viernes, 9 de junio de 2017

¡QUÉ ENVIDIA¡

Esta semana he tenido que desplazarme a Tarragona para asistir al Congreso Nacional de Riegos a fin de presentar una ponencia sobre la modernización de regadíos en el ámbito de las comunidades de regantes integradas en FERTAJO ( Federación de Comunidades de Regantes del Tajo). Ya les hablaré próximamente de este tema.

Durante el viaje he podido comprobar las diferencias entre la dotación y los servicios ferroviarios existentes en Extremadura y especialmente en el tramo entre Cáceres y Madrid y los que se dan entre Madrid y Tarragona.

Los trenes que hacen el servicio entre Cáceres y Madrid tardan en el mejor de los casos, Intercity o Media Distancia que no pasen por Plasencia, un tiempo de alrededor  de 3 horas y media. Si el tren entra en Plasencia la cosa se alarga.

Este tiempo es siempre teórico. El 90 % de las veces que he utilizado este servicio llega a su destino con retraso tanto entre Cáceres y Madrid como a la vuelta. Tiempos de demora entre 10 minutos y media hora.

Dado que la distancia por ferrocarril entre Cáceres y Madrid es de unos 320 Km, la velocidad media mejor que obtiene el tren en este tramo es de unos 90 km/h. Esto si no hay retraso, cosa poco probable.

Del material rodante que hay que soportar ni les cuento. De desecho de otras comunidades autónomas, sufre frecuentes averías. Entre otras lindezas se dan informaciones erróneas en los paneles anunciadores sobre la estación en la que se encuentra el tren, lo cual puede ocasionar perjuicios a personas no conocedoras del trayecto. En resumen un desastre de servicio.

Entre Madrid y Tarragona la cosa cambia de la noche al día. Un moderno AVE  construido para una velocidad de proyecto de 350 km/h y que actualmente no pasa de 300 km/h, tarda a Calatayud (21.000 habitantes, la mitad que Plasencia) que dista de Madrid 220 km, alrededor de 1 hora  (imagínense los placentinos). A Zaragoza 320 km tarda menos de hora y media (qué dirían los cacereños con ese chollo) y a Tarragona 520 km (2 horas y media).

Los vagones están dotados de todas las comodidades en clase turista, la comparable con lo que circula a Extremadura,  y los paneles proporcionan información exhaustiva para que el viajero sepa en todo momento en donde se encuentra, a la velocidad que circula y la estación en la que ha de apearse.

Este AVE entre Madrid y Tarragona efectuó a la ida paradas en Guadalajara, Zaragoza y Lérida. A la vuelta lo hizo en Calatayud en lugar de Guadalajara manteniendo las paradas en las otras dos capitales.

Dado que hay un servicio de varios convoyes al día las necesidades de todas estas ciudades quedan perfectamente cubiertas en todas las horas del día.

Es evidente que el precio del billete es superior en la línea del AVE. Faltaría más. Pues aún así hay usuarios a los que el precio de este servicio les ahorra dinero. Por ejemplo un empresario de Tarragona puede desplazarse en el día a sus negocios o reuniones en Madrid ahorrándose el hotel que hubiera tenido que utilizar en la capital del reino si el servicio de Renfe fuera similar al que hay entre Cáceres y Madrid. Y también ahorraría el coste del tratamiento médico para hacer frente a  la incomodidad y al cansancio que provoca el deplorable servicio ferroviario que tenemos en Extremadura.

Al término del viaje reflexionaba yo sobre el hecho de que si los extremeños abonamos iguales impuestos que los madrileños, aragoneses y catalanes, por qué razones no disponemos de servicios similares.

Los políticos y economistas al uso, esos grandes cerebros que arrastran a España al desastre, me argumentarían que en Extremadura hay muy pocos habitantes para darles ese servicio. Y yo les replicaría que aplicando ese argumento en poco tiempo, si Dios y alguien más no lo remedia, Extremadura se convertirá en un desierto poblacional. En donde no hará falta tren porque no habrá habitantes.

En todo caso y mientras se produce todo esto a los extremeños deberían reducirnos drásticamente nuestros impuestos. Ya que no disfrutamos de iguales servicios.

Así que si tienen que viajar a Tarragona o a otras ciudades que dispongan de un buen servicio ferroviario experimentarán como yo una sana envidia de aquellos que pueden disfrutar de él. 

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