Y YO SIN TESIS DOCTORAL
Cuando
uno contempla atónito los episodios que estamos viviendo en relación con los
másteres y tesis doctorales obtenidos con grandes facilidades y trampas por
algunos, bastantes, de nuestros políticos, no tiene más remedio que evocar los
tiempos en que obtuvo su título de Ingeniero Agrónomo en la Escuela Técnica
Superior de Ingenieros Agrónomos de Madrid y las condiciones que le pusieron
para poder desarrollar su tesis doctoral y posteriormente defenderla ante el
correspondiente tribunal.
Estas
condiciones eran tan exigentes que al final y dada su incompatibilidad con el
desempeño de mi trabajo como ingeniero, primero en la empresa privada y después
en la administración, me obligaron a desistir de mi sueño de llegar a ser
doctor.
Lo
sustituí con la realización de numerosos cursos en distintas materias: suelos,
hidráulica, riegos y una diplomatura en economía de la empresa, cuestiones que
pude compatibilizar con mi trabajo. Pero me quedé sin tesis doctoral. Entonces
no había estos chollos de hoy día.
En los planes de estudios vigentes entonces me
tocó el de recorrido más largo y complejo. Ingreso en bachillerato, dos
reválidas en cuarto y sexto cursos del mismo, el curso preuniversitario, un
curso selectivo para escuelas técnicas, el curso de iniciación en la Escuela
Superior de Ingenieros Agrónomos y cinco cursos en la misma, más la realización
del proyecto final, todo ello por el plan de estudios de 1957. Los ingenieros
de este plan sólo teníamos una ventaja, después de siete años de carrera no
necesitábamos realizar los cursos de doctorado y podíamos entrar directamente
en la realización de la tesis.
Tras
obtener mi titulación tuve suerte y en breve plazo obtuve un puesto de trabajo
en Alicante y Tenerife, en la empresa Bonny, S.A. pionera en la producción de
tomate de invierno para exportación y otros productos hortícolas y también de
uva de mesa.
No
obstante mantenía la intención y la ilusión de poder realizar mi tesis doctoral.
Para ello me dirigí al correspondiente catedrático para consensuar con él el
tema de la misma. Ésta tenía que ser un proceso de investigación inédito que
pudiese aportar novedades. En ningún caso esa tesis podía consistir en llevar a
cabo unos “fusilamientos” o refritos de trabajos de otros.
Fijamos
el tema en determinar las Funciones de Producción en Tabaco, un cultivo
típicamente extremeño y que yo conocía bastante bien. El experimento consistía
en determinar las funciones que ligaban la producción de tabaco Virginia con
diferentes variables que intervienen en su proceso de cultivo: nivel de fertilización,
dotación de agua, tratamientos fitosanitarios, densidad de plantación. La
conclusión serían unas ecuaciones originales y experimentales que relacionarían
la producción con esas variables.
El
panorama que se me ofrecía era apasionante pero exigía una dedicación y un
tiempo, entre tres y cuatro años, del que yo no podía disponer si quería
mantener mi puesto de trabajo. Y tuve que renunciar con gran sentimiento a ser
doctor.
Así
que ahora cuando contemplo los episodios que ven la luz en los que se validan y
califican “cum laude” tesis doctorales a las que se reconoce, sin que se les
caiga la cara de vergüenza, un 13 % de contenido plagiado en el caso más
favorable y hasta el 26 % en otras apreciaciones, me echo las manos a la
cabeza.
Tribunales
amañados para calificar estas tesis de políticos, que permiten a muchos de
ellos engordar sus “currícula vitarum” desde la más absoluta falsedad y con un
proceso mendaz y falsario en todo su desarrollo.
El
grado de degeneración al que han llegado algunas universidades, cuando los
políticos han metido sus manos decidiendo su financiación y aumentando su
número innecesariamente al tiempo que rebajaban su calidad, es notable y
denigra a esta institución que debería ser ejemplo de rigor y seriedad en sus
actuaciones.
Sé
que no se debe generalizar, pues me consta que hay tesis doctorales trabajadas
con gran esfuerzo y de gran altura científica y técnica, pero lo que está
apareciendo es vergonzoso y un síntoma de que estamos en un país podrido en una
gran parte de sus personas y estamentos. La corrupción aflora por doquier y es
difícil no encontrarla en cualquier rincón de la sociedad española.
Mires
por donde mires percibes corrupción y mentira. Se obtienen másteres sin acudir
a las clases, sólo por la cara bonita del personaje que los cursa que recibe su
título de una manera tramposa.
Afortunadamente
no todo es miseria moral. Durante más de 20 años he impartido clase en dos
másteres de ingeniería de regadíos que daban el CENTER (Ministerio de
Agricultura) y el CEDEX (Ministerio de Fomento) y que duraban desde octubre a
mayo. Los postgraduados que se matriculaban en ellos, debían asistir
presencialmente a un mínimo del 80 % de las clases y en cada área realizaban un
ejercicio de evaluación y un trabajo final. Salían casi todos colocados porque
en el master se jugaban su futuro. Y estudiaban a fondo.
Por
eso debemos distinguir entre alumnos honrados que se esfuerzan y obtienen sus titulaciones
y doctorados gracias a su tesón y esta cuadrilla de politicastros corruptos que
aprovechan sus cargos para obtener ventajas y privilegios sobre el resto de los
ciudadanos que cumple las normas. Una vergüenza.
Si esta mañana yo decía que, en ocasiones, el tiempo pasado fue mejor, tus sabias palabras lo certifican. Toda aquella excelencia que se exigía en la Universidad, ha saltado hecha añicos, y con ella el prestigio de los que pisan sus aulas, de los que están sobre la tarima, y el menosprecio general por la escasa garantía que ofrecen las titulaciones. Una pena, pero, es la triste realidad.
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