TÉCNICOS Y
BURÓCRATAS
En
los procesos de adjudicación de las inversiones públicas suelen darse criterios
dispares entre los órganos técnicos de la administración en los que prestan
servicio los funcionarios encargados de dirigir las obras o servicios objeto de
la adjudicación y los burócratas que diseñan los pliegos generales de cláusulas
administrativas que rigen la contratación e intervienen en los procesos de
licitación. Los primeros tienden a dar más peso a la evaluación de las
características técnicas de las ofertas de las empresas licitadoras y los
segundos a la vertiente económica.
Para
los burócratas el tipo ideal de adjudicación sería la subasta pura y dura. El
que menos oferte se lleva la obra o servicio sin analizar nada más. Esta tesis
es defendida desde la UE regida por burócratas en su mayor parte. Esta postura
se adopta porque el procedimiento de subasta teóricamente implica un ahorro de
dinero público, pero en muchas ocasiones su resultado deviene en un mayor coste
para las arcas de la administración.
Los
técnicos miran menos el precio y más la capacidad técnica de la empresa
adjudicataria para poder ejecutar las obras con la mejor calidad, aunque el
precio de adjudicación pueda resultar algo más elevado. Porque en las
direcciones de obra es en donde se sufren las consecuencias de lo que
analizaremos a continuación.
En
la adjudicación y ejecución de una obra pública hay un principio inexorable: la
empresa adjudicataria tratará por todos los medios de obtener un beneficio de
la ejecución de una obra o servicio. Ninguna empresa está dispuesta a perder.
Esto es un axioma y los dirigentes públicos deberían tenerlo muy claro.
Una
empresa puede ofertar por debajo del
coste real de una obra para hacerse con ella. Una vez conseguido su objetivo y
para no entrar en pérdidas el adjudicatario tratará de rebajar calidad para
disminuir costes y salvar los muebles. Otra vía para que el adjudicatario evite
las pérdidas transformándolas en ganancias es la de que aprovechando posibles
lagunas de los proyectos, que suele haberlas, trate de obtener el beneficio
previsto mediante la generación de proyectos modificados, reformados o
complementarios durante el plazo de ejecución.
Nada
más tomar posesión de su cargo el nuevo ministro de Fomento, Sr. De La Serna,
se ha dado de bruces con este problema en la ejecución de las obras del AVE en
España que se encuentran en marcha. ADIF adjudicó las mismas dando tres veces
más importancia a la valoración de la oferta económica que a la técnica. Para
asegurarse su adjudicación y dada la sequía de inversiones en obra pública
hundida por los recortes, los licitadores bajaron mucho las ofertas.
La
realidad hace ver a los adjudicatarios que es imposible realizar la obra al
precio ofertado sin que se produzcan cuantiosas pérdidas. Y a partir de ahí comienzan
las presiones al ministerio para evitar la debacle a través de la redacción de
proyectos reformados o complementarios de las obras. Llegando a retrasarlas o
detenerlas como mecanismo de presión del contratista para conseguir sus propósitos.
Como consecuencia muchas de estas obras están empantanadas con ritmos lentos en
su ejecución o detenidas.
La
administración sólo tiene dos salidas: o transige con los reformados y
complementarios para que la empresa pueda terminar las obras en los plazos
previstos o con una prórroga razonable de los mismos o toma el camino de la
rescisión. En ambas situaciones la obra saldrá más cara de lo inicialmente
previsto por la administración.
En
el primer caso porque esos nuevos proyectos reformados o complementarios
implicarán con absoluta seguridad, más coste para las arcas públicas. En el
segundo porque el procedimiento de rescisión es de tal complejidad y lentitud,
que la nueva adjudicación que se haga, una vez resuelta la rescisión, además de
un retraso muy notable en disponer de la obra terminada trae consigo una
sensible elevación del coste.
Por
eso en los procesos de adjudicación de una obra o servicio hay que establecer
los siguientes principios:
Exigir
la mayor calidad en la redacción de los proyectos para que no tengan lagunas
técnicas o económicas que puedan ser utilizadas por los adjudicatarios en su
beneficio.
Utilizar
preferentemente la forma de concurso en el proceso de licitación dando un peso
semejante a la oferta técnica y a la económica. Advirtiendo a los licitadores
de la imposibilidad de acceder a la redacción de proyectos reformados o
complementarios.
Cuando
existan bajas temerarias eliminar a las empresas licitadoras que incidan en
ellas sin posibilidad de justificación de las mismas.
Establecer
cuantiosas penalizaciones por retrasos injustificados.
Es
posible que así se redujeran sensiblemente los chantajes que está sufriendo la
administración y por ende el bolsillo de los españoles. Pero….
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