jueves, 2 de febrero de 2017

EXTREMADURA VERDE, DESPOBLADA Y POBRE

Extremadura está pagando las consecuencias de apostar por políticas de fuerte contenido proteccionista del medio ambiente, en lugar de diseñar un modelo de desarrollo industrial basado en sus recursos endógenos: suelos, agua, sol o patrimonio histórico, paisajístico y monumental y en industrias de nuevo cuño.

Las secuelas de estas erróneas políticas ya se están percibiendo. Es la única región que no ha creado empleo en 2016 y presenta un saldo a fin de año de 141.300 parados teniendo la tasa de desempleo más alta de España (28,3 %). Asimismo ha disminuido su población activa en dicho ejercicio en 14.500 personas.

Paralelamente Extremadura se está despoblando. En 2011 albergaba una población de 1.109.367 habitantes. En 2016 la población es de 1.087.778 personas. En este período de tiempo ha perdido 21.589 habitantes.

En el avance del INE para 2015, el PIB “per cápita” de Extremadura es el menor de España con 15.882 €, el 68,5 % de la media española.

Estos son datos oficiales inobjetables que deberían llevar a la reflexión de todos.

Los políticos extremeños han dado la espalda a diseñar un nuevo modelo de desarrollo potente fundado en bases sólidas de economía productiva y no demandador de subvenciones.

El primer componente del modelo sería la industria agroalimentaria transformadora de la infinidad de productos agrarios necesarios para la alimentación que se producen en sus tierras de regadío y en sus secanos. Productos como tomate, arroz, frutales en los que somos pioneros (ciruelas, melocotones, nectarinas y cerezas), maíz y sus derivados, productos hortícolas, y  también vino, aceite y carnes de porcino ibérico, vacuno u ovino. Hay que optar por un modelo de industrialización basado en la transformación y comercialización buscando retener el valor añadido de los productos, abandonando un patrón de sólo producción y venta a granel.

El segundo recurso endógeno sería el turismo aprovechando nuestros bellos paisajes, el patrimonio histórico y gastronómico y nuestros recursos naturales como la caza y la pesca para fomentarlo y desarrollarlo. Para ello es necesario introducir a Extremadura en rutas internacionales explotadas por diversos tour operadores. El eje Madrid  - Lisboa podría ser el marco en donde se ubicara la región. Hoy nuestro turismo no está incluido en ningún eje internacional y sería necesario actuar en esta dirección. Si no se hace así el número de visitantes será escaso como ocurre ahora.

Hay que dotar a Extremadura de un modelo de industrialización moderno basado en las nuevas tecnologías: informática, nanotecnología, biotecnología y biomedicina. Este modelo industrial podría ser una buena salida para la región. Para ello la universidad ha de orientar a sus alumnos en esta dirección y preparar unos excelentes profesionales. Paralelamente la administración ha de facilitar la ubicación de emprendedores en nuestra región eliminando trabas burocráticas innecesarias.

En la industrialización de Extremadura habrían de ocupar un lugar destacado las energías renovables. Somos una de las regiones españolas que dispone de más horas de sol y tenemos algunas zonas de viento. Y también es una de las regiones con mayores posibilidades de aprovechamientos hidroeléctricos en nuestra red de embalses.

Pero para conseguir desarrollar este modelo productivo es necesaria una buena infraestructura de comunicaciones de la que hoy sólo parcialmente disponemos.

La red de autovías (A5, A66, A58 y las autonómicas EX A1 y EX A2) junto a la red secundaria de carreteras son suficientes por el momento siempre que se aplique sobre ellas una adecuada conservación. En medio o largo plazo había que pensar en la autovía a Córdoba y Granada y en la Cáceres – Badajoz o la de Huelva.

En ferrocarril tenemos una deficiente red y un deplorable servicio. Hay que implementar con urgencia doble vía electrificada entre Badajoz y Madrid por Cáceres, recuperar la Ruta de la Plata con esas mismas características para enlazar con el eje Atlántico y Europa por el norte y con los puertos de Huelva, Sevilla y Algeciras por el sur, así como el trayecto Mérida – Brazatortas como salida a Levante y al eje Mediterráneo. Estas actuaciones son indispensables para facilitar el tránsito tanto de personas como de mercancías.

Las comunicaciones aéreas son otro déficit no resuelto. El aeropuerto de Badajoz no es la solución pues ocupa una posición excéntrica en la región. Debería volver a su uso militar. Y exigir al Estado la construcción de un aeropuerto público de la red de AENA. Sin grandes pretensiones iniciales pero susceptible de ampliación. Construir un aeropuerto funcional no es tan costoso. Los he visto en Brasil o en la India. Habría de ubicarse entre Cáceres y Mérida que es el sitio más favorable en la relación habitantes – distancia.

Extremadura no puede seguir así. Tiene que abandonar las políticas exclusivamente ambientales y optar por políticas decididas de industrialización apoyadas en las nuevas tecnologías. Con las políticas seguidas hasta ahora Extremadura se convertirá en un desierto poblacional en un corto espacio de tiempo. Será verde, excepto en verano, y además pobre.


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