viernes, 7 de septiembre de 2018


LOS MANTEROS DE ISLANTILLA

Islantilla es un precioso enclave veraniego situado en la costa de Huelva, formado por urbanizaciones muy bien diseñadas, con alturas limitadas y un campo de golf de 28 hoyos al que acude un importante número de extranjeros, especialmente en invierno, traídos por avión a Faro y a Sevilla desde las frías tierras del norte y centro de Europa.

Es un lugar de veraneo al que acuden mayoritariamente familias españolas pero también es frecuentado por nuestros vecinos portugueses. Familias de clase media con niños y también jubilados, entre los que me encuentro, constituyen el núcleo principal de veraneantes, ya que se trata de un enclave dotado de un clima muy suave, sin vientos fuertes, excelentes playas y que además proporciona una gran tranquilidad y seguridad a las familias.

Aproximadamente la mitad del territorio de Islantilla pertenece al término municipal de Lepe, la parte este y la otra mitad al de Isla Cristina, la zona oeste. Una Mancomunidad formada por ambos consistorios se encarga del mantenimiento y conservación de este enclave.

Islantilla dispone de un bello paseo marítimo que discurre paralelo al océano Atlántico y es el lugar de esparcimiento, paseo y cita de los numerosos veraneantes y turistas que pueblan Islantilla. En la parte central de este paseo se ubica un centro comercial en el que están instalados un buen número de comercios y restaurantes siendo el sitio al que acuden con preferencia los veraneantes para sus compras o asueto.

Desde hace unos años este paseo marítimo es ocupado por “top mantas”. Al principio sólo se instalaban en una parte del mismo, la más próxima al mar, pero desde hace un par de años, al incrementarse su número, ocupan ambos lados del paseo, lo que supone un serio obstáculo para la circulación de las personas y especialmente de los cochecitos ocupados por niños pequeños o de las sillas de ruedas de personas inválidas.

Se forman unos atascos increíbles, de los que doy fe como paseante frecuente del lugar, sin que ni la policía local de Lepe, ni la de Isla Cristina tomen medida alguna para solucionar este problema. El cual empieza tomar el cariz de ser de orden público al impedir estos puestos ambulantes una circulación fluida de personas por un espacio público que es de los ciudadanos y que nadie debería estar autorizado a ocupar en detrimento de la población de turistas y veraneantes.

Por otra parte los comerciantes instalados legalmente que apoquinan a la hacienda pública sus tasas e impuestos, se quejan de que la presencia de estos manteros está perjudicando seriamente sus negocios. Representantes de los mismos evalúan en un 25 % las caídas de ventas consecuencia de la presencia de estos puestos “top manta” en el paseo, en las inmediaciones de sus propios locales. Exigen a los responsables municipales de los dos ayuntamientos la adopción de medidas de control de estos vendedores que campan a sus anchas en un número creciente día a día.

El asunto ya ha tomado dimensiones nacionales en los medios de comunicación que han dado cuenta del problema generado en sus informativos. La Cuatro lo ha tratado en profundidad, exhibiendo diversos reportajes sobre esta situación que nadie parece querer o ser capaz de solucionar. Los dos ayuntamientos concernidos, están haciendo dejación de sus funciones de aplicar las leyes y ordenanzas vigentes que exigen la imposibilidad de ocupar la vía pública salvo que se obtengan los oportunos permisos de la autoridad.

No tengo nada en absoluto contra los manteros. Creo que son víctimas de las mafias que los traen a España sacándoles los cuartos y los explotan con la venta de estos productos del manta, la mayoría de ellos de procedencia ilegal y fabricación clandestina fuera del control técnico y fiscal. Son economía sumergida pura y dura.

Alguien debiera poner coto a estos desmanes que no sólo existen en Islantilla sino que ciudades de la importancia de Madrid y Barcelona también los consienten.

Y es que las dos alcaldesas de las dos ciudades más importantes de España, confunden la velocidad con el tocino y el culo con las témporas y se dedican a  salvaguardar a estos manteros aplicando principios de falsa solidaridad y protegiendo precisamente a aquellos que infringen las normas y ordenanzas de sus propios ayuntamientos y a las mafias que los explotan.

Estas dos alcaldesas actúan mirando para otro lado mientras las mafias que dirigen a estos manteros se forran a costa de ellos y están causando un grave perjuicio a los comerciantes y negocios que cumplen la ley y pagan sus impuestos.

De momento no he observado incidentes en Islantilla, pero sí los he visto a través de la televisión en Barcelona en donde un grupo de manteros agredió con saña a un turista por el hecho de defender a una señora que trataba de pasar con su carrito a través del bosque de mantas. Aunque en Barcelona en lugar del slogan independentista de “Barcelona ciudad de paz”, que es falso de toda falsedad, examinen la historia y verán, deberían haber puesto “Barcelona, ciudad sin ley”. Es mucho más adecuado a la situación que se vive allí.

Confiemos en que de una vez por todas se tomen medidas contra esta invasión de los espacios públicos, que son de todos y no de unos cuantos que además se mueven en la más absoluta ilegalidad.

1 comentario:

  1. Es la inversión de la Ley. Quienes la cumplen siempre, si un día fallan, palo. Quienes la vulneran de continuo, son elevados a los altares. Es eso que se ha dado en llamar "buenismo". Que de bueno no tiene nada. Se ha apoderado de las ciudades, e intimidado a los ciudadanos que tienen miedo de hacer nada, porque nadie les protege.

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