IN MEMORIAM
PADRE FEDERICO
ALMENARA
Con gran tristeza
publico esta entrada extraordinaria, en memoria del padre Federico Almenara,
franciscano TOR, que ha fallecido a causa del maldito coronavirus.
Lo
conocí en la parroquia de San Diego en el castizo barrio de Vallecas en Madrid
hace ya algunos años. Era padre Franciscano T.O.R, de la orden tercera de los
franciscanos. Un tipo no muy alto,
delgado, vivaracho, tremendamente dinámico, alegre, con mucha personalidad, con
grandes dotes organizativas y siempre dispuesto a llevar a cabo actividades de
todo tipo con sus feligreses.
Me
lo presentaron mis amigos Rosa y Luis profesores en el colegio adjunto a la
parroquia, con motivo de mi primera incorporación, junto a Marivi mi mujer, en
los viajes que organizaba Federico desde su iglesia, por medio de la agencia de
turismo Traveleus que dirige Abel Recuero.
Viajé
con él a China, India, Vietnam, Tierra Santa - Jordania y Marruecos. Siempre
pendiente de todo y de todos. Junto con su compañero Joan Vidal, cuidaba todos
los detalles de los viajes, para que nos encontráramos a gusto y lo pasáramos
bien. Siempre nos decía que había que dar gracias a Dios por permitirnos hacer esos
periplos visitando otras culturas, tratando con gentes diversas y distintas y,
acrecentando nuestros conocimientos.
Un
grupo de amigos, apodados desde que hicimos estas excursiones como los
Indochinos, viajamos con él: Rosa y Luis, María José y Paco, Julia y Carlos y
mi mujer y yo. En los últimos viajes también vinieron con nosotros Mari
Carmen y Pedro y Felisa y Agapito y al de Tierra Santa se incorporaron Carmen y Fernando.
Organizaba
los viajes a la perfección. Reuniones informativas previas en su parroquia en
las que nos daba detalle a los excursionistas sobre la distribución de
habitaciones y las características de
los hoteles, nos indicaba todo lo que habíamos de llevar en el viaje, las
precauciones que deberíamos tomar, cómo distribuir los medicamentos personales
ya que muchos de los viajeros teníamos una edad provecta con algún achaque, y
las características y costumbres de los países a visitar. De todo ello, al
final de la reunión nos obsequiaba con un pendrive en el que se recogía toda la
información.
Recuerdo
cómo al inicio de cada día en el autobús nos dirigía unos minutos de oración y
unas palabras de meditación. Siempre comenzaba así: silencio, bajad vuestra
mandíbula inferior para encontraros relajados, concentrados y en contacto con
el Señor. Unos minutos de meditación y reflexión sobra las palabras que nos
dirigía nos hacían más alegre el viaje y las visitas.
Amante
de la libertad individual, decía Misa con Joan todos los días, pero nunca
criticó a nadie que no asistiera a ella. Había absoluta libertad de culto. Lo
que demuestra que era un espíritu abierto. Ambos dijeron misa en todo tipo de
templos desde la catedral católica de Hué en Vietnam, hasta el convento
franciscano de Rabat, pasando por la gruta de los pastores en Belén.
Era
muy generoso y a los conductores y guías los trataba con gran deferencia y los
obsequiaba con buenas propinas que siempre salían de su bolsillo. Él decía que en
sus viajes estaba todo incluido, menos las bebidas alcohólicas. También las
propinas y regalos a conductores y guías turísticos. Argumentaba que en sus
viajes podía salirse de Madrid con 1 euro y regresar con dicha moneda. Siempre
que no se bebiera alcohol ni se compraran regalos para la familia o los amigos.
Puedo
asegurar que en todos los viajes que él organizó y a los que tuve la suerte de
asistir no ocurrió ningún incidente digno de mención. Pequeños contratiempos
sin ninguna importancia. Por eso nos apuntábamos con él un viaje tras otro. Con
el paso del tiempo y al conocerle más a fondo, se acrecentó mi simpatía y
cariño por Federico. Y admiré su categoría como hombre y como religioso.
A
través del amigo Luis tratábamos de convencerle para que organizara un próximo
viaje a Japón. Se resistía en principio porque argumentaba que era un viaje
caro para el nivel adquisitivo de sus feligreses. No podría ser en 2020 por las
Olimpíadas lo que encarecía todavía más el viaje. Pero creo que al final lo
hubiera organizado. Ya no podrá ser y bien que lo siento.
En
su último periplo a Tierra Santa, resultó infectado con el maldito coronavirus
que tantas vidas está segando. Luchó como un jabato durante muchos días para
tratar de salvar su vida en una UCI madrileña, en una Vía Dolorosa que le
recordaría su reciente estancia en Jerusalén y los padecimientos de Jesús. Al
final el virus maligno ha podido con él. Y se lo ha llevado. Estoy seguro que
al Cielo. Allí estará porque fue un hombre bueno y preocupado por los demás.
Los
Indochinos nunca olvidaremos a Federico. Fue un hombre amable y cariñoso con
nosotros. Su recuerdo permanecerá indeleble en nuestros corazones. Que descanse
en paz. Y que Dios lo acoja en su Gloria.
Un hombre excepcional,le echaremos mucho de menos.
ResponderEliminarPersona entrañable, trabajador incansable y con un enorme corazón.
ResponderEliminarTodos guardamos un grato recuerdo, además era franciscano y manchego, imposible más perfección