viernes, 19 de enero de 2024

 PROTESTAS EN EL SECTOR AGRARIO EUROPEO

Los burócratas de la Unión Europea (UE), con la promulgación de algunas disposiciones preñadas de una ideología ambientalista que tiene tintes de ingenuidad infantil fuera de la realidad, están presionando a la agricultura y a la ganadería europeas, llevándolas a un callejón sin salida.

El sector agrario que debiera ser estratégico en Europa, pues es el que ha de asegurar la alimentación de la población con las suficientes garantías de cantidad, calidad, sanidad y trazabilidad, a precios razonables en sus producciones, parece que está en el punto de mira de una burocracia que está imponiendo una dictadura verde, dando prioridad a los temas ambientales sobre los económicos, debido a un fanatismo ecologista y climático injustificable.

Alzas muy destacadas en el coste de los insumos: agua, electricidad, combustibles, semillas y plantones, fertilizantes, fitosanitarios, piensos, gastos veterinarios, salarios, están poniendo en riesgo la rentabilidad de las explotaciones agrarias, abocadas en muchos casos al cierre, porque los precios percibidos por los productores, a pesar de los incrementos experimentados, son incapaces de cubrir los costes de producción.

En una reciente entrevista, un experto de la categoría de Manuel Pimentel, ingeniero agrónomo y ex ministro de Trabajo de España asegura que “Europa está provocando su suicidio con las políticas agrícolas”.

La Agenda 2030, el Nuevo Pacto Verde Europeo o la PAC (Política Agraria Común) son normas que tratan de frenar las producciones agrarias en Europa poniendo cada vez más trabas ambientales o sobre el bienestar animal y aumentando el papeleo y la burocracia en las explotaciones agrarias. Parece que optan por un medio rural lleno se pajaritos y vías verdes, para solaz de los urbanitas de ciudad, incapaces de comprender la importancia del campo y del sector agrario para la vida de los europeos.

Agricultores y ganaderos, que han sido capaces de proporcionar a Europa durante muchos años, incluida la crisis de la pandemia, una seguridad alimentaria con alimentos a precios razonables asequibles para todas las capas sociales de la población, se encuentran con una fuerte presión normativa que va en contra de sus intereses.

Además, una población urbanita manipulada e ignorante de lo que es el sector agrario y de la importancia de los trabajos de agricultores y ganaderos, desprecia al medio rural y a sus gentes, desde hace muchos años. Da la impresión de que piensan que la leche sale directamente del tetrabrik o de la botella, o que las frutas y verduras nacen solas por generación espontánea en el supermercado.

Las consecuencias de estas políticas absurdas empiezan a percibirse en el bolsillo del consumidor. La ley de oferta y demanda funciona en los mercados y a menor producción, mayor precio para el consumidor. Los primeros perjudicados de todo esto: las capas sociales con menor poder adquisitivo, que ven cómo la cesta de la compra se encarece día tras día, mientras que sus salarios se revelan insuficientes para adquirir los productos alimentarios a los que antes tenían acceso.

Como ejemplo, el importe de la cesta de la compra en España, en el ejercicio 2023, ha sufrido un incremento del 11,8 %. Tres veces más, lo cual es una barbaridad, si se compara con el incremento experimentado por los salarios, entre el 3 y 4 %.

Los burócratas y políticos que andan promoviendo estas normativas de reducción de producciones agrarias, no notan demasiado los incrementos de precios de los alimentos, ya que sus sustanciosos sueldos les permiten adquirirlos sin esfuerzo aparente. Y si hay algún problemilla se suben ellos los sueldos y de paso, para asegurarse su cobro, suben los impuestos a los que no gozan de estas prebendas.

El sector agrario, que ve que está llegando a su límite de resistencia, comienza a protestar sobre la injusta situación a la que lo han conducido. Ha habido alborotos en diversos países europeos: Francia, Holanda e incluso hace unos meses en nuestro país. Ahora se inician en Alemania donde miles de tractores han llegado en su manifestación hasta la mismísima Puerta de Brandeburgo en Berlín, protestando por la eliminación de ayudas al diésel y de otras subvenciones. Y las protestas continuarán en otros países. Ya se anuncian en España.

Como apunta Pimentel en su entrevista, parece que Europa ha optado por dejar de producir ella productos agrarios, para que los produzcan terceros países. Y el desarmar un sector como el agrario europeo tiene riesgos de todo tipo. Que estos burócratas, encastillados en sus poltronas, con incapaces de determinar y valorar su importancia.

Cuando tengamos que depender de países terceros en el abastecimiento de productos agrarios, vamos a comprobar en breve plazo que las condiciones de calidad, sanidad y trazabilidad que rigen ahora en Europa, no serán de aplicación porque esos países terceros tienen sus propias reglas de producción.

 En cuanto esos países suministradores sean conscientes de que Europa depende de ellos para su alimentación, comenzarán a elevar los precios y los productos alimenticios en Europa se encarecerán aún más, en perjuicio de la economía de las clases populares, a las que unos gobiernos que se autocalifican como progresistas, dicen defender.

Parece que no ha tenido bastante con la dependencia exterior de la energía y las subidas de precios del gas y de la electricidad. O con las medicinas. No aprenden.

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