ROTONDAS Y
PERSONAS
En
ocasiones los políticos en su afán de justificar determinadas actuaciones
acuñan alguna frase o sentencia rimbombante y pomposa con el objetivo adicional
de facilitar a los medios de comunicación un titular llamativo que favorezca sus
intereses.
Los
gobernantes extremeños a fin de resaltar el contenido del borrador de sus
cuentas públicas para 2016, han sentenciado que “no son unos presupuestos para
rotondas sino para personas”.
De
este modo nos previenen sobre el hecho de que en las cuentas públicas del
próximo ejercicio habrá una sensible reducción del gasto en inversiones reales
para destinar la mayor cuantía del presupuesto al gasto social.
Esta
manera de proceder, en unos momentos de crisis social como la que vive Extremadura
después del paso al estilo Atila de los populares por el gobierno autonómico,
persigue sin duda un fin loable ya que se trata de reconstruir, o al menos
recuperar en parte, derechos sociales perdidos en el anterior mandato y de
restituir los recortes habidos en sanidad y en educación.
Pero
no debe perderse de vista que las inversiones públicas productivas también
conllevan un carácter social. Otra cosa muy distinta es que se tengan que
seleccionar estas inversiones para que vayan dirigidas a actuaciones provechosas
para la sociedad que además generen riqueza y empleo para la población y no se
destinen para absurdas obras megalómanas muchas veces inviables o de alto coste
y escasa utilidad.
En
todo caso estos titulares rimbombantes y excluyentes son muy típicos de la
idiosincrasia española que se caracteriza por sus movimientos pendulares y por
su maniqueísmo. Quiero decir con esto que las rotondas (inversiones públicas)
son, o deberían ser, compatibles y complementarias con los gastos sociales y
nunca antagónicas.
La
inversión pública (las rotondas) tiene aspectos muy positivos que no han de ser
desdeñados. Crea empleo y lo estabiliza. Genera retornos fiscales que sirven
para financiar gasto social. Promueve empresas y mejora su estructura técnica y
empresarial; de este modo las empresas regionales pueden llevar a cabo las
inversiones públicas en su propio territorio o salir al exterior por disponer
del “know how” adecuado. Generan sinergias positivas en otros sectores: por
ejemplo, una buena infraestructura de comunicaciones y transportes favorece al
turismo y a los servicios, a la agricultura y la industria agroalimentaria, a
las industrias de otros tipos y promueve la instalación de nuevas empresas.
Pero para poder disponer de ella hay que llevar a cabo inversiones públicas.
Otra
cosa es que en tiempos de crisis no se deje en la cuneta a los que más lo
necesitan y se les auxilie para salir adelante. Aunque la primera ayuda debe
consistir en conseguirles empleo. Pero
empleos duraderos y estables con sueldos dignos. No programas que representen
pan para hoy y hambre para mañana. Y aquí juegan un papel importante la
formación y la creación de condiciones para que nuevas empresas puedan
instalarse en Extremadura. En buena parte todo esto puede lograrse a través de
las inversiones públicas.
Por
lo anteriormente explicado el gasto social ha de ser compatible con la
inversión pública. Y el deber de los políticos es conseguir cohonestar estos
dos puntos de vista en los presupuestos. Ese es su reto. Y que lo consigan es lo
que esperan de ellos los ciudadanos.
Ahora
bien si existen dificultades presupuestarias insuperables para armonizar ambos
objetivos han de explicarse claramente. Con números y datos veraces apoyados en
auditorías.
Los
extremeños desconocemos la situación exacta de las finanzas regionales ¿Por qué
en un breve plazo de tiempo siguiente a la toma de posesión del nuevo gobierno
socialista, no se han presentado en la Asamblea de Extremadura los resultados
de una auditoría interna que reflejase cómo dejó las cuentas públicas el
anterior gobierno, así como el nivel de déficit y el montante de la deuda
autonómica? Para que pudieran conocerlo los grupos parlamentarios y los
ciudadanos.
Una
actuación semejante, signo inequívoco de transparencia, tendría que haber sido
el punto de partida de los nuevos presupuestos. Acompañada de una explicación a
la población de las razones por las que hay que abandonar las rotondas para
dedicarse a las personas.
Porque
las rotondas (inversiones públicas) también son necesarias. Por no decir que
imprescindibles para que las personas puedan salir de la crisis.
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