¡ALBRICIAS¡
VAMOS A VIVIR MIL AÑOS
Estoy
que no vivo. Lo mismo llegamos a durar mil años. Desde que me he enterado de
esta singular noticia estoy en continua albórbola (gritos de alegría).
La
posibilidad de alcanzar una edad tan provecta está certificada por un tal Aubrey de Grey ingeniero inglés. Es experto en gerontología
y dirige la Fundación para la Investigación de la Senescencia Negligible
Ingenierizada (SENS).
Asegura impertérrito que se puede llegar a vivir mil años o más.
Eso sí parece que esa bicoca es más factible para aquellos que
anden rondando la cincuentena o sean aun más jóvenes. A mí me ha cogido con
veinte años más por lo que haciendo cuentas confío en llegar a los 980 años
como Matusalén.
En la costumbrista y conocida zarzuela La Verbena de la Paloma, se
cantaba en el famoso diálogo entre Don Sebastián y Don Hilarión un fragmento
que rezaba: “hoy las ciencias adelantan que es una barbaridad” Y todo porque se
había conseguido poder utilizar el aceite de ricino como purgante.
Lo que está ocurriendo ahora con las ciencias no es un avance ni
un adelanto, es el acabose, el frenesí, el despiporre, vamos el desiderátum.
El tratamiento para alcanzar la vida milenaria ya se está
aplicando en Madrid. La primera consulta para valorar el estado del paciente
tiene un coste que ronda los 1.000 €. Mal empezamos.
Parece que el quid de la cuestión se encuentra en adelantarse a
las posibles enfermedades, controlar periódicamente el estado del sujeto, hacer
ejercicio moderado y, al parecer, tomarse 18 pastillas al día por el módico
precio de 300 € mensuales.
El problema va a residir en que como vivamos mil años habrá que
ver cómo nos colocamos y nos distribuimos en el planeta Tierra. Si la media
actual de vida es de 80 años, cuando vivamos mil es posible que moren en la
Tierra unos 87.500 Millones de habitantes. ¡No vamos a poder ni respirar¡
Claro que la situación no será tan grave dado que habrá capas
importantes de la población que no podrán acceder al invento. Si los parados
españoles que cobran 426 € al mes de prestación, el que los cobre claro, han de
destinar 300 € al tratamiento no les quedará para comer y se morirán de hambre.
Con lo cual el descubrimiento no va dirigido a ellos. Palmarán como hasta
ahora.
Los del salario mínimo interprofesional ídem de lienzo. Si a los
650 € les restas los 300 € tuyos y otros tantos del cónyuge y de los hijos,
aquí no hay nada que hacer. Morirán todos a su edad y no alcanzarán el objetivo
del milenio.
De los jubilados con pensiones medias de 800 o 900 € ni hablamos. Teniendo
que echar una mano a los hijos tampoco podrán acceder al momio. Aunque a estos
pensionistas ya les da igual pues muchos de ellos con lo que están pasando
deben estar esperando el deceso con los brazos abiertos. Pues será siempre un
mal menor. Una liberación. A mayor abundamiento estos veteranos con la cantidad
de pastillas que ya ingieren, 18 nuevas sería demasiado. No podrían con ellas
ni con sus efectos secundarios.
Podían hacerse algunas consideraciones adicionales pero las
entradas de este blog tienen un límite que es el cansancio del lector.
Como siempre el tratamiento milagroso quedará circunscrito a las
capas de la sociedad más pudientes. Que alcanzarán la longevidad deseada y la
felicidad eterna. Bueno casi eterna. Pues no han de olvidar como decía el tango
que “Mil años no es nada”. El tango aseguraba que veinte años, pero hay que
actualizarse.
Aunque todo tiene sus pros y sus contras. Paralelamente a este
invento “antiaging” - se lo traduzco
para que no tengan que consultarlo en un diccionario, significa anti
envejecimiento - los ingenieros y los científicos en general han de descubrir
el modo de anular los accidentes de avión, los de los coches de lujo, los de
los trenes de altísima velocidad y los de los yates de amplia eslora.
Lo digo porque dado que estos son los medios de locomoción
generalmente utilizados por los poderosos (únicos que podrán permitirse los tratamientos)
como no desaparezcan a la par los accidentes - que de no conseguirse seguirán
causando víctimas mortales - los tratamientos servirán de poco.
Claro que si pillas los quinientos años, la inversión seguiría
siendo rentable.
Y así, con noticias como esta vamos pasando la vida. Al fijarnos
atentamente en ellas nos olvidamos de cosas tan baladíes como: el paro, el
empleo precario, las pensiones, la corrupción política y de la otra, la
desigualdad, los desahucios, las muertes por pobreza energética, las listas de
espera de la sanidad, la deuda galopante, el déficit imparable y todas esas bagatelas
que nos rodean. ¡Ah¡ y los habitantes de la costa de la bellota del “maravilloso”
ferrocarril del que disfrutamos en Extremadura.
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