LA TOMA DE
GRANADA
Año
711. Los visigodos habitan en Hispania ya que han ocupado este territorio
después de su romanización y de la posterior caída del imperio de la Ciudad
Eterna. Viven distribuidos por la piel de toro y disponen de leyes y normas de
convivencia. Con algunas disensiones internas y luchas entre aspirantes a
conseguir el poder, este pueblo se ha afincado de una manera pacífica en el
territorio peninsular.
De
súbito se produce la invasión musulmana de Hispania dirigida por Tariq un
caudillo bereber al dictado y servicio del Califato Omeya. Es una invasión
injustificada e ilegal a todas luces que, de haber existido organismos
internacionales de control en aquella época, hubiera sido condenada sin
paliativos e impedida por fuerzas neutrales internacionales.
El
asalto se lleva a cabo por medio de la fuerza de las armas musulmanas contra
una población pacífica que es dueña del territorio en el que vive desde hace
algunos siglos. No se trata de una tierra que pudiera considerarse “res nullius”
sino que tiene sus poseedores que se ven asaltados y agredidos contra su
voluntad.
Don
Rodrigo, el rey godo, es derrotado por Tariq en la batalla de Guadalete y allí comienza
el proceso de conquista musulmana por la fuerza del territorio de la Península
Ibérica. En 720 ya han invadido la mayoría de Iberia y sólo han resistido los
territorios norteños ubicados en las fragosas montañas de Asturias y Cantabria.
En 726 los musulmanes han logrado penetrar hasta los confines del imperio
carolingio en el sur de Francia. Oleadas posteriores de almohades, almorávides
y benimerines ocuparían casi toda la península ibérica.
No
obstante en el año 722 los hispanos que resisten en las escabrosas tierras del
norte, con Don Pelayo al frente de las operaciones, inician la Reconquista de
un territorio que les había sido arrebatado por la fuerza de las armas en
contra de su voluntad. Vencen en la batalla de Covadonga y allí comienza un
periplo largo, arduo, complejo y difícil de lucha contra la invasión musulmana
y de liberación de un territorio que les pertenecía. Paralelamente en 732
Carlos Martel expulsa a los musulmanes del territorio carolingio al vencerles
en la batalla de Poitiers.
Después
de muchos avatares episodios de avance y retroceso, la Reconquista finaliza en
1492, exactamente 781 años después de la invasión mahometana, con la toma por
los Reyes Católicos de la ciudad de Granada - capital del reino nazarí y último
reducto de la resistencia musulmana - después de un asedio que había durado 10
años. El 2 de enero de 1492 se produce la capitulación de Boabdil el último rey
moro y la entrada de los cristianos en la ciudad del Darro. Las víctimas de una
invasión ilegal habían terminado, tras un extenso período de denodados
esfuerzos y sacrificios, por imponerse a los verdugos que invadieron su
territorio.
Desde
entonces en la ciudad de Granada se ha venido celebrando la efeméride de su
liberación con diversos fastos, lógica expresión de la alegría por la salvación
de una ciudad que fue invadida por los musulmanes contra la voluntad de sus
moradores.
Pues
bien, parece que en estos últimos años y auspiciado por instituciones oficiales
y algunas plataformas se trata de impedir u obstaculizar la celebración de esta
efeméride alegando que tiene un carácter xenófobo y anacrónico.
El
máximo exponente de xenofobia en todo este proceso de conquista - reconquista
lo constituye la entrada de los musulmanes por la fuerza en un territorio que
no era el suyo y en contra de la voluntad de sus moradores. Lo xenófobo es la
invasión y no la celebración de la expulsión de los invasores.
Yo
no sé si estos dirigentes andaluces de nuevo cuño y algunas
plataformas que los secundan son unos analfabetos de la historia, unos
ignorantes de la realidad de que lo que se produjo fue una invasión ilícita o,
simplemente, quieren quedar bien ante el poder islámico para eludir posibles
represalias. No se olvide que el ISIS o el DAESH, como quiera denominarse al
Estado Islámico, con un desconocimiento histórico notable, sigue reivindicando
los territorios de Al Ándalus (España) como tierras propias.
Según
la opinión de estos estamentos andaluces las víctimas tienen que aguantar con
lo que quieran los verdugos. Esto es insólito y sólo puede suceder en un país,
que como pasa en España con algunos personajillos, se avergüenzan de su
historia, son incapaces de asumirla y de hacerla valer y además tienen miedo.
¡Así nos luce el pelo¡
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