viernes, 1 de abril de 2016

LA TOMA DE GRANADA

Año 711. Los visigodos habitan en Hispania ya que han ocupado este territorio después de su romanización y de la posterior caída del imperio de la Ciudad Eterna. Viven distribuidos por la piel de toro y disponen de leyes y normas de convivencia. Con algunas disensiones internas y luchas entre aspirantes a conseguir el poder, este pueblo se ha afincado de una manera pacífica en el territorio peninsular.

De súbito se produce la invasión musulmana de Hispania dirigida por Tariq un caudillo bereber al dictado y servicio del Califato Omeya. Es una invasión injustificada e ilegal a todas luces que, de haber existido organismos internacionales de control en aquella época, hubiera sido condenada sin paliativos e impedida por fuerzas neutrales internacionales.

El asalto se lleva a cabo por medio de la fuerza de las armas musulmanas contra una población pacífica que es dueña del territorio en el que vive desde hace algunos siglos. No se trata de una tierra que pudiera considerarse “res nullius” sino que tiene sus poseedores que se ven asaltados y agredidos contra su voluntad.

Don Rodrigo, el rey godo, es derrotado por Tariq en la batalla de Guadalete y allí comienza el proceso de conquista musulmana por la fuerza del territorio de la Península Ibérica. En 720 ya han invadido la mayoría de Iberia y sólo han resistido los territorios norteños ubicados en las fragosas montañas de Asturias y Cantabria. En 726 los musulmanes han logrado penetrar hasta los confines del imperio carolingio en el sur de Francia. Oleadas posteriores de almohades, almorávides y benimerines ocuparían casi toda la península ibérica.

No obstante en el año 722 los hispanos que resisten en las escabrosas tierras del norte, con Don Pelayo al frente de las operaciones, inician la Reconquista de un territorio que les había sido arrebatado por la fuerza de las armas en contra de su voluntad. Vencen en la batalla de Covadonga y allí comienza un periplo largo, arduo, complejo y difícil de lucha contra la invasión musulmana y de liberación de un territorio que les pertenecía. Paralelamente en 732 Carlos Martel expulsa a los musulmanes del territorio carolingio al vencerles en la batalla de Poitiers.

Después de muchos avatares episodios de avance y retroceso, la Reconquista finaliza en 1492, exactamente 781 años después de la invasión mahometana, con la toma por los Reyes Católicos de la ciudad de Granada - capital del reino nazarí y último reducto de la resistencia musulmana - después de un asedio que había durado 10 años. El 2 de enero de 1492 se produce la capitulación de Boabdil el último rey moro y la entrada de los cristianos en la ciudad del Darro. Las víctimas de una invasión ilegal habían terminado, tras un extenso período de denodados esfuerzos y sacrificios, por imponerse a los verdugos que invadieron su territorio.

Desde entonces en la ciudad de Granada se ha venido celebrando la efeméride de su liberación con diversos fastos, lógica expresión de la alegría por la salvación de una ciudad que fue invadida por los musulmanes contra la voluntad de sus moradores.

Pues bien, parece que en estos últimos años y auspiciado por instituciones oficiales y algunas plataformas se trata de impedir u obstaculizar la celebración de esta efeméride alegando que tiene un carácter xenófobo y anacrónico.

El máximo exponente de xenofobia en todo este proceso de conquista - reconquista lo constituye la entrada de los musulmanes por la fuerza en un territorio que no era el suyo y en contra de la voluntad de sus moradores. Lo xenófobo es la invasión y no la celebración de la expulsión de los invasores.

Yo no sé si estos dirigentes andaluces de nuevo cuño y algunas plataformas que los secundan son unos analfabetos de la historia, unos ignorantes de la realidad de que lo que se produjo fue una invasión ilícita o, simplemente, quieren quedar bien ante el poder islámico para eludir posibles represalias. No se olvide que el ISIS o el DAESH, como quiera denominarse al Estado Islámico, con un desconocimiento histórico notable, sigue reivindicando los territorios de Al Ándalus (España) como tierras propias.

Según la opinión de estos estamentos andaluces las víctimas tienen que aguantar con lo que quieran los verdugos. Esto es insólito y sólo puede suceder en un país, que como pasa en España con algunos personajillos, se avergüenzan de su historia, son incapaces de asumirla y de hacerla valer y además tienen miedo. ¡Así nos luce el pelo¡


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