viernes, 24 de enero de 2020


EL IMPERIO ESPAÑOL ESTÁ EN LA HISTORIA

España se convirtió durante los siglos XVI y parte del XVII en un gran imperio al modo como lo fueron en distintas épocas el griego, el romano, el sacro imperio romano-germánico, el otomano, el inglés, el francés o el austro – húngaro y ,con algunos matices, como pueden ser hoy día los Estados Unidos. 

La estrella que fue el imperio español comenzó a languidecer paulatinamente para apagarse definitivamente a lo largo del siglo XIX. A finales del mismo perdimos Cuba, Puerto Rico y Filipinas los últimos vestigios de un extenso imperio en donde no se ponía el sol. Le dábamos la alternativa a los americanos que empezaban el suyo.

Después de todo eso vendrían episodios menos imperiales como nuestra presencia en el protectorado de Marruecos, en Ifni, en Guinea Ecuatorial y en el Sáhara Occidental en donde la presencia española se apagó, ya en el tercer cuarto del siglo XX. El año 1975 marcó nuestra salida definitiva de África tras la Marcha Verde, después de un desacertado proceso de descolonización por parte de España que dejó abandonado a su suerte al noble pueblo saharaui, el cual lleva 45 años desterrado en la hamada desértica argelina sin que España mueva un dedo para mejorar su situación.

Países europeos cercanos a nosotros como Francia o Inglaterra se muestran orgullosos por haber sido imperios en su día, incluso habiéndolo sido de menor entidad que el español. Pero nosotros no. Algunos movimientos ligados a la “progresía” española andante abjuran ahora de nuestra historia y pasan a alimentar una leyenda negra construida fuera de España, para denigrar al que fuese un gran imperio como el nuestro. Probablemente el origen de esta leyenda antiespañola se encuentre en los enfrentamientos religiosos entre católicos (España) y protestantes del resto de Europa, que luego se alimentaría de diversos movimientos y organizaciones de países enemigos de lo nuestro.

Los movimientos internos en España que denigran al imperio español y contribuyen al mantenimiento de la leyenda negra, tienen el objetivo de hundir el concepto de nación española, convertido hoy día en el “punching ball” de los separatistas, alimentados desde un gobierno central que no sabe adónde va, ni qué modelo de España pretende hacer. Estos movimientos basan su estrategia en analizar hechos acontecidos hace cinco siglos con criterios actuales. Lo que demuestra que no pretenden llevar a cabo un estudio riguroso de cómo fue nuestro imperio sino solamente denigrarlo. Lo  científico sería comparar lo que hicimos los españoles con lo que llevaron a cabo otros imperios en épocas ya lejanas pero próximas a cuando el imperio español estaba en su apogeo.

Acontecimientos tan extraordinarios como el descubrimiento de América o la circunnavegación de la Tierra llevados a cabo por españoles o con el patrocinio de la corona española, deberían ser motivo para sentirnos orgullosos de nuestro emprendimiento y valentía para acometerlos, usando unos medios que, comparados con los que hay hoy día, eran muy precarios. Los mares, las olas y los obstáculos eran entonces muy parecidos a los de ahora. Los medios disponibles, no. Cuando se celebran aniversarios o centenarios de algunas de estas efemérides, los poderes públicos pasan sobre ellas de tapadillo, como si nos avergonzáramos de lo que hemos sido.

Es evidente que en procesos de descubrimientos de nuevos territorios y de conquista de los mismos, aparecen episodios de enfrentamientos. En ellos no se reparten caramelos precisamente. Pero esto ha ocurrido en todas las actuaciones de los imperios. Los españoles no hemos sido peores que otros imperios. Ni mucho menos. Por tanto no deberíamos flagelarnos en este sentido.

España llevó a cabo una colonización que en América se basó en las leyes Nuevas y en las leyes de Indias, que buscaban la protección e integración de los nativos y su defensa. Aunque pudieron cometerse algunas tropelías sobre todo en los estadios iniciales de la conquista, España trató bastante bien a los indígenas, respetando su identidad e intentando integrarlos con los españoles. Eso está a la vista. Bartolomé de las Casas y el dominico Francisco de Vitoria con su derecho de gentes contribuyeron a la protección de los indígenas a los que las leyes promulgadas respetaban sus modos y costumbres y sus derechos dimanantes de la ley natural.

Hoy día los resultados de lo que constituyó el imperio español están a la vista. La cultura española está extendida por un buen número de naciones y el idioma español es hablado por más de 500 millones de personas en el mundo. Residuos de nuestra arquitectura colonial esparcidos por una infinidad de lugares demuestran que los españoles fuimos bien acogidos y logramos mezclarnos con las poblaciones indígenas.

Quizás otros imperios no lo lograron. Por eso deberíamos sentirnos satisfechos de esa época. Aunque deploremos los abusos que pudieron cometerse. Pero las luces son más abundantes que las sombras en este caso. Y tendríamos que estar orgullosos de ello.


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