viernes, 9 de febrero de 2024

 

LA IDEOLOGÍA ESTÁ MATANDO AL SECTOR AGRARIO

El sector agrario está en pie de guerra en Europa y también en España. Una serie de decisiones políticas y normas tomadas desde Bruselas, secundadas por los países miembros de la UE, está desmantelando el sector y llevándolo a la ruina y a perder su condición de sector estratégico imprescindible para garantizar la seguridad alimentaria de Europa en adecuadas condiciones de cantidad, calidad, sanidad y trazabilidad de las producciones, consiguiendo precios asequibles para el consumidor europeo.

Una serie de normas como la PAC, el Pacto Verde Europeo, la desdichada Agenda 2030, leyes de bienestar animal que rozan el ridículo o futura ley de recuperación de ecosistemas, que tienen como base ideológica un ecologismo infantilizado, asumido por las formaciones de izquierda, está llevando al sector agrario europeo a su desaparición paulatina e irreversible si no se toman medidas de manera inmediata.

Estos burócratas que deciden las normas de aplicación obligatoria lo hacen sin valorar las consecuencias de sus decisiones, desde un punto de vista económico, social o ambiental. Está por ver que haya un estudio donde se analice y valore las consecuencias de las decisiones que toman. Actúan con la más absoluta irresponsabilidad e impunidad, ya que nadie les pide cuentas de sus despropósitos.

La situación ha llegado al límite, llevando a agricultores y ganaderos contra las cuerdas, al poner en peligro el medio de vida de muchos de ellos. Por eso han explotado. En el caso español de manera espontánea, sin seguir siquiera las directrices de las organizaciones agrarias a las que han cogido con el pie cambiado. Que por cierto se lo deberían hacer mirar. Yo no sé para qué sirven el COPA o la COGECA en Bruselas, que están permitiendo todos estos desatinos sin mover un dedo. Y qué hacen en su presión ante el Ministerio de Agricultura de España las organizaciones agrarias. Les han colado la nueva PAC, sin decir ni pío. O si lo han dicho, no les han hecho el menor caso.

Las numerosas tractoradas que están teniendo lugar en cientos de puntos de España, con cortes de carreteras e invasión de ciudades, son reflejo de la desesperación en la que se encuentra el sector agrario. Y estos cortes en las vías de comunicación, están causando perjuicios a otros españoles que nadan tienen que ver en las decisiones que se toman en Bruselas y en Madrid. Y en este sentido y poniendo por delante mi solidaridad con las peticiones de agricultores y ganaderos, les invito a que modulen esos cortes, para causar los mínimos perjuicios a los usuarios de las vías. Si así lo hacen ganarán la comprensión y apoyo del resto de los ciudadanos para su causa.

Los burócratas europeos están desmantelando el sector agrario al exigir una serie de condiciones ambientales, agronómicas, de utilización de fertilizantes y fitosanitarios o de bienestar animal, que sin embargo no se exigen a productos importados de otros países, en un flagrante episodio de competencia desleal. La globalización no es eso. Cargarse un sector como el agrario de Europa, aplicando unas normas que luego no se exigen a los productos importados, es un disparate inconmensurable. Para evitarlo están los aranceles y las inspecciones fitosanitarias.

Y para más inri, Europa o España, ayudan a esos países terceros, subvencionando las inversiones en sus sectores agrarios. El caso de Marruecos es absolutamente paradigmático a fuer de vergonzante. Ayudamos a un país para que compita con nuestros agricultores, que tienen que luchar en desigualdad de condiciones de normas, precios, salarios, costes de producción y controles. Alguien debería explicar estas incongruencias.

Y se deberían exigir responsabilidades a quienes propugnan y toleran eso. La globalización consiste en competir en unas condiciones lo más parecidas posible. Lo otro es favorecer la explotación de los trabajadores de determinados países para que produzcan lo más barato posible, y además eludiendo la utilización de productos y controles, que sí rigen en los países más desarrollados.

Los burócratas de Bruselas, con su presidenta Úrsula von der Leyen al frente, ante la presión campesina y la proximidad de elecciones europeas, empiezan a dar marcha atrás en algunas cuestiones. Y cómo lo hacen, da a entender que no tienen ni idea de los problemas que afectan al sector agrario. Que no son precisamente el reducir fitosanitarios, que algo influye. Parece que ante la presión revisarán el convenio con Mercosur. Pero no modifican la filosofía ambientalista de sus decisiones, que es donde está la madre del cordero.

Es un problema de ideología. Los lobbies ecologistas y catastrofistas del cambio climático, han ido imponiendo su presión en Bruselas, para que Europa opte por una política verde que te quiero verde, con el campo tapizado de panales solares o aerogeneradores. Y no ven más allá de sus narices. Para ellos lo único que existe es el medio ambiente. Y en lugar de cohonestar y poner de acuerdo desarrollo y medio ambiente han apostado a ciegas por el último sin tener en cuenta ni valorar las consecuencias de sus actos.

Y luego está el tema de orden público. A los agricultores se les trata como a delincuentes. Cuando lo único que hacen es reivindicar sus derechos. Ya he comentado que deben hacerlo intentando causar las menores molestias y perjuicios al resto de ciudadanos. Pero los agricultores y ganaderos están defendiendo su” modus vivendi”. Y tienen todo el derecho a hacerlo. Y a que el trato y represión por parte de las fuerzas de orden público sea equitativo. Falta diálogo para llegar a puntos de equilibrio en este aspecto.

 

 

 

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