períodos de
la historia. Eso conlleva que a los puestos se acceda por méritos y no por razón
de género o sexo. Y que se les de las mismas oportunidades que a los hombres.
La
mujer no necesita ventajas y sé de lo que hablo. Ellas valen igual que los
hombres o más en algunos casos.
He
tenido oportunidad de trabajar en la empresa privada y en la administración con
mujeres. Y la práctica totalidad de ellas ha desarrollado su trabajo con gran
eficacia y dedicación. Tan bien o mejor que los hombres.
En
concreto puedo traer a colación el caso de las alumnas que he tenido en los
Másteres de Regadíos que durante 25 años he impartido en los Ministerios de
Agricultura y de Fomento. Las mejores calificaciones en las evaluaciones las
obtenían mujeres. Sencillamente porque estudiaban más y mostraban más interés.
Lo
que necesita la mujer es igualdad de derechos y de deberes. Y a partir de ahí
estoy seguro que ocuparán los puestos para los que son capaces y que se
merecen. Seguro.
Y
dicho esto yo seguiré siendo micromachista. O sea que continuaré cediendo el
paso y el asiento en un autobús a toda mujer que tenga al lado sea bella o
menos guapa, joven o madura, alta o baja y esté grávida o no lo esté. Y también
a los hombres mayores. Y estoy seguro que como me ha ocurrido hasta ahora me
darán las gracias. Lo cual me lleva a pensar que ser micromachista no debe de
ser tan malo. ¡Si encima te lo agradecen¡
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