viernes, 20 de noviembre de 2015

ROTONDAS Y PERSONAS

En ocasiones los políticos en su afán de justificar determinadas actuaciones acuñan alguna frase o sentencia rimbombante y pomposa con el objetivo adicional de facilitar a los medios de comunicación un titular llamativo que favorezca sus intereses.

Los gobernantes extremeños a fin de resaltar el contenido del borrador de sus cuentas públicas para 2016, han sentenciado que “no son unos presupuestos para rotondas sino para personas”.

De este modo nos previenen sobre el hecho de que en las cuentas públicas del próximo ejercicio habrá una sensible reducción del gasto en inversiones reales para destinar la mayor cuantía del presupuesto al gasto social.

Esta manera de proceder, en unos momentos de crisis social como la que vive Extremadura después del paso al estilo Atila de los populares por el gobierno autonómico, persigue sin duda un fin loable ya que se trata de reconstruir, o al menos recuperar en parte, derechos sociales perdidos en el anterior mandato y de restituir los recortes habidos en sanidad y en educación.

Pero no debe perderse de vista que las inversiones públicas productivas también conllevan un carácter social. Otra cosa muy distinta es que se tengan que seleccionar estas inversiones para que vayan dirigidas a actuaciones provechosas para la sociedad que además generen riqueza y empleo para la población y no se destinen para absurdas obras megalómanas muchas veces inviables o de alto coste y escasa utilidad.

En todo caso estos titulares rimbombantes y excluyentes son muy típicos de la idiosincrasia española que se caracteriza por sus movimientos pendulares y por su maniqueísmo. Quiero decir con esto que las rotondas (inversiones públicas) son, o deberían ser, compatibles y complementarias con los gastos sociales y nunca antagónicas.

La inversión pública (las rotondas) tiene aspectos muy positivos que no han de ser desdeñados. Crea empleo y lo estabiliza. Genera retornos fiscales que sirven para financiar gasto social. Promueve empresas y mejora su estructura técnica y empresarial; de este modo las empresas regionales pueden llevar a cabo las inversiones públicas en su propio territorio o salir al exterior por disponer del “know how” adecuado. Generan sinergias positivas en otros sectores: por ejemplo, una buena infraestructura de comunicaciones y transportes favorece al turismo y a los servicios, a la agricultura y la industria agroalimentaria, a las industrias de otros tipos y promueve la instalación de nuevas empresas. Pero para poder disponer de ella hay que llevar a cabo inversiones públicas.

Otra cosa es que en tiempos de crisis no se deje en la cuneta a los que más lo necesitan y se les auxilie para salir adelante. Aunque la primera ayuda debe consistir en  conseguirles empleo. Pero empleos duraderos y estables con sueldos dignos. No programas que representen pan para hoy y hambre para mañana. Y aquí juegan un papel importante la formación y la creación de condiciones para que nuevas empresas puedan instalarse en Extremadura. En buena parte todo esto puede lograrse a través de las inversiones públicas.

Por lo anteriormente explicado el gasto social ha de ser compatible con la inversión pública. Y el deber de los políticos es conseguir cohonestar estos dos puntos de vista en los presupuestos. Ese es su reto. Y que lo consigan es lo que esperan de ellos los ciudadanos.

Ahora bien si existen dificultades presupuestarias insuperables para armonizar ambos objetivos han de explicarse claramente. Con números y datos veraces apoyados en auditorías.

Los extremeños desconocemos la situación exacta de las finanzas regionales ¿Por qué en un breve plazo de tiempo siguiente a la toma de posesión del nuevo gobierno socialista, no se han presentado en la Asamblea de Extremadura los resultados de una auditoría interna que reflejase cómo dejó las cuentas públicas el anterior gobierno, así como el nivel de déficit y el montante de la deuda autonómica? Para que pudieran conocerlo los grupos parlamentarios y los ciudadanos.

Una actuación semejante, signo inequívoco de transparencia, tendría que haber sido el punto de partida de los nuevos presupuestos. Acompañada de una explicación a la población de las razones por las que hay que abandonar las rotondas para dedicarse a las personas.

Porque las rotondas (inversiones públicas) también son necesarias. Por no decir que imprescindibles para que las personas puedan salir de la crisis.

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