¡QUÉ ENVIDIA¡
Esta
semana he tenido que desplazarme a Tarragona para asistir al Congreso Nacional
de Riegos a fin de presentar una ponencia sobre la modernización de regadíos en
el ámbito de las comunidades de regantes integradas en FERTAJO ( Federación de
Comunidades de Regantes del Tajo). Ya les hablaré próximamente de este tema.
Durante
el viaje he podido comprobar las diferencias entre la dotación y los servicios
ferroviarios existentes en Extremadura y especialmente en el tramo entre
Cáceres y Madrid y los que se dan entre Madrid y Tarragona.
Los
trenes que hacen el servicio entre Cáceres y Madrid tardan en el mejor de los
casos, Intercity o Media Distancia que no pasen por Plasencia, un tiempo de
alrededor de 3 horas y media. Si el tren
entra en Plasencia la cosa se alarga.
Este
tiempo es siempre teórico. El 90 % de las veces que he utilizado este servicio
llega a su destino con retraso tanto entre Cáceres y Madrid como a la vuelta.
Tiempos de demora entre 10 minutos y media hora.
Dado
que la distancia por ferrocarril entre Cáceres y Madrid es de unos 320 Km, la
velocidad media mejor que obtiene el tren en este tramo es de unos 90 km/h.
Esto si no hay retraso, cosa poco probable.
Del
material rodante que hay que soportar ni les cuento. De desecho de otras
comunidades autónomas, sufre frecuentes averías. Entre otras lindezas se dan informaciones
erróneas en los paneles anunciadores sobre la estación en la que se encuentra
el tren, lo cual puede ocasionar perjuicios a personas no conocedoras del
trayecto. En resumen un desastre de servicio.
Entre
Madrid y Tarragona la cosa cambia de la noche al día. Un moderno AVE construido para una velocidad de proyecto de
350 km/h y que actualmente no pasa de 300 km/h, tarda a Calatayud (21.000
habitantes, la mitad que Plasencia) que dista de Madrid 220 km, alrededor de 1
hora (imagínense los placentinos). A
Zaragoza 320 km tarda menos de hora y media (qué dirían los cacereños con ese
chollo) y a Tarragona 520 km (2 horas y media).
Los
vagones están dotados de todas las comodidades en clase turista, la comparable
con lo que circula a Extremadura, y los
paneles proporcionan información exhaustiva para que el viajero sepa en todo
momento en donde se encuentra, a la velocidad que circula y la estación en la
que ha de apearse.
Este
AVE entre Madrid y Tarragona efectuó a la ida paradas en Guadalajara, Zaragoza
y Lérida. A la vuelta lo hizo en Calatayud en lugar de Guadalajara manteniendo
las paradas en las otras dos capitales.
Dado
que hay un servicio de varios convoyes al día las necesidades de todas estas
ciudades quedan perfectamente cubiertas en todas las horas del día.
Es
evidente que el precio del billete es superior en la línea del AVE. Faltaría
más. Pues aún así hay usuarios a los que el precio de este servicio les ahorra
dinero. Por ejemplo un empresario de Tarragona puede desplazarse en el día a
sus negocios o reuniones en Madrid ahorrándose el hotel que hubiera tenido que
utilizar en la capital del reino si el servicio de Renfe fuera similar al que
hay entre Cáceres y Madrid. Y también ahorraría el coste del tratamiento médico
para hacer frente a la incomodidad y al
cansancio que provoca el deplorable servicio ferroviario que tenemos en
Extremadura.
Al
término del viaje reflexionaba yo sobre el hecho de que si los extremeños
abonamos iguales impuestos que los madrileños, aragoneses y catalanes, por qué
razones no disponemos de servicios similares.
Los
políticos y economistas al uso, esos grandes cerebros que arrastran a España al
desastre, me argumentarían que en Extremadura hay muy pocos habitantes para
darles ese servicio. Y yo les replicaría que aplicando ese argumento en poco
tiempo, si Dios y alguien más no lo remedia, Extremadura se convertirá en un
desierto poblacional. En donde no hará falta tren porque no habrá habitantes.
En
todo caso y mientras se produce todo esto a los extremeños deberían reducirnos
drásticamente nuestros impuestos. Ya que no disfrutamos de iguales servicios.
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