EL REGADÍO DE TIERRA DE BARROS
Durante
mi desempeño de la jefatura del Servicio de Ordenación de Regadíos de la Junta
de Extremadura, tuve la oportunidad de iniciar los estudios para poner en riego
unas 15.000 ha en Tierra de Barros. Era a comienzos de este siglo. Hace más de
20 años.
Desde
el principio estos nuevos regadíos se diseñaron mediante la utilización de
métodos de riego localizado de alta eficiencia, como es el riego por goteo. Se
trata de riegos de apoyo a cultivos leñosos, como el olivar y viñedo muy
presentes en la zona y otros como almendro, pistacho o nogal de nueva
introducción.
La
característica principal de estos riegos es su sostenibilidad. Con una
concesión de agua, aprobada por la Confederación Hidrográfica del Guadiana de
43,38 Hm3/año, se van a regar 15.170 ha. Esto nos da una dotación unitaria de
unos 2.860 m3/ha.año. Como puede deducirse son regadíos de reducido consumo de
agua, si se compara con otros de la cuenca cuya dotación media puede estar
entre 5.500 – 6.000 m3/ha.
El
suministro del agua para riego se efectuará desde los embalses de Alange (36,63
Hm3) y Villalba (6,75 Hm3).
En
la planificación hidrológica de la Confederación Hidrográfica del Guadiana,
existe una reserva de recursos para estos regadíos. Por tanto, el organismo de
cuenca garantiza que existe agua para estos riegos, en las condiciones medias
que se dan en esta cuenca hidrográfica.
Hasta
aquí todo lógico y normal.
Y
ahora empieza el baile.
A
los burócratas de la UE no les gustan nada los regadíos. Como a los
ecologistas. Y van a poner todas las pegas que puedan a estos riegos de Barros.
Y qué decir de la administración española, que se le llena la boca de que
tenemos que hacer regadíos sostenibles. Y estos lo son. Pues debieran apoyarlos
sin fisuras ante Bruselas. Y no lo hacen.
Hay
más. El acuífero subterráneo de Tierra de Barros está prácticamente
sobreexplotado y con algún problema de nitratos. Pues bien, estos regadíos que
utilizan agua superficial serían un modo de descargar la presión sobre los
recursos hídricos del acuífero. Y además se reducirían las pérdidas de nitratos
por lixiviación y consiguiente contaminación de las aguas subterráneas, al
poder aplicar en el riego por goteo técnicas de fertirrigación que conllevan un
mejor uso de la fertilización nitrogenada.
Pues
bien, y a pesar de existir agua disponible en la planificación de la cuenca del
Guadiana y contar el proyecto con DIA (declaración de impacto ambiental)
positiva, desde Bruselas, a 2.000 km, se permiten poner en duda tanto la
planificación de la CHG como la DIA. Es decir, dudan de las actuaciones de la
administración española y autonómica en normas que han sido promulgadas por las
mismas. Hay que ver hasta dónde puede llegar la prepotencia de la
administración europea, manejando los fondos del FEADER a su antojo y su
ideología ecologista.
Pero
no todo son luces en los regadíos de Barros. En mi opinión tienen una pega. Son
regadíos de una elevada inversión por hectárea. La situación topográfica con
elevaciones desde los embalses de Alange y Villalba, la necesidad de construir
balsas de regulación y presurización del riego, cierta discontinuidad en la
distribución parcelaria y el propio riego por goteo y su telecontrol los hacen
ser unos regadíos caros.
Y
es que los regadíos modernos y sostenibles, resultan caros. Y además los riegos
de Barros en su inversión han resultado muy afectados por la desmesurada subida
de costes que han experimentado los materiales de construcción en los últimos
años.
Antes
de la revisión al alza de los precios, el coste del proyecto estaba en el
entorno de los 250 Millones de euros. De esta cifra 65 M de euros los
aportarían los regantes y el resto 185 Millones de euros las administraciones,
supongo que con fondos del FEADER dentro del programa operativo.
La
revisión de precios ha elevado el coste en 100 millones de euros, resultando
una cifra final de 350 millones de euros. Y el problema supongo radica en que
hay que buscar financiación para el incremento de inversión que se ha producido.
Con
la inversión final revisada, el coste por hectárea ascendería a unos 23.000 €,
cifra elevada, pero que podría ser asumible dado los incrementos de producción
previsibles, sobre la situación de secano. Supongo que se habrán hecho los
cálculos de viabilidad correspondientes. En los estudios previos, llevados a
cabo en mi época, con las condiciones de entonces, salían las cuentas.
Los
regantes aportarían alrededor de 4.300 €/ha, casi el 20 % del total, cifra
importante pero asumible por ellos ya que han aceptado el convenio. Y también
asumirían los costes anuales de explotación y mantenimiento de la zona regable.
Creo
que el elevado coste de inversión es el único inconveniente que podría ponerse
a los riegos de Barros. Que precisamente es el único del que nadie habla.
Por
lo demás este nuevo regadío sería un modelo de regadío sostenible por la alta
eficiencia en el uso de agua que conlleva, la disminución de la presión sobre
los recursos hídricos del acuífero, la reducción de lixiviación de nitratos y
el intento de reducir costes energéticos durante la explotación, mediante la
construcción, incluida en el mismo, de una planta solar fotovoltaica.
Veremos
en qué terminan estos regadíos. Pero sería importante para Extremadura
continuar con su transformación.
De
no hacerlo sería una burla para 1.200 regantes que han puesto su ilusión en
ellos y una decepción para varios
municipios de la Tierra de Barros, que llevan años esperando que este
proyecto se haga realidad.
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