EL IMPERIO ESPAÑOL ESTÁ EN LA
HISTORIA
España
se convirtió durante los siglos XVI y parte del XVII en un gran imperio al modo
como lo fueron en distintas épocas el griego, el romano, el sacro imperio
romano-germánico, el otomano, el inglés, el francés o el austro – húngaro y ,con
algunos matices, como pueden ser hoy día los Estados Unidos.
La estrella que
fue el imperio español comenzó a languidecer paulatinamente para apagarse
definitivamente a lo largo del siglo XIX. A finales del mismo perdimos Cuba,
Puerto Rico y Filipinas los últimos vestigios de un extenso imperio en donde no
se ponía el sol. Le dábamos la alternativa a los americanos que empezaban el
suyo.
Después
de todo eso vendrían episodios menos imperiales como nuestra presencia en el
protectorado de Marruecos, en Ifni, en Guinea Ecuatorial y en el Sáhara
Occidental en donde la presencia española se apagó, ya en el tercer cuarto del
siglo XX. El año 1975 marcó nuestra salida definitiva de África tras la Marcha
Verde, después de un desacertado proceso de descolonización por parte de España
que dejó abandonado a su suerte al noble pueblo saharaui, el cual lleva 45 años
desterrado en la hamada desértica argelina sin que España mueva un dedo para
mejorar su situación.
Países
europeos cercanos a nosotros como Francia o Inglaterra se muestran orgullosos
por haber sido imperios en su día, incluso habiéndolo sido de menor entidad que
el español. Pero nosotros no. Algunos movimientos ligados a la “progresía”
española andante abjuran ahora de nuestra historia y pasan a alimentar una
leyenda negra construida fuera de España, para denigrar al que fuese un gran
imperio como el nuestro. Probablemente el origen de esta leyenda antiespañola se
encuentre en los enfrentamientos religiosos entre católicos (España) y
protestantes del resto de Europa, que luego se alimentaría de diversos
movimientos y organizaciones de países enemigos de lo nuestro.
Los
movimientos internos en España que denigran al imperio español y contribuyen al
mantenimiento de la leyenda negra, tienen el objetivo de hundir el concepto de
nación española, convertido hoy día en el “punching ball” de los separatistas,
alimentados desde un gobierno central que no sabe adónde va, ni qué modelo de
España pretende hacer. Estos movimientos basan su estrategia en analizar hechos
acontecidos hace cinco siglos con criterios actuales. Lo que demuestra que no
pretenden llevar a cabo un estudio riguroso de cómo fue nuestro imperio sino
solamente denigrarlo. Lo científico sería
comparar lo que hicimos los españoles con lo que llevaron a cabo otros imperios
en épocas ya lejanas pero próximas a cuando el imperio español estaba en su
apogeo.
Acontecimientos
tan extraordinarios como el descubrimiento de América o la circunnavegación de
la Tierra llevados a cabo por españoles o con el patrocinio de la corona española,
deberían ser motivo para sentirnos orgullosos de nuestro emprendimiento y
valentía para acometerlos, usando unos medios que, comparados con los que hay
hoy día, eran muy precarios. Los mares, las olas y los obstáculos eran entonces
muy parecidos a los de ahora. Los medios disponibles, no. Cuando se celebran
aniversarios o centenarios de algunas de estas efemérides, los poderes públicos
pasan sobre ellas de tapadillo, como si nos avergonzáramos de lo que hemos
sido.
Es
evidente que en procesos de descubrimientos de nuevos territorios y de
conquista de los mismos, aparecen episodios de enfrentamientos. En ellos no se
reparten caramelos precisamente. Pero esto ha ocurrido en todas las actuaciones
de los imperios. Los españoles no hemos sido peores que otros imperios. Ni
mucho menos. Por tanto no deberíamos flagelarnos en este sentido.
España
llevó a cabo una colonización que en América se basó en las leyes Nuevas y en
las leyes de Indias, que buscaban la protección e integración de los nativos y
su defensa. Aunque pudieron cometerse algunas tropelías sobre todo en los
estadios iniciales de la conquista, España trató bastante bien a los indígenas,
respetando su identidad e intentando integrarlos con los españoles. Eso está a
la vista. Bartolomé de las Casas y el dominico Francisco de Vitoria con su
derecho de gentes contribuyeron a la protección de los indígenas a los que las
leyes promulgadas respetaban sus modos y costumbres y sus derechos dimanantes
de la ley natural.
Hoy
día los resultados de lo que constituyó el imperio español están a la vista. La
cultura española está extendida por un buen número de naciones y el idioma
español es hablado por más de 500 millones de personas en el mundo. Residuos de
nuestra arquitectura colonial esparcidos por una infinidad de lugares
demuestran que los españoles fuimos bien acogidos y logramos mezclarnos con las
poblaciones indígenas.
Quizás
otros imperios no lo lograron. Por eso deberíamos sentirnos satisfechos de esa
época. Aunque deploremos los abusos que pudieron cometerse. Pero las luces son
más abundantes que las sombras en este caso. Y tendríamos que estar orgullosos
de ello.
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