LA
IDEOLOGÍA ESTÁ MATANDO AL SECTOR AGRARIO
El
sector agrario está en pie de guerra en Europa y también en España. Una serie
de decisiones políticas y normas tomadas desde Bruselas, secundadas por los
países miembros de la UE, está desmantelando el sector y llevándolo a la ruina
y a perder su condición de sector estratégico imprescindible para garantizar la
seguridad alimentaria de Europa en adecuadas condiciones de cantidad, calidad,
sanidad y trazabilidad de las producciones, consiguiendo precios asequibles
para el consumidor europeo.
Una
serie de normas como la PAC, el Pacto Verde Europeo, la desdichada Agenda 2030,
leyes de bienestar animal que rozan el ridículo o futura ley de recuperación de
ecosistemas, que tienen como base ideológica un ecologismo infantilizado, asumido
por las formaciones de izquierda, está llevando al sector agrario europeo a su
desaparición paulatina e irreversible si no se toman medidas de manera
inmediata.
Estos
burócratas que deciden las normas de aplicación obligatoria lo hacen sin
valorar las consecuencias de sus decisiones, desde un punto de vista económico,
social o ambiental. Está por ver que haya un estudio donde se analice y valore
las consecuencias de las decisiones que toman. Actúan con la más absoluta
irresponsabilidad e impunidad, ya que nadie les pide cuentas de sus
despropósitos.
La
situación ha llegado al límite, llevando a agricultores y ganaderos contra las
cuerdas, al poner en peligro el medio de vida de muchos de ellos. Por eso han
explotado. En el caso español de manera espontánea, sin seguir siquiera las
directrices de las organizaciones agrarias a las que han cogido con el pie
cambiado. Que por cierto se lo deberían hacer mirar. Yo no sé para qué sirven
el COPA o la COGECA en Bruselas, que están permitiendo todos estos desatinos
sin mover un dedo. Y qué hacen en su presión ante el Ministerio de Agricultura
de España las organizaciones agrarias. Les han colado la nueva PAC, sin decir
ni pío. O si lo han dicho, no les han hecho el menor caso.
Las
numerosas tractoradas que están teniendo lugar en cientos de puntos de España,
con cortes de carreteras e invasión de ciudades, son reflejo de la
desesperación en la que se encuentra el sector agrario. Y estos cortes en las
vías de comunicación, están causando perjuicios a otros españoles que nadan
tienen que ver en las decisiones que se toman en Bruselas y en Madrid. Y en
este sentido y poniendo por delante mi solidaridad con las peticiones de
agricultores y ganaderos, les invito a que modulen esos cortes, para causar los
mínimos perjuicios a los usuarios de las vías. Si así lo hacen ganarán la
comprensión y apoyo del resto de los ciudadanos para su causa.
Los
burócratas europeos están desmantelando el sector agrario al exigir una serie
de condiciones ambientales, agronómicas, de utilización de fertilizantes y
fitosanitarios o de bienestar animal, que sin embargo no se exigen a productos
importados de otros países, en un flagrante episodio de competencia desleal. La
globalización no es eso. Cargarse un sector como el agrario de Europa,
aplicando unas normas que luego no se exigen a los productos importados, es un
disparate inconmensurable. Para evitarlo están los aranceles y las inspecciones
fitosanitarias.
Y
para más inri, Europa o España, ayudan a esos países terceros, subvencionando las
inversiones en sus sectores agrarios. El caso de Marruecos es absolutamente paradigmático
a fuer de vergonzante. Ayudamos a un país para que compita con nuestros
agricultores, que tienen que luchar en desigualdad de condiciones de normas,
precios, salarios, costes de producción y controles. Alguien debería explicar
estas incongruencias.
Y
se deberían exigir responsabilidades a quienes propugnan y toleran eso. La
globalización consiste en competir en unas condiciones lo más parecidas
posible. Lo otro es favorecer la explotación de los trabajadores de
determinados países para que produzcan lo más barato posible, y además
eludiendo la utilización de productos y controles, que sí rigen en los países
más desarrollados.
Los
burócratas de Bruselas, con su presidenta Úrsula von der Leyen al frente, ante
la presión campesina y la proximidad de elecciones europeas, empiezan a dar
marcha atrás en algunas cuestiones. Y cómo lo hacen, da a entender que no
tienen ni idea de los problemas que afectan al sector agrario. Que no son
precisamente el reducir fitosanitarios, que algo influye. Parece que ante la
presión revisarán el convenio con Mercosur. Pero no modifican la filosofía
ambientalista de sus decisiones, que es donde está la madre del cordero.
Es
un problema de ideología. Los lobbies ecologistas y catastrofistas del cambio
climático, han ido imponiendo su presión en Bruselas, para que Europa opte por
una política verde que te quiero verde, con el campo tapizado de panales
solares o aerogeneradores. Y no ven más allá de sus narices. Para ellos lo
único que existe es el medio ambiente. Y en lugar de cohonestar y poner de
acuerdo desarrollo y medio ambiente han apostado a ciegas por el último sin
tener en cuenta ni valorar las consecuencias de sus actos.
Y
luego está el tema de orden público. A los agricultores se les trata como a
delincuentes. Cuando lo único que hacen es reivindicar sus derechos. Ya he
comentado que deben hacerlo intentando causar las menores molestias y
perjuicios al resto de ciudadanos. Pero los agricultores y ganaderos están
defendiendo su” modus vivendi”. Y tienen todo el derecho a hacerlo. Y a que el
trato y represión por parte de las fuerzas de orden público sea equitativo.
Falta diálogo para llegar a puntos de equilibrio en este aspecto.
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