¡QUE VIVA
ESPAÑA¡
En
el transcurso de una fiesta multitudinaria celebrada en Alemania, creo que el
Octoberfest de Munich, en un momento dado las orquestas y solistas
participantes en la misma interpretaron conjuntamente y lo coros actuantes
cantaron al unísono la canción ¡Que viva España¡ Miles de personas corearon la
misma en un gran ambiente festivo en el que se rendía homenaje a nuestro país.
El nombre de España fue vitoreado por un
gran número de personas extranjeras.
Me
quedé pensativo cuando presencié en los medios de comunicación esta espontánea
deferencia hacia nuestra patria, que la llevaban a cabo personas que no son
compatriotas nuestros aunque nos una la común pertenencia a Europa.
Ponderé que tenemos la fortuna de vivir en un
país fascinante, con sus más y sus menos pero con una calidad de vida para la
mayoría de sus habitantes notable. Es evidente que una parte de la población lo
está pasando mal pero eso ocurre en la mayoría por no decir en todos los
países. Nuestra obligación como ciudadanos y especialmente la de los políticos
es evitar en lo posible que existan españoles marginados.
Pero
lo anterior no es óbice para que muchos extranjeros consideren a nuestro país
como una nación acogedora que cuenta con grandes atractivos para ellos. Clima
benigno, paisajes esplendorosos, una gastronomía muy destacable y un patrimonio
artístico y monumental de primer orden así como un buen nivel de los servicios
hosteleros hacen de España un lugar muy interesante para los turistas que nos
visitan. Eso y la simpatía y hospitalidad de la mayoría de la población hacen
que el visitante se encuentre a gusto en nuestro país. Y que muchos de ellos
repitan sus visitas. Por eso conocen España y sus canciones. Porque las han
cantado numerosas veces.
75
millones de visitantes al año no pueden equivocarse. Buscan y encuentran en
nuestro país un sinfín de atractivos que satisfacen sus expectativas cuando
vienen a visitarnos. Y se llevan casi siempre un grato recuerdo. Por eso muchos
de ellos vuelven.
Y
es que a España la valoramos peor los propios españoles que los de allende
nuestras fronteras. Es un rasgo típico de nuestra idiosincrasia. Y es que
estamos tan acostumbrados a lo bueno de nuestro país, que no somos capaces de
apreciar sus aspectos positivos. Por el contrario destacamos de inmediato los
negativos.
Un
país viejo como el nuestro de más de 500 años, tiene una larga historia en la
que ha habido de todo. Pero han predominado los aspectos positivos: la
capacidad de reconquistar nuestro territorio invadido impunemente por el Islam
y culminado por la unión de Castilla y Aragón que fue capaz de descubrir un
nuevo continente y pergeñar un imperio en cuyos territorios no se ponía el sol.
Períodos
más oscuros como la inestabilidad del siglo XIX, con guerras internas y
pronunciamientos sin cuento, dieron paso a otros más brillantes como la
recuperación de la democracia tras la cruenta y absurda guerra civil y el
período de falta de libertad vivido en la dictadura, o nuestra entrada en las instituciones
europeas.
España
ha sido la cuna de personajes de la talla intelectual de Lope, Quevedo, Góngora
y Calderón de la Barca, místicos como Santa Teresa de Jesús o San Juan de la
Cruz, poetas de verso universal como García Lorca, Alberti o Miguel Hernández y
premios Nobel de literatura como Echegaray, Juan Ramón Jiménez, Cela o Vargas
Llosa.
Pintores
de primera línea admirados en todo el mundo como Goya, Velázquez, Murillo o el
extremeño Zurbarán entre los clásicos, pero también: Miró, Dalí o Picasso entre
los más modernos dan a nuestro país una solvencia de primer orden en el mundo.
Científicos
y médicos de la categoría de Ramón y Cajal o Severo Ochoa, Barbacid o Fuster y
técnicos como Moneo o Calatrava así como un buen número de empresas españolas
que construyen grandes obras por todo el mundo son el exponente de un país
potente que hoy ocupa un lugar preeminente en el devenir europeo.
La
pujanza de España no puede ser destruida por los sueños lunáticos de unos
cuantos manipuladores independentistas catalanes que está arrastrando a nuestro
país a un desastre que tiene precedentes nefastos en los años 1934 y 1936 y que
está causando perjuicios gravísimos a Cataluña y también al resto de España.
Por
cierto las empresas que han permanecido durante mucho tiempo en una ambigüedad
calculada respecto del “procés” y que ahora huyen en desbandada no sólo han de
cambiar el domicilio social fuera de Cataluña, sino también el fiscal que ese
es el decisivo.
El
gobierno español ha de actuar con contundencia para frenar la deriva
independentista de unos cuantos descerebrados que pretenden conseguir sus
propósitos saltándose a la torera cuantas leyes, constituciones y estatutos se
les pongan por delante.
El
Rey, que es el Jefe del Estado, con un discurso medido pero firme dio el primer
paso para que esta locura se pare con todos los medios legales de los que el
estado de derecho dispone.
Hay
que hacerlo ya con firmeza y sin la menor duda ni miedo como parecer tener
Rajoy, ya que nos ampara la ley. Y los autores del esperpento han de pagar por
lo que han hecho.
No hay comentarios:
Publicar un comentario