LA CALIDAD DEL AGUA: UN RETO
PENDIENTE
En
un reciente estudio recopilatorio de la situación mundial llevado a cabo por
especialistas de la FAO (Food and Agriculture Organization) y del IWMI
(International Water Management Institute) se llama la atención sobre el
deterioro que la calidad del agua está sufriendo como consecuencia de la
presión que ejercen sobre ella, la falta de depuración de aguas residuales
urbanas e industriales, la agricultura y la ganadería, la acuicultura y otras
actividades antrópicas.
El
agua es un elemento indispensable para la vida de la biosfera. Siendo
imprescindible disponer de ella tanto desde un punto de vista cuantitativo,
como cualitativo. Este último aspecto es
que la hace apta para los diferentes usos.
Por
eso hemos de cuidar sus niveles de calidad. Esta se ve amenazada por una
utilización cada día más intensiva de ella por parte del hombre. El uso masivo
e intenso del agua, si no se toman medidas eficaces, pueden elevar su grado de
polución haciéndola inadecuada para su utilización o elevando los costes de su
depuración previa antes de utilizarse.
El
primer elemento a considerar para poder acometer la resolución del problema es
la necesidad de depurar las aguas residuales urbanas. En España se ha hecho
mucho en esta materia. Pero todavía queda bastante por acometer. Por ejemplo en
Extremadura prácticamente todos los núcleos de menos de 2.000 h.e. (habitantes
equivalentes)[1]
no cuentan con una depuración adecuada, vertiendo en bruto sus residuos a los
cursos de agua. Esto se traduce en que aproximadamente el 20 % de la población
extremeña carece de depuración de sus vertidos.
De
igual modo es imprescindible que los vertidos industriales que adquieren gran
importancia en determinadas zonas, sean devueltos depurados convenientemente a
los cursos de agua.
El
estudio incide principalmente en la situación en las áreas rurales. La
agricultura y la ganadería aportan una presión de importancia sobre la calidad
del agua. El incremento de los regadíos, ya se riegan más de 320 Millones de
hectáreas a nivel mundial, junto con el del uso de fertilizantes es otro elemento
de presión sobre el agua.
La
existencia del regadío es imprescindible para conseguir el abastecimiento
agroalimentario de la población mundial. En 2050 se estima que la población
mundial alcanzará los 9.300 Millones de habitantes. Hoy día alrededor de 800
millones de personas carecen de una alimentación adecuada y suficiente.
Si
no se lleva a cabo una fertilización racional y bien estudiada de los
diferentes cultivos los nutrientes principales y especialmente el fósforo y el
nitrógeno pasan a los sistemas de aguas superficiales y subterráneas elevando
sus niveles de polución. Por eso cada día se establecen códigos de buenas
prácticas agrarias en el abonado. Propugnan un mejor uso de los fertilizantes
utilizándolos en la cantidad, época del desarrollo del cultivo y localización
más adecuados. El resultado final es un ahorro para el agricultor ya que
utilizando menos fertilizante obtendrá una producción igual o mayor que la
alcanzada con dosis de abonado mayores y de paso contribuirá a mejorar
sensiblemente la calidad del agua de los retornos del riego.
En
relación con este estudio de FAO – IWMI que incide sobre los aspectos agrarios
y rurales es preciso contemplar la influencia de los regadíos, el uso que más
volumen de recurso utiliza, sobre la calidad del agua.
La
única fórmula para poder dictaminar cual es el efecto real de los regadíos en
la calidad del agua es la implementación de redes de control. La Junta de
Extremadura ha sido pionera en este
aspecto al montar en el año 1998 dentro del Servicio de Ordenación de Regadíos
el programa RECAREX (Red de Control de la Calidad del Agua de Riego en
Extremadura).
Esta
red analiza la calidad del agua con las normas FAO - ahora la Junta ha cambiado
a las normas del USSL (United States Salinity Laboratory) que están obsoletas y
son erróneas - primero a la entrada de las zonas regables y después a la salida,
tanto hacia los sistemas de aguas superficiales (ríos y arroyos) como a los
acuíferos subterráneos. De este modo podemos deducir el grado en el que
influyen los regadíos en la conformación de la calidad de sus aguas de retorno.
Y a partir de esos datos de la red de control mejorar las condiciones de la
fertilización para así devolver un agua de mejor calidad a los sistemas
superficiales o subterráneos.
De
igual modo la ganadería está incrementando sensiblemente su actividad. Ello
lleva consigo el aumento de residuos: purines, elemento patógenos, que si no se
tratan adecuadamente constituyen otro importante elemento de presión sobre la
calidad del agua.
Es
preciso diseñar programas de buenas prácticas de las actividades antrópicas de
todo tipo y llevar a cabo un control de las mismas a fin evitar un deterioro de
la calidad del agua y las posibles consecuencias negativas para las
poblaciones. Es un reto pendiente que debe acometerse de inmediato.
[1] Se define como 1 habitante equivalente
(h.e.) la carga orgánica biodegradable con una demanda bioquímica de oxígeno
(DBO5) de 60 g de oxígeno por día.
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