jueves, 7 de septiembre de 2017

LA CALIDAD DEL AGUA: UN RETO PENDIENTE

En un reciente estudio recopilatorio de la situación mundial llevado a cabo por especialistas de la FAO (Food and Agriculture Organization) y del IWMI (International Water Management Institute) se llama la atención sobre el deterioro que la calidad del agua está sufriendo como consecuencia de la presión que ejercen sobre ella, la falta de depuración de aguas residuales urbanas e industriales, la agricultura y la ganadería, la acuicultura y otras actividades antrópicas.

El agua es un elemento indispensable para la vida de la biosfera. Siendo imprescindible disponer de ella tanto desde un punto de vista cuantitativo, como  cualitativo. Este último aspecto es que la hace apta para los diferentes usos.

Por eso hemos de cuidar sus niveles de calidad. Esta se ve amenazada por una utilización cada día más intensiva de ella por parte del hombre. El uso masivo e intenso del agua, si no se toman medidas eficaces, pueden elevar su grado de polución haciéndola inadecuada para su utilización o elevando los costes de su depuración previa antes de utilizarse.  

El primer elemento a considerar para poder acometer la resolución del problema es la necesidad de depurar las aguas residuales urbanas. En España se ha hecho mucho en esta materia. Pero todavía queda bastante por acometer. Por ejemplo en Extremadura prácticamente todos los núcleos de menos de 2.000 h.e. (habitantes equivalentes)[1] no cuentan con una depuración adecuada, vertiendo en bruto sus residuos a los cursos de agua. Esto se traduce en que aproximadamente el 20 % de la población extremeña carece de depuración de sus vertidos.

De igual modo es imprescindible que los vertidos industriales que adquieren gran importancia en determinadas zonas, sean devueltos depurados convenientemente a los cursos de agua.

El estudio incide principalmente en la situación en las áreas rurales. La agricultura y la ganadería aportan una presión de importancia sobre la calidad del agua. El incremento de los regadíos, ya se riegan más de 320 Millones de hectáreas a nivel mundial, junto con el del uso de fertilizantes es otro elemento de presión sobre el agua.

La existencia del regadío es imprescindible para conseguir el abastecimiento agroalimentario de la población mundial. En 2050 se estima que la población mundial alcanzará los 9.300 Millones de habitantes. Hoy día alrededor de 800 millones de personas carecen de una alimentación adecuada y suficiente.

Si no se lleva a cabo una fertilización racional y bien estudiada de los diferentes cultivos los nutrientes principales y especialmente el fósforo y el nitrógeno pasan a los sistemas de aguas superficiales y subterráneas elevando sus niveles de polución. Por eso cada día se establecen códigos de buenas prácticas agrarias en el abonado. Propugnan un mejor uso de los fertilizantes utilizándolos en la cantidad, época del desarrollo del cultivo y localización más adecuados. El resultado final es un ahorro para el agricultor ya que utilizando menos fertilizante obtendrá una producción igual o mayor que la alcanzada con dosis de abonado mayores y de paso contribuirá a mejorar sensiblemente la calidad del agua de los retornos del riego.

En relación con este estudio de FAO – IWMI que incide sobre los aspectos agrarios y rurales es preciso contemplar la influencia de los regadíos, el uso que más volumen de recurso utiliza, sobre la calidad del agua.

La única fórmula para poder dictaminar cual es el efecto real de los regadíos en la calidad del agua es la implementación de redes de control. La Junta de Extremadura  ha sido pionera en este aspecto al montar en el año 1998 dentro del Servicio de Ordenación de Regadíos el programa RECAREX (Red de Control de la Calidad del Agua de Riego en Extremadura).

Esta red analiza la calidad del agua con las normas FAO - ahora la Junta ha cambiado a las normas del USSL (United States Salinity Laboratory) que están obsoletas y son erróneas - primero a la entrada de las zonas regables y después a la salida, tanto hacia los sistemas de aguas superficiales (ríos y arroyos) como a los acuíferos subterráneos. De este modo podemos deducir el grado en el que influyen los regadíos en la conformación de la calidad de sus aguas de retorno. Y a partir de esos datos de la red de control mejorar las condiciones de la fertilización para así devolver un agua de mejor calidad a los sistemas superficiales o subterráneos.

De igual modo la ganadería está incrementando sensiblemente su actividad. Ello lleva consigo el aumento de residuos: purines, elemento patógenos, que si no se tratan adecuadamente constituyen otro importante elemento de presión sobre la calidad del agua.

Es preciso diseñar programas de buenas prácticas de las actividades antrópicas de todo tipo y llevar a cabo un control de las mismas a fin evitar un deterioro de la calidad del agua y las posibles consecuencias negativas para las poblaciones. Es un reto pendiente que debe acometerse de inmediato.





[1] Se define como 1 habitante equivalente (h.e.) la carga orgánica biodegradable con una demanda bioquímica de oxígeno (DBO5) de 60 g de oxígeno por día.

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